Develando al verdadero papa Francisco
Develar: quitar el velo. El punto de vista del Dr. Eduardo Da Viá sobe el Papa recientemente fallecido.
Es natural y muy frecuente, que la muerte, cuando hace presa de una persona pública muy importante y de gran prestigio en buena parte de la sociedad, hace que ésta, quizá sin saberlo a ciencia cierta, tienda a cubrir la memoria del difunto con un velo de tristeza, de dolor y sobre todo de perdón.
Bien dije perdón, dado que como humano que era, no todo lo que hizo o dejó de hacer fue digno de reconocimiento; en los primero días se lo cubrió con el mencionado velo, y más cuando a pesar de ser un final anunciado, ocurrió en forma súbita, en momentos en que muchos cristianos albergaban la esperanza de una sobrevida más prolongada, esta inesperada novedad tocó la sensibilidad de miles de personas que se ocuparon de cubrirlo con ese velo expiatorio y con olor a santificación.
De ahí pues que fue beneficiado con una especie de jubileo popular demostrado por la multitud de más de 200000 personas que acudieron sus exequias; les recuerdo que en el caso de Juan Pablo II fueron 3 millones los dolientes que acudieron a presentar sus respetos.
Bergoglio fue ungido Papa, por otros hombres como él, los así llamados cardenales, sin que exhibiera ninguna característica de divino o de haber sido llamado por Dios para ocupar semejante cargo.
Tanto Bergoglio como sus electores, por ser humanos, estaban sujetos a cometer errores involuntarios, cuando no tropelías conscientes contra las normas o contra las personas.
Y las hizo, de ambas categorías.
Fue un humano distinguido e idóneo, el mejor de entre los papables de su momento, y seleccionado por otro numeroso grupo de expertos, los integrantes del Sacro Colegio Cardenalicio.
Su elección fue de trámite rápido lo que implica consensos previos, que no eran seguramente ignorados por el candidato que estaba decidido a aceptar el sentarse en la Silla de San Pedro.Pero nadie ignora ni dentro ni fuera del Vaticano que fue un arreglo político con la connivencia de los grandes opositores: el estadounidense Raymond Burke (76 años), el guineano Robert Sarah (79) o el alemán Gerhard Müller (77), quienes debieron posponer sus anhelos a la espera del beneficio del tiempo. Y ese tiempo ha llegado, por ello se expresan como lo hacen en contra del difunto, lo cual es una cobardía pues debieron dar la cara sin ambages en vida y lucidez de Bergoglio.
Bergoglio se entrometió en algunos de los reductos duros del Vaticano con ánimos de cambio, tal como ocurrió con las finanzas, vergonzosamente manejadas por lo predecesores responsables de las mismas, y que más de una vez tomaron estado público desde la época del gran delincuente Cardenal Marcinkus, director del Banco Ambrosiano, y que nunca perdiera su calidad de eclesiástico de máximo rango.
Bergoglio también se atrevió a revertir la decisión de su antecesor Paulo VI, cuando decidió volver a la misa en latín y con el celebrante de espaldas a la feligresía, en realidad un detalle menor, dado que la posición de Ratzinger tuvo mucho de discriminativa por cuanto los italianos no entendían el latín, idioma que él hablaba a la perfección y el darles de espaldas era como ignorar a los presentes; pero no cambiaba para nada los serios problemas que enfrentaba la Iglesia.
Y el gran problema que debía enfrentar Bergoglio, o el que fuera, en realidad los grandes problemas, eran las conductas inmorales de cardenales, obispos y arzobispos a todo lo largo del mundo, y del que lamentablemente Mendoza fuera triste ejemplo en dos oportunidades relativamente cercanas pero dentro de su papado y luego analizaremos en profundidad.
Para hablar un idioma común y entendible por todos los lectores, comenzaré por definir los diferentes estamentos a que hago referencia más arriba.
OBISPO:
Del lat. tardío, episcpus, y este del gr. epískopos; literalmente 'inspector', 'supervisor'.
En el catolicismo, prelado superior de una diócesis, al que se le ha conferido, por el sacramento del orden, el primer grado de la jerarquía eclesiástica.
En la Iglesia Católica, los obispos tienen una relación central con la divinidad. Son considerados vicarios de Cristo, responsables de enseñar la Palabra de Dios y gobernar la Iglesia particular que les ha sido encomendada. Su función principal es la de liderar y guiar espiritualmente a su comunidad, asegurando que las enseñanzas de Cristo sean transmitidas fielmente.
La Iglesia Católica cree que los obispos son sucesores de los apóstoles de Jesús, quienes a su vez fueron elegidos por él para predicar y gobernar la Iglesia primitiva. Esta sucesión les otorga una autoridad divina para ejercer su ministerio.
ARZOBISPO:
Se conoce como arzobispo (del griego , archiepískopos) a aquel obispo que preside una diócesis particularmente importante, ya sea por su tamaño, su relevancia histórica o por ambas, llamada archidiócesis o arquidiócesis.
Los arzobispos suelen ser también los metropolitanos de la provincia eclesiástica en la que se localiza su archidiócesis.
Una provincia eclesiástica es una agrupación de diócesis que existe en ciertas iglesias cristianas. Tradicionalmente, consta de una arquidiócesis metropolitana y de cierto número de diócesis, conocidas como sedes sufragáneas. El arzobispo de la metrópoli es el metropolitano de la provincia, y por tanto tiene injerencia en todas y cada una de las diócesis de la provincia.
CARDENAL:
Para ser promovidos a Cardenales, el Romano Pontífice elige libremente entre aquellos varones que hayan recibido al menos el presbiterado y que destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos; pero los que aún no son Obispos deben recibir la consagración episcopal.
Es sabido que meses antes de morir, Bergoglio nombró más de un centenar de cardenales en distintas partes del mundo, todos coincidentes con su forma de pensar acerca de cómo debería ser la Iglesia en el futuro.
Resultaba fácil inferir que estaba preparando el cónclave que elegiría a su sucesor, al que probablemente ya tenía in mente, y hasta quizá con el conocimiento y la anuencia del mismo.
Es así como hoy, Roma se encuentra repleta de cardenales que no se conocen, que nunca dialogaron, que no son expertos en los entresijos del vaticano, que nunca recorrieron sus oscuras entrañas y que seguramente son mirados desde arriba por los veteranos camanduleros con harta experiencia, pero tan incapaces como los novatos de adivinar que diantre piensan escribir cada cual una vez con el papelito en mano iniciada la elección,
El haber sido nombrados por Bergoglio no asegura de ninguna manera que obedezcan las sugerencias o exigencias del difunto.
Ya dijo uno de los más poderosos: "NO PUEDE SER ELEGIDO OTROS BERGOGLIO".
La declaración "no podemos elegir otro Bergoglio" es una crítica al estilo y las políticas de gobierno del actual Papa Francisco. No es una declaración literal pronunciada por un cardenal específico, sino una postura que ha sido expresada por varios cardenales conservadores que critican el pontificado de Francisco, especialmente el cardenal Gerhard Müller.
El cardenal Müller ha sido uno de los críticos más prominentes de Francisco, calificando de "catastrófico" elegir a un "Papa herético". Esto sugiere que los cardenales conservadores no están de acuerdo con el estilo de liderazgo y las reformas llevadas a cabo por Francisco, y temen que su sucesor siga sus pasos.
Aunque no se ha encontrado una declaración específica de "no podemos elegir otro Bergoglio", el sentimiento subyacente a esta frase se puede encontrar en las declaraciones de varios cardenales conservadores, quienes se oponen a la idea de que el próximo papa siga la línea de Francisco.
Otro enconado enemigo de Francisco es Raymond Burke, norteamericano, quien habló de herejía para referirse a los cambios impuestos por Bergoglio en cuando al acceso a la eucaristía por parte de matrimonios divorciados y vueltos a casar fuera de la Iglesia y a su benevolencia para con las parejas de homosexuales.
Y aquí, a pesar de que el protagonista de estas palabras es Bergoglio, no puedo menos que hacer un comentario acerca de la mentalidad de Burke y es así como me pregunto qué autoridad moral puede tener un mandamás eclesiástico, aunque en los papeles la ostente, para impedirle a cualquier cristiano el acceso a la vía más común e impuesta por el mismo Jesucristo, de tomar contacto con la divinidad y que es a través de la sagrada comunión.
Todo lo contrario, deberían darles la bienvenida a la comunidad cristiana de la que fueron expulsados por cuanto el divorcio está prohibido.
Si a los cardenales integrantes del conclave cardenalicio, se les exigiera lo que en nuestro país está costando tanto su promulgación como ley, me refiero a la famosa "Ficha Limpia", estoy seguro que bastaría con un confesionario para alojar a los que la presenten y no la enorme y fastuosa Capilla Sixtina para alojar a los 133 purpurados menores de 80 años responsables de encontrar al sucesor de Francisco.
Mi condición de agnóstico declarado me libera la lengua para expresarme sin temores de herir susceptibilidades en la clerecía, y así como tal sostengo que para llegar a esos niveles de poder en la Iglesia, ha menester ostentar una ficha muy manchada con mentiras y graves faltas al dogma.
Un inocente no puede llegar a la condición de cardenal y para demostrarlo sobran tristes ejemplos de los cuales mencionaré solo algunos, culpables con anuencia y protección de Bergoglio.
Sigamos corriendo el velo de santidad para dejar al descubierto la inocultable condición de humano del fallecido, y que, como tal no vaciló en evidenciar preferencias, tanto políticas como dogmáticas, responsables hoy de la enemistad destructiva de algunos de sus antiguos colegas y hasta colaboradores que si fueran a su vez sometidos a ordalía, tendrían pasaje asegurado al tan temido infierno.
Si para alguno de los temas graves que enlodan la Iglesia Cristiana, tuvo Francisco una clara meiopragia, fue con el más que inmoral tema de la pedofilia entre sus sacerdotes y purpurados.
Y para ejemplificar con experiencias vernáculas, he de referirme al caso Próvolo y al del Cristo Orante.
E ambos estuvieron involucrados diversos estamentos de la jerarquía eclesiástica.
En el primero de los nombrados cuyo destape ocurrió en vida del Arzobispo Franzini, que casi no alcanzó protagonismo por cuanto falleció ni bien acaecido el escándalo.
En remplazo Bergoglio nombró a Marcelo Daniel Colombo, un prelado católico argentino. Se desempeñó como obispo de la Nueva Orán, en Salta, como obispo de La Rioja y como vicepresidente en la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina. El 22 de mayo de 2018, fue nombrado Arzobispo de Mendoza.
Hoy es nada menos que presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Sabedor el periodismo de quien sería el sucesor de Franzini, se apresuraron a interpelarlo acerca del llamado caso Próvolo con la sorpresa que adujo saber nada más que lo trascendido a nivel mediático, como cualquier ciudadano, y que no disponía de elementos de juicio para definirse.
Mentiras, lo sabía todo el mundo, porque el accionar repugnante de los causantes tenía antecedentes previos en Europa y además lo sabía Francisco.
Tres meses después Colombo asumió en Mendoza y al ser nuevamente interpelado adujo que el caso no correspondía a su diócesis y que habrían de concurrir dos investigadores, curas por cierto, designados por Francisco para analizar el delito.
Cuando la situación toma estado público, en marzo de 2017, Francisco decide nombrar a dos religiosos, Dante Simón y Juan Martínez, para que realicen una investigación preliminar canónica del caso mendocino.
Al terminar su investigación ninguno de los dos dio su veredicto a la feligresía expectante. Tiempo después, decide nombrar al monseñor auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey, como "comisario apostólico" para que siguiera de cerca las causas.
Las conclusiones obviamente pasaron por las manos y los ojos de Colombo quien hizo mutis por el foro y no brindó explicación alguna, lo que supone ocultamiento y falta de respeto a familiares y feligreses. La Iglesia no tomó ninguna medida y fue la justicia civil la que encontró culpables a los degenerados y dictó condenas severas. Corradi falleció con su investidura intacta y Corbacho aún se encuentra en prisión pero como sacerdote.
Para concluir transcribo nota de Clarín de abril de 2019:
El papa Francisco defiende su decisión de mantener a un cardenal encubridor de pedofilia
El papa Francisco defendió su decisión de rechazar la renuncia del cardenal francés Philips Barbarindeclarado culpable de encubrir a un sacerdote depredador_ porque, dijo, la apelación debe seguir su curso antes de adoptar una postura definitiva.
Francisco explicó también su rechazo a las propuestas de los obispos estadounidenses de que respondiera al escándalo de abuso sexual en Estados Unidos, señalando que ellos descuidaron la dimensión espiritual requerida para una verdadera reforma.
Cuando le preguntaron sobre Barbarin, Francisco indicó que el arzobispo de Lyon tenía derecho a la presunción de inocencia mientras su caso continúe abierto.
"Él ha apelado, así que el caso está abierto. Después de la decisión del segundo tribunal.
En la conferencia de prensa, Francisco también defendió su tendencia a culpar al demonio por el escándalo de abuso sexual cuando afirmó que la crisis tiene tal magnitud y escala de inmundicia que no puede entenderse sin hacer referencia al "misterio del mal". Veremos qué sucede", dijo.
"TENEMOS QUE COMBATIR AL DEMONIO. DE LA MISMA MANERA QUE TENEMOS QUE COMBATIR COSAS HUMANAS"
Inculpar al Demonio para explicar la más que pecaminosa inconducta de los abusadores, es como regresar a la edad media, donde la ignorancia, el analfabetismo y el temor al infierno inculcado por la misma Iglesia, les permitía manejar a los creyentes como se les ocurriera para ocultar los propios pecados.
Culpar al demonio parta evadir responsabilidades no sólo es una actitud pueril sino una falta de respeto a los creyentes y a las víctimas del delincuente.
Lo mismo ocurrió con los degenerados de Cristo Orante en Tupungato, simplemente cerraron ese antro de pecadores y sus protagonistas principales no recibieron castigo alguno por parte del Vaticano, están libres y con sus hábitos intactos.
Sin embargo, ya se le atribuye a Bergoglio el logro de un milagro, he aquí la nota de Infobae:
Infobae
4 Mayo, 2025
Papa Francisco y el milagro que le hizo a un niño peruano con cáncer cerebral, a quien, luego de acariciarlo le dijo: "Hijo, anda nomás, ya estás sano; y el niño se curó.
No me caben dudas que dentro de poco se intentará la santificación de Francisco y para ello ha menester la realización de por lo menos un milagro.
Resumen de mi parecer respecto de la gestión de Bergoglio como Papa
Es claro que marcó diferencias tanto en lo dogmático como en lo procedimental, que se acordó de los niños, de los pobres y de los hambrientos, de los países en guerra y el papel de la mujer en la clerecía; pero la cuestión es que, según mi parecer, el mundo no cambió para nada con los incesantes ruegos de Francisco; guerras, odios, pobreza y hambre siguen como si tal cosa. Durante su papado y la gestión kirchnerista, aumentó la pobreza y el hambre en la Argentina, su país natal, y al que nunca regresó. Sin embargo trató con especial deferencia a Cristina Fernández, la política más corrupta de la triste historia política Argentina.
En realidad ninguno de los papas modernos logró cambiar el mundo para bien, excepción hecha de la indudable participación de Juan Pablo II en la caída del muro de Berlín en 1989.
Pero no nos confundamos, Wojtyla logró la derrota del comunismo que era su obsesión, y del muro; sin importarle mayormente la terrible situación de los alemanes del este; una vez logrado su propósito se desentendió de las necesidades de esos pobres seres caídos en total desgracias y necesitados de todo tipo de ayuda.
Derribado el muro y con ello la antigua Unión Soviética se desataron feroces guerras entre los países hasta ese momento obedientes al Kremlin, en ninguna de esas guerras intervino Wojtyla para lograr la paz. Su misión liberadora cayó junto con el muro; tarea cumplida y que cada uno se arregle como pueda.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Papa fue Pío XII; declaró neutral al Vaticano y jamás se refirió a los horrores del holocausto, donde, entre otras religiones y creencias fueron asesinados inocentes cristianos.
A Wojtyla le sucedió Benedicto XVI, durante cuyo papado ocurrieron el ataque a las Torres Gemelas y la Guerra de Afganistán, monstruosidades ambas que no merecieron participación alguna del Vaticano.
La historia del Papado es una colección de todo tipo de faltas a la moral, a la verdad y a la conducta humana, donde se pusieron de manifiesto con extrema frecuencia las más bajas ambiciones a las que pudieron intentar y muchas veces lograr estos seres entronizados por poderes ajenos a la Iglesia y que servían a otros fines menos a las necesidades del hombre común.
Dejo por cierto librados a la opinión de cada uno acerca de la necesidad de mantener semejante infraestructura como lo es el Vaticano, hoy sumido en una guerra descarada por el poder vacío que dejara el difunto Francisco.
Ninguno de los papables ha hecho declaraciones referidas a los planes que pondrían en marcha para paliar tanta injusticia y desigualdad como reina en el mundo moderno, no, no les interesa, solo van busca del poder por el poder mismo.
Es claro que los integrantes del Colegio Cardenalicio integrado por supuestos descendientes de los apóstoles no han de cumplir con la palabra de Jesús cuando dijo:
JUAN 13:34-35 BLP
Os doy un mandamiento nuevo: Amaos unos a otros; como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos.
Creo que obvian los comentarios.