Casa Rosada

Conferencias de prensa: ¿qué es lo que el Gobierno quiere ocultar?

Después de varias heridas autoinfligidas, que tuvieron gran repercusión en los medios, el vocero presidencial busca retomar la ofensiva anticipando medidas para cubrir la información oficial, que podría resolver conversando con los periodistas. Por Silvia Mercado.

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

No es una novedad que al Presidente le molestan los periodistas. Su reclamo no es nuevo. Su queja viene desde que se inició en política, a pesar de que toda su carrera política se hizo desde los medios. Su enojo reflejaba -refleja- una herida profunda, alguna necesidad que nunca se cura. Pero también un estado de ánimo de la sociedad, que responsabiliza a todos los integrados al sistema por sus necesidades insatisfechas, desde los políticos hasta la justicia, desde el sindicalismo hasta los medios. Ni los científicos se salvaron, y en las redes es habitual toparse con fake news sobre las vacunas o sobre las epidemias que, de implementarse, seguramente llevarían a la humanidad a la extinción. Es un síntoma de la época, aquí, y en casi todas partes del mundo.

En las democracias, el periodista contó con la población y la justicia para defenderse. La libertad de prensa está protegida en todos los textos constitucionales, pero en el Gobierno se puso de moda eso de que "ya no vale lo políticamente correcto", como si de eso se tratara la relación entre el poder y los medios de comunicación, últimamente más tensada que nunca, no solo porque los dos grandes medios, La Nación y Clarín, no logran ser domesticados, sino porque el periodismo fue colocado en el rol de "enemigo del pueblo", ese concepto que definió Steve Bannon, el ex asesor de Donald Trump.

Con la nueva trama cultural, las redes sociales tienen la capacidad de instalar agenda. "Ensobradas" por los gobiernos, además, siguen directivas precisas de jefes políticos expertos en comunicación, que preparan "ejércitos de trolls" para salir a descalificar a cualquier crítico. Pero a veces ni con la plata oficial se logra opacar las críticas.

Perlita: ¿Un botón silenciador de periodistas en la Casa Rosada?

El Gobierno de Javier Milei usó tanto el recurso, que dejó de funcionar. No solo porque fueron perdiendo paulatinamente en la guerra digital, donde las menciones negativas superaron largamente las positivas, sino porque las iniciativas oficiales fueron cayendo en la indiferencia. Tanto, que hay quienes aseguran que Santiago Caputo provocó el incidente contra el diputado Facundo Manes como una forma de llamar la atención en una jornada donde el discurso presidencial para abrir las sesiones ordinarias. De otro modo, la enorme mayoría de la población no se hubiera enterado. El rating, como se vio, apenas superó los 17 puntos entre los canales de aire y los de cable, cuando el año pasado tuvo picos de 50 puntos

Otros piensan lo contrario. Que el joven asesor presidencial simplemente "se sacó", que no pudo contenerse ante "la falta de respeto" de un diputado que "se pasó todo el discurso haciéndole burlas al Presidente".

Es verdad que la Secretaría General, a cargo de Karina Milei, había preparado la jornada como un evento de tono "imperial", una escena que los libertarios creen que necesitan para darle gobernabilidad a la gestión, y que -por cierto- al Presidente le gusta. Dos diputados, Manes y Pablo Juliano, riéndose en su cara, no colaboraban en un recinto que tenía que tener a todos mudos y concentrados en las sabias palabras del conductor.

Para colmo, apenas terminó el discurso del Presidente, cuando lo habitual es que los diputados y senadores se acercan a los micrófonos de los periodistas para conocer las opiniones de lo que escucharon, todos estaban enfocados en la pelea entre el joven Caputo y el diputado Manes. Ya a nadie le interesó el discurso que, por si fuera poco, fue insulso.

Ese era el marco del feriado del carnaval. Dejar que la oposición se organice y marque agenda con el cripto-escándalo, con la designación de Ariel Lijo, con la "deva" que "periodistas ensobrados" promueven en sus programas, o los economistas en sus newsletters, con las condiciones del nuevo acuerdo con el FMI, no es negocio para el Gobierno. Había que sacar a andar la máquina de humo.

¿Y qué mejor humo que pegarle a los periodistas acreditados en la Casa Rosada?

Que los varones tienen que venir con saco y corbata, ya estaba dicho. Ahora había que poner un "botón silenciador", que esta cronista llamó "botón antipánico". Pero todo parecía poco. Y ahora el vocero Manuel Adorni se le ocurrió hacer una especie de Gran Hermano para que la gente elija qué periodista puede preguntar. Hermoso.

¿Qué resuelve el Gobierno con esto? Nada.

¿A quién le interesa? A nadie.

¿Se impedirá saber lo que el Gobierno quiere ocultar? Por supuesto que no.

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