Opinión

¿Amistad auténtica o amistad de plástico?

Una reflexión sobre la profundidad (o no) de las relaciones amistosas. La desarrolla José Jorge Chade.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza Dr. en Ciencias de la Educación.

Podríamos pensar que la amistad es algo que nos sirve para protegernos. Pero, si pensamos así, nuestro pensamiento sería muy pobre. Bauman (Zygmunt Bauman fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco nacionalizado británico), nos dice que la amistad es como un techo que evoca en nosotros todo lo que sentimos que necesitamos. Si nos falta, nos cuesta encontrarnos confiados, tranquilos, seguros. Pero la amistad va más allá. Lo atestigua el hecho de que podamos decir que la satisfacción más duradera no la obtenemos del trabajo o del éxito, sino de la vida de relación y de las personas que hemos amado y que nos han amado.

Hacer amigos, aparentemente, parece haberse vuelto muy fácil hoy en día. Haciendo un clic encontramos a cientos de nuevos amigos. Basta una Tablet para "chatear" y podemos comunicar incluso con personas que nunca hemos visto y que quizás nunca conoceremos. Podemos hacerlo sin necesidad siquiera de salir y quedar para tomar un café. Para charlar no hace falta decir lo que realmente se piensa y se siente. La consecuencia inevitable es que las palabras usadas en broma dan lugar a amistades que sólo son "de plástico". De esta forma, bajo el signo de frágiles amistades, entre las dificultades económicas y la esperanza de ser escuchados, muchos desarrollan el sentimiento de la inutilidad y debilidad de sus vidas.

Últimamente en el mundo, el término amistad se ha transformado y muestra, a veces un significado negativo, de privilegio y recomendación: el medio de adelantarse a los demás en la búsqueda de un empleo, o de salir adelante eludiendo los criterios de mérito y de exigencia. Así es a menudo la "amistad" de los socios, de los políticos, de los arribistas... Dura, solamente, lo que dura el beneficio que hay que ganarse y salvaguardar.

Pensemos entonces que la primera impresión que se tiene de una situación así es la de un proceder individualista y catastrófico, del que surge la búsqueda instintiva de un puerto seguro en el que recuperar los miedos, las incertidumbres y el dolor.

Así que llegamos a preguntarnos si la amistad no se ha convertido realmente en un tipo de supervivencia del pasado. Al fin y al cabo, hubo un tiempo en que las familias -que tenían menos pero eran más numerosas- aprendieron a vivir juntas y a compartir. Tenían más vida social y..., de aquella verdadera.

Es posible que la gente, sobre todo hoy, ya no sabe estar sola, y por eso busca a los demás por la necesidad de llenar su propia soledad, que en cambio no es llenar, sino que necesita ser atendida y realizada. Así ocurre entonces que aquellos a quienes a menudo llamamos amigos considerando la brevedad, no son más que "compañeros de viaje": vecinos, colegas, conocidos, gente que consideramos simpática... Sabemos lo que piensan y los problemas que tienen, pero no les contamos nuestras angustias más secretas. Pero, si no nos conformamos con medias tintas, ni con fotocopias de la Amistad, podremos aprender a comprobar, por ejemplo, con quién y cuándo lo que decimos corresponde realmente a lo que pensamos y sentimos. Y no será difícil entonces darnos cuenta si sólo nos engañamos a nosotros mismos para ser y tener amigos.

Callarse y tragarse lo que a uno no le gusta , por ejemplo, puede engañar al otro haciéndole creer que lo comprende, pero expresa un egoísmo que la mayoría de las veces nace del deseo de superarle y sentirse mejor que él. Los peores "amigos" son a veces, por desgracia, también los mejores actores.

Los amigos se buscan para estar juntos, porque saben escuchar y no sólo oír lo que decimos. A veces incluso saben oír lo que no dices; ven tus errores y te advierten. Sufren contigo si tienes un problema; no te ayudan a ser otra persona, sino sólo a seguir siendo tú. Simpatizan con tu éxito y, de alguna manera, comparten la imagen que tienes de ti mismo o, al menos, no se alejan demasiado de ella. Desde luego, no te alaban.

Un proverbio árabe dice: «No es tu amigo el que nunca te hace derramar lágrimas, sino el que, después de hacerte derramar lágrimas, se sienta contigo en la arena y se pasa el tiempo secándolas».

La humanidad es linda e interesante porque hay personas que saben confiar las unas en las otras. Saben que la historia está hecha de pequeñas cosas y gastan energía en inventar nuevos espacios donde encontrarse de verdad. Tienen gusto por caminar y estar juntos. Sienten los detalles profundos que les hacen crecer, y consiguen ofrecer espacios de comunión a todo aquel que a su alrededor se siente de alguna manera al margen o abandonado.