La muerte de Emilio Civit

La historiadora Luciana Sabina destaca la vida y la tristeza que llevó a la muerte a uno de los próceres de la gestión pública de Mendoza y el país, Emilio Civit.

Luciana Sabina

El nombre de Emilio Civit se pasea por avenidas y plazas de Mendoza, vestigios de quien supo construir en la efímera presencia a la que estamos condenados los seres humanos. Pero su impronta no se circunscribe sólo a nuestra provincia, Civit fue un político destacado a nivel nacional y una carta a la que Julio Argentino Roca apeló en numerosas oportunidades.

Civit nació en octubre de 1856, en un país dividido entre las fuerzas federales que comandaba Urquiza y un Buenos Aires separatista, bajo el ala de Alsina y Mitre, entre otros. Su infancia transcurrió entre los escombros de una Mendoza destruida por el terremoto de 1861 y a la que siendo adulto ayudaría a levantar.

Tuvo una de las mejores educaciones a las que podía aspirar cualquier hombre de la época. Asistió al Colegio Nacional de Buenos Aires y luego se especializó en Derecho en la UBA para regresar a esta tierra imbuido de progresismo y entusiasmo, aquel entusiasmo que solo da la juventud.

Roca, el hombre que marcó el camino

Fue diputado nacional entre 1882 y 1889, teniendo un papel destacado en el debate que presidió la sanción de la Ley de Educación 1420. Socio político de Roca defendió con vehemencia el proyecto que éste envió al Congreso, siendo uno de los oradores más destacados. Su postura rechazaba la enseñanza de la religión en las escuelas, siendo algo contrario a nuestros antecedentes históricos y a las disposiciones de la Constitución Nacional.

Su intención estaba lejos de atacar al catolicismo o a sus dogmas, simplemente buscaba demostrar que la educación no podía quedar sujeta a esta religión. Por ejemplo, en tiempos de Rosas, especificó en uno de sus discursos durante la discusión de la ley de educación, se puso en manos del Convento de Santo Domingo el Colegio de Ciencias Morales, fundado por Rivadavia, eliminando de inmediato los laboratorios de química, de física y el observatorio. Civit finalizó aquella intervención en el Congreso señalando que "sin libertad de conciencia no hay libertad de pensar, no hay libertad política ni libertad social". Civit fue una de las piezas claves para la aprobación de la Ley 1420.

Roca y su gabinete: a la derecha, cruzado de piernas, Emilio Civit.

Luego vendría un lugar en el Senado Nacional y para 1898 fue electo Gobernador de Mendoza por primera vez, puesto que abandonó por pedido de Roca, convirtiéndose en el primer ministro de Obras Públicas de nuestra historia. Durante su desempeño el ferrocarril creció a pasos agigantados -pasó de 18 mil a 24 mil kilómetros-, más de diez capitales comenzaron a contar con el servicio de agua corriente y cloacas -entre ellas Mendoza-, hubo mejoras en numerosos puertos, se construyeron escuelas, hospitales y numerosos edificios públicos. Destaca además que hiciera reactivar la construcción de los edificios de Tribunales y del Congreso de la Nación. Civit pasó luego por el Ministerio de Agricultura y al finalizar la segunda Presidencia de Roca regresó al pago.

En 1907 lo encontramos nuevamente ocupando el cargo de Gobernador, moldeando a Mendoza con manos de experto. Ese mismo año inauguró el primer hospital público de la provincia, como respuesta a diversas dificultades en salubridad. El edificio terminó llevando su nombre y se encuentra en el Parque General San Martín. Don Emilio se rodeó de los más destacados hombres de su época, convocó por ejemplo a Emilio Coni y a Carlos Thays. Este último dio forma al Parque General San Martín, en cuyo corazón Civit fundó el Club Mendoza de Regatas hacia 1909.

Además de estos casos puntuales y tan conocidos, bajo las alas del ilustre dirigente se construyeron caminos, puentes, escuelas, obras de riego, etc. Coronó su vida política accediendo nuevamente al Senado, donde permaneció entre 1910 a 1919.

En diciembre de 1920 la vida de este verdadero prócer cuyano se apagó. Su hija, Josefina Civit de Ortega, señaló que poco antes había fallecido uno de sus hermanos con sólo 18 años y de manera repentina, esto trajo una gran tristeza a la familia y afectó en particular la salud de su padre. En un texto dedicado a su progenitor detalla como murió:

"... estaba muy mal, con una asfixia espantosa (...) dijo que se ahogaba, que no podía estar en la cama y que quería sentarse en un sillón, pidiéndome que cerrara la puerta que daba al jardín porque sentía mucho frío. Mamá fue a buscar una bolsa con agua caliente, y estando todos a su lado, dio un grito y cayó hacia adelante. ¡Estaba muerto!".

Mendoza le rindió honores y el día del sepelio, el comercio espontáneamente se adhirió al duelo, cerrando sus puertas.

El descendiente de Emilio Civit que mira alrededor de Mendoza y pide retomar el cauce de la historia

El diario de los Mitre dio al país la triste noticia "El fallecimiento del Dr. Emilio Civit, ocurrido ayer en Mendoza, es la desaparición de una personalidad que se había hondamente caracterizado en la política del país. Hombre ilustrado, inteligencia brillante, orador de combate, había en él -asociados estrechamente- un partidista apasionado y un espíritu de patriota que amaba ardientemente el progreso del país (...) El país le debe una parte de los progresos realizados a través de las últimas décadas" (La Nación, 6 de diciembre de 1920).

Nos quedamos con el lustre de esas palabras, sobre la trayectoria de Civit. Exaltando al hombre, que supo acompañar el crecimiento del país y vistió una existencia encaminada hacia un sólo objetivo: el Progreso. 

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