Entrevista

Manuel Belgrano: el multifacético argentino, creador de nuestra bandera

Entrevistamos nuevamente al profesor Ismael Arce y nos proporcionó detalles poco conocidos sobre este héroe: el niño y adolescente, el militar inexperto, el creador de nuestra insignia, el padre de dos hijos y muchos datos más,

Alejandra Cicchitti

Ismael Arce nació en Córdoba y se graduó como profesor de historia en el Instituto "Nuestra Señora del Sagrado Corazón". Luego se diplomó en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Tucumán y ha escrito varios libros sobre nuestros héroes nacionales.

- ¿Algunos detalles sobre la infancia de don Manuel?

-Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano González, era hijo de Domingo Belgrano Peri y de María Josefa González Casero. Se casaron el 4 de noviembre de 1757, en Buenos Aires y según los historiadores más modernos, tuvieron dieciséis hijos, de los cuales tres murieron a muy temprana edad. Manuel fue el sexto hijo (cuarto varón) del matrimonio que logró sobrevivir la infancia. Don Domingo, su padre, se había convertido en un poderoso comerciante de la ciudad puerto, llegando a ocupar importantes cargos en la administración virreinal.

En cuanto a Manuel, nació el 3 de junio de 1770, realizó los estudios primarios en la Escuela de Dios del Convento de San Pedro Telmo. En 1783, ingresó en el Real Colegio de San Carlos, donde cursó los estudios que hoy llamaríamos secundarios. Los alumnos vivían en el establecimiento y el régimen de vida allí era por demás estricto. Comenzaban la jornada a las 5,00 horas y la concluían -con recreos y descansos- a las 21:45, cuando debían apagarse las luces y descansar. Manuel concluyó sus estudios a los 17 años de edad, y si bien su padre quería que fuera a España para instruirse en el comercio, la ambición del joven Manuel era ser abogado.

-¿Qué diríamos sobre sus estudios profesionales?

-Logró convencer a sus padres para que aceptaran su vocación y aprovechando el permiso dispensado por el rey de España para viajar a la Península, cursó y rindió la mayor parte de las materias de la carrera de leyes en la prestigiosa Universidad de Salamanca y se graduó como Bachiller en Leyes en la Universidad de Valladolid, el 28 de enero de 1789.

-¿Decidió entonces volver a su patria?

-Sí, había cuestiones familiares en Buenos Aires que distraían su atención e impedían proseguir su costosa estancia en España. Su padre había sido procesado como cómplice de malversación de caudales públicos de la Aduana de Buenos Aires, disponiéndose su prisión domiciliaria y privándolo de la administración y disponibilidad de sus bienes. La aguda crisis económica sufrida por la familia Belgrano González coadyuvó a que Manuel no prolongara demasiado su estadía en Europa. Había decidido que el ejercicio liberal de la abogacía no era lo que realmente deseaba para su futuro. Su manera de ser, su trato, su educación y sus contactos en la Corte de Madrid, le abrieron numerosas puertas en las altas esferas de la monarquía borbónica. El ministro del Despacho Universal de Hacienda (ministro de economía, entre nosotros), lo nombró Secretario Perpetuo del Consulado de Buenos Aires, que iba a crearse en 1794. Le correspondía entre otras tareas, elaborar proyectos destinados a mejorar la actividad comercial y, en general, contribuir al bienestar de la población. Eso fue lo que más atrajo de ese cargo a Belgrano, pues desde allí podría ser útil a sus compatriotas.

- ¿Cómo podemos caracterizarlo como hombre?

-La personalidad de Manuel Belgrano es verdaderamente atractiva y multifacética. Era un hombre moderno (en el sentido de la palabra a fines del siglo XVIII), partidario de las ideas de la Ilustración. Hablaba español, italiano, francés, inglés y tenía cierto dominio del latín. Como hombre, era sumamente educado, de enorme galantería con las mujeres (que lo adoraban), introdujo el uso masculino de perfumes y prendas elegantes que lo distinguían claramente dentro de su círculo social. En lo espiritual se distinguió por ser un ferviente e incondicional discípulo de la Virgen de la Merced, a quien profesaba una fe inmensa. En esa creencia y culto introduciría, tiempo después, al General don José de San Martín.

-¿Nunca se casó pero tuvo hijos?

-Manuel volvió de Europa enfermo de sífilis, enfermedad incurable por entonces, al no existir los antibióticos y, conforme al período en que la misma se encontrase, era muy contagiosa. Socialmente, la sífilis era un estigma infamante y estaba rodeado de infinidad de prejuicios y falsas creencias. Quizás haya sido ese padecimiento uno de los motivos por los cuales Manuel nunca quiso casarse. No obstante, su vida íntima fue activa, aunque preferentemente reservada. Sentía por las mujeres una profunda devoción y gran respeto. A pesar de su soltería tuvo dos hijos. Con Josefa Ezcurra (hermana de Encarnación y cuñada de Juan Manuel de Rosas) un varón llamado Pedro, que fue criado como hijo propio por el futuro Restaurador de las Leyes y su esposa) y con la joven tucumana Dolores Helguera, una niña bautizada como Mónica Manuela. Luego de la muerte de Belgrano, Juan Manuel de Rosas develó el misterio a Pedro. En cuanto a Mónica Manuela, fue reconocida por su padre en el testamento que redactó pocos meses antes de su muerte. En ese documento, Manuel ordenaba que se educara digna y convenientemente a. su hija, dotándola de dinero para tales fines. A pesar de que sus dos hijos vivieron pocos años tuvieron entre sí una buena relación una vez que se conocieron. Belgrano lamentó enormemente no haber podido conocer y criar a sus hijos.

-¿Por qué lo consideraríamos polifacético?

-Él era un hombre con intereses muy variados, múltiples conocimientos e inquietudes que lo absorbían por completo. Además de su actividad en el Consulado, pronto sumó su labor periodística, de la que no hicimos mención anteriormente. Haciendo una breve síntesis, sus intereses y preocupaciones, estaban referidos a la creación de escuelas; al fomento de una educación más amplia de las mujeres (que les permitiera realizar tareas para las que no se encontraban preparadas y las igualase con los hombres); la creación de una escuela de matemáticas y geometría; propiciar la formación técnica; introducir nuevos cultivos para diversificar la economía (arroz y cáñamo, por ejemplo); favorecer el estudio y aplicación de las estadísticas en la economía; favorecer el comercio interno y las exportaciones; impulsar una reforma del régimen de distribución de las tierras agrarias favoreciendo la tenencia de parte de las mismas por los agricultores -que efectivamente las trabajaban-, etc. Prácticamente no dejó de lado ningún aspecto de los intereses intelectuales, culturales, económicos, educacionales, periodísticos y políticos sin explorar, aún anticipándose al futuro y considerando el tiempo que le tocó vivir.

-¿Otras contribuciones realizó?

-Fue uno de los principales promotores e ideólogos de la Revolución de mayo de 1810 y fue nombrado "Vocal" de la Junta de Gobierno que surgió el 25 de aquel mes. El inexperto militar fue enviado al Paraguay con una pequeña fuerza armada para lograr que esa provincia del ex virreinato se plegase a la revolución y aceptara, además, el liderazgo y dirección de Buenos Aires. Su misión militar fue un fracaso, aunque logró establecer relaciones políticas con miembros de la elite paraguaya que, poco después, llevarían al país a la independencia y a un obstinado aislamiento en la región.

De camino al Paraguay, Belgrano estuvo en el territorio donde se habían instalado las misiones jesuíticas, que unas décadas antes controlaban los franciscanos y se encontraban dispersas y desconectadas entre sí. Estas Misiones estaban constituidas por un conjunto de pueblos indígenas (principalmente guaraníes) completamente desorganizados. No podían ejercer ningún derecho que el ideario de la Revolución de Mayo les atribuía y eran, consecuentemente, explotados por los propietarios blancos. Don Manuel no podía aceptar este sometimiento ni la falta de dignidad y derechos de los aborígenes. Por ello redactó un reglamento para estos pueblos. El documento contenía regulaciones de carácter político, administrativo, jurídico, judicial, económico, educativo, etc. y es considerado como el primer esbozo de la Constitución existente en nuestro territorio.

-¿Alguna anécdota de su carrera militar?

-Belgrano, curiosamente, ha pasado a la historia casi exclusivamente como militar y, obviamente, como creador de la bandera. No debemos olvidar que era abogado y un gran intelectual. Si abrazó la carrera de las armas fue porque su Patria lo necesitaba y, fiel a su costumbre, aceptó sin vacilar esa difícil misión, aunque sabía muy bien que no estaba capacitado para ello. Como muestra de su falta de preparación en materia militar, hay un episodio que él mismo relata en su autobiografía. Al momento de producirse la primera invasión inglesa, como miembro del patriciado porteño, se le encomendó la dirección de un grupo de milicianos. Al ponerse a frente de su tropa advirtió que ni siquiera sabía usar un arma de fuego. Entonces pidió a un subordinado suyo, con experiencia militar, que le brindase la más básica instrucción al respecto. Recién cuando se sintió mínimamente preparado para ello, se presentó nuevamente al frente de sus milicianos.

 La Cruz de Borgoña, empleada de modo irregular hasta 1793. Gentileza Instituto Nacional Belgraniano  

- ¿Cómo fue el proceso de creación de nuestra bandera?

-Primeramente, diré que son contradictorias las fuentes en cuanto a la disposición de los paños celeste (azul celeste, que es un celeste particular) y blanco. Algunos documentos hablan de dos verticales, uno de cada color; otros mencionan dos bandas horizontales de ambos colores; otros, finalmente, nos hablan de una disposición que se compadece con nuestra actual enseña patria.

En cuanto a la elección de los colores, no podemos seguir repitiendo aquel "cuento" de la escuela primaria referido a que se inspiró en el cielo que tenía sobre su cabeza. Es una versión demasiado pueril, inconsistente y hasta ofensiva para una persona de la inteligencia de Belgrano; si bien aún no hay unanimidad en cuanto a por qué eligió don Manuel esos colores para nuestra insignia. Algunos autores afirman que tomó esas tonalidades del escudo de la ciudad de Buenos Aires; otros sostienen que fue del escudo del Consulado (del que fue Secretario Perpetuo); otros historiadores afirman que la elección se debió a los colores del manto de la Virgen de la Merced, por quien Manuel tenía una profundísima devoción. Incluso, existen autores que opinan que los tonos elegidos por el prócer, fueron inspirados por el escudo de armas de la dinastía borbónica que reinaba en España y cuyos derechos, la Junta de Mayo y los sucesivos gobiernos decían defender.

Lo realmente importante es que nuestro país, aún no constituido como República Argentina, necesitaba un distintivo que lo identificara ante otros países, principalmente cuando se enfrentaba a otros ejércitos. Los patriotas y los realistas seguían combatiendo bajo la misma bandera; es decir, no existía una señal inequívoca de pertenecer a un pueblo distinto. He aquí el inconveniente: los ejércitos realistas combatían bajo la bandera de la dinastía de Borbón: blanca con la cruz de Borgoña (roja y ubicada de manera inclinada sobre la tela); las naves de la escuadra hispánica utilizaban la insignia roja y amarilla de la actualidad, pero sin el escudo real en el centro. Además, en el fuerte de Buenos Aires, sede de los virreyes, luego de la Junta de Mayo y de los sucesivos gobiernos patrios, ondeaba el paño rojo y gualda (amarillo) español. De allí la importancia de contar con una bandera propia y la desobediencia que llevó a cabo Belgrano fue innegable. Supuso un acto de valentía enorme, pues desafió las órdenes gubernativas y contradijo la política exterior que los primeros gobiernos rioplatenses pretendían llevar. Puede decirse entonces, que la creación de nuestra enseña patria y su posterior uso en Tucumán y Salta, fue un acto de absoluta rebeldía, que valió a nuestro héroe, un duro procesamiento.

  Bandera de España desde 1785 y hasta 1873. Gentileza Instituto Nacional Belgraniano  

- ¿Cómo fueron sus últimos días?

-Como bien sabemos y recordamos ayer, don Manuel murió en su ciudad natal, el día 20 de junio de 1820, a la edad de cincuenta años y diecisiete días. Dejó su amada patria en la más absoluta pobreza, sin medios siquiera para saldar la deuda profesional con el médico. Donó los $40.000 oro, que le concedieron como premio por su triunfo en Salta, para la creación de cuatro escuelas en el norte argentino. No usó ni un solo centavo de ese premio, que era y es una verdadera fortuna (se estima hoy en varios millones de dólares). El gobierno le debía casi todos sus sueldos como General de la patria. Muy poco tiempo antes de morir, logró que el Estado le "adelantase" una mísera porción de los mismos, que destinó al pago de una pequeña parte de sus enormes deudas. Su hermano y albacea testamentario, Domingo Estanislao Belgrano, quedó a cargo de la administración de los derechos y obligaciones del prócer al morir. Luego de años de reclamos y litigios, se descubrió que los cuarenta mil pesos oro de aquel premio, terminaron por convertirse en un número vacío de contenido y fueron ingresados a la Tesorería de la Provincia de Buenos Aires. Lo concreto es que las escuelas que debían fundarse, mantenerse y administrarse con aquellos fondos, fueron hechas y financiadas (al menos parcialmente) por las provincias del norte a las que estaba destinada el dinero donado.

-¿Qué sucedió con los médicos que lo atendieron?

-Manuel Belgrano murió en la más absoluta pobreza y a tal punto llegó esta condición que, parte de los honorarios del Dr. José Redhead, su médico personal durante muchísimos años, fueron pagados en "especies", con el reloj de oro del General y la volanta (carruaje) que había adquirido con dinero prestado por su gran amigo Balbín. La casi indigencia del creador de la Bandera al momento de su muerte, quedó patente con el hecho de utilizar el mármol de su cómoda, para hacer la lápida que cubrió su féretro, enterrado en el Convento de Santo Domingo.

Otro médico que asistió a Belgrano en su última enfermedad y participó en la autopsia efectuada en su cuerpo, el Dr. Juan Sullivan (irlandés), recibió como pago el hermoso juego de tintero que le había pertenecido. Todo parecía haber quedado en regla, sin embargo, cuando el Dr. Sullivan tuvo conocimiento que el gobierno había saldado parte de la deuda por sueldos que mantenía con Manuel (años después de su muerte), entabló una demanda judicial contra la sucesión del héroe de Tucumán y Salta, que -finalmente- ganó. La familia tuvo que pagar hasta el último centavo reclamado por el facultativo.

-¿Qué datos se obtuvieron con la autopsia realizada?

-Los doctores Redhead y Sullivan practicaron una autopsia incompleta e imprecisa, sobre el cuerpo de Belgrano, determinando que, muy probablemente padecía, entre otras enfermedades, de una cardiopatía orgánica severa. La manifestación más clara de la afección era el tamaño excesivamente grande del corazón de don Manuel. Por eso podríamos decir que don Manuel tuvo, en los hechos y en lo literario, un gran corazón, que lo impulsó a sobreponerse a todos los contratiempos y dificultades; lo hizo amar con ardor extraordinario a su tierra y sus conciudadanos, a la humanidad en general. El fuego de la libertad abrasó todo en don Manuel, lo consumió hasta la claudicación de su humanidad, frágil y delicada.

-¿Has presentado recientemente un libro sobre él?

-Sí, lo hemos editado en dos tomos: "Manuel Belgrano. El buen hijo de la patria" y "Manuel Belgrano. El fuego de la libertad". En esta obra procuramos poner de relieve la importancia de la figura belgraniana, sus valores, su patriotismo, su abnegación, etc. Todo ello, teniendo en cuenta su humanidad, su carácter de simple hombre de carne y hueso, con pasiones, dolores, alegrías, preocupaciones, ya que él fue un hombre como cualquiera de nosotros. Simplemente lo que lo distinguió del resto, del común de los argentinos, fue un ardiente amor por la humanidad, por su tierra y su gente, sin mirar jamás su propio ser o bienestar. Todo lo dejó, todo lo sacrificó en el altar de su patria amada y dedicó a la Argentina el último de sus suspiros. Sus palabras fueron: "Pobre Patria mía".

Arce durante su presentación

- ¿Proyectos futuros?

-Con respecto a mis proyectos personales en materia histórica, tengo ya en editorial un trabajo titulado "José de San Martín. El centinela de la libertad", referido a la gigantesca tarea desarrollada por el libertador en su destierro europeo en favor del reconocimiento de las nuevas naciones americanas en las que había contribuido con su independencia. Asimismo, estoy en proceso de estudio, acumulación y análisis de fuentes, para realizar un trabajo sobre la impresionante gobernación del General San Martín en la Gobernación Intendencia de Cuyo. El tiempo dirá a qué dedicaremos los próximos esfuerzos, pero estoy seguro de que nuevas inquietudes seguirán surgiendo y espero que sean también de interés del público lector.

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