Hormigas cirujanas: historia de la sutura
Un nuevo ensayo de divulgacion científica del Dr. Eduardo Da Viá en el que continúa con el rol docente que lo hace célebre entre los médicos: el origen de kla sutura.
La cirugía, sin saberlo los primitivos cirujanos, comenzó miles de años antes de que surgiese la medicina como corpus científico, e incluso establecida ésta como profesión, hubo de esperarse siglos para el desarrollo de la cirugía, por cuanto aún los más destacados médicos consideraban que era imposible inmiscuirse en la intimidad del cuerpo humano y preservar la vida del paciente.
La palabra cirugía proviene del griego "Quiros", mano y "Ergo", trabajo, en definitiva trabajo de mano.
Existe una versión mitológica muy bonita que atribuye al Centauro Quirón el desarrollo de la cirugía bajo instrucciones de Asclepios, el Dios de la Medicina entre los griegos.
De su nombre derivaría la palabra cirugía.
Como dije al inicio, la cirugía nació espontáneamente como fruto del sentido de compañerismo y auxilio, de cualquier humano ante un congénere herido...
Sólo atinaban al tratamiento de las heridas de la piel o bien la parte superficial de las heridas profundas, tratando mediante presión frenar la salida de sangre y de cerrar la parte abierta de la piel, sin tratar el origen de la hemorragia. Por cierto el resultado final solía ser casi siempre el óbito del paciente, dado que ignoraban la existencia de los órganos y más aún sus respectivas funciones, conocimiento prohibido luego por la iglesia.
En el segundo milenio las crecientes demandas de la sociedad, propiciaron el desenvolvimiento de la medicina. En el siglo XIII se abren las primeras Universidades donde se distinguen las facultades de Medicina. En el siglo XIV se efectúan disecciones en seres humanos en Italia y Francia. Mondino de Luzzi (1276 1326) considerado el restaurador de la Anatomía, practicó disecciones públicas en la escuela de Bolonia (1315).
Se autoriza por esta época en la escuela de Salerno a realizar una disección cada cinco años. Pero ya en el siglo XV por la necesidad de perfeccionar el conocimiento del cuerpo humano, se permite realizar de 1 a 2 disecciones al año.
Pero del conocimiento anatómico al de las funciones de los órganos transcurrió también mucho tiempo, por ello es que los primeros actos quirúrgicos propiamente dichos tendían a reparar la lesión, habitualmente producto de accidentes o de la guerra, por ejemplo un orificio en el intestino producido por una flecha o lanza, simplemente se suturaba, pero no se les ocurría tratar una enfermedad del intestino, extirpando la parte afectada y unir los cabos sanos.
Además de la ignorancia, debemos tener en cuenta que no existía la anestesia, lo que transformaba el acto quirúrgico en una verdadera y sangrienta batalla entre cirujano y paciente.
En cuanto a lo más simple que fue el tratamiento de las heridas de piel, lo que se hacía era rellenar el espacio entre los labios separados de la herida, con emplastos a base de hojas de plantas supuestamente benéficas e incluso con otros materiales que solo aportaban la infección de la herida.
Ignoraban que la sabia naturaleza siempre tiende al cierre espontáneo de la herida, para lo cual tiende puentes de filamentos del actualmente en boga cosmética, colágeno. Éste es una proteína que segregan las células de ambos lados de la herida hasta formar una primera malla invisible que actúa a modo de puente temporario, que luego se cubrirá con sucesivas capas de células, hasta la restauración completa de la herida.
Como resulta fácil de entender, cuanto mayor la separación inicial de los bordes, mayor el tiempo que habría de tomar Natura para lograr la reparación.-
No se sabe con exactitud como nació la idea de que aproximando los bordes, hasta hacer contacto uno con el otro, de ser posible, significaría una gran ayuda para el proceso natural de la cicatrización.
El primer uso registrado de suturas es en el antiguo Egipto, alrededor del 3500 a.C. En ese momento, esta técnica era utilizada en su mayoría para el cuidado de las momias.
Sin embargo, a lo largo de los años, se han desarrollado diferentes tipos de suturas y técnicas. Para lograr este objetivo se utilizaron primero materiales naturales.
En la antigüedad en la India, se solían utilizar fibras vegetales para cerrar heridas. Algunos de estos materiales vegetales como lino, algodón, seda y tejidos animales, como pelo de caballo, tendones y nervios. Posteriormente se desarrollaron suturas sintéticas, tanto de la variedad reabsorbibles, es decir que el organismo las destruye al cabo de unos día, o bien no reabsorbibles en cuyo caso deben ser retiradas luego de un tiempo prudente.
Otro misterio es la aparición de la aguja ojalada en un extremo para ensartar el hilo y atravesar sea el género, el cuero o la piel humana con facilidad.
Según mis estudios sobre los huarpes, años atrás propuse la teoría de que usaron espinas vegetales a tal fin y me tomé el trabajo de reproducirlas, tal como se aprecia en la fotografía y de utilizarlas sin ningún inconveniente, el calibre dependía del material a coser
De la aguja inicial con ojal que significaba una dificultad para pasar el hilo, se evolucionó a la llamada aguja atraumática, en la que el hilo viene dentro del cabo proximal hueco de la aguja, de tal suerte que incluso es de menor calibre que ésta y pasa los tejidos con entera facilidad, como se muestra en el esquema:
Pero una de las técnicas más ingeniosas y a propósito del título de este escrito, fue la introducción del cierre de heridas aprovechando la particularidad de ciertas hormigas, las hormigas conductoras, las hormigas guerreras y las hormigas bala son algunos tipos con mandíbulas lo suficientemente grandes y poderosas como para cerrar una herida de piel. La hormiga gigante tiene la particularidad de no soltar la presa, ni aún después de muertas, por lo tanto se las ubicaba de tal manera que quedara una mandíbula a cada lado de la herida, al acercarlas a la piel y tomar contacto con ella, automáticamente mordían los bordes aproximándolos; a continuación eran decapitadas o se dejaba solo el aparato mandibular cerrado sobre la herida.
Su uso en la piel continuó en entornos pobres y aislados de los centros médicos. A medida que se exploraba Sudamérica, se observó el uso de hormigas por parte de los pueblos indígenas desde el siglo XIX. Su uso simultáneo aún se daba en Argelia, y la Legión Extranjera Francesa lo detectó. Su uso también se describió en Grecia en 1896, cuando los barberos aún curaban heridas según las costumbres locales.
En la fotografía inferior se aprecia arriba una hormiga gigante viva haciendo presa de los bordes de la herida, y en la de abajo ya se han retirado los cuerpos dejando las mandíbulas cerradas.
La utilización práctica de la característica de la mordida de este insecto fue clara evidencia del poder de razonamiento que ya poseía el humano en tiempos remotos.
Nótese la desprolijidad para el retiro del cuerpo de la hormiga.
Hoy se puede suturar cualquier órgano tanto con cirugía manual, como laparoscópica o robótica.