Economía

Tras la visita del FMI, el Gobierno justifica la salida de dólares y defiende el dólar flotante

El déficit externo del primer trimestre duplicó lo calculado por el Fondo para todo 2025. Mientras crecen los gastos por turismo y la presión sobre reservas, Economía sostiene que el desequilibrio es parte de la recuperación y ratifica que no interfiere en la cotización oficial.

En medio de un seguimiento minucioso del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las metas pactadas en el acuerdo vigente, el Gobierno enfrenta un contexto de tensiones cambiarias y un saldo externo que encendió alertas. La misión técnica del organismo que llegó a Buenos Aires mantuvo extensos encuentros con el equipo económico para repasar las primeras variables del programa, justo cuando el déficit de cuenta corriente muestra un rojo mucho mayor al previsto.

Según datos del Indec, entre enero y marzo el desequilibrio alcanzó USD 5.191 millones, el peor registro trimestral desde 2018 y casi el doble de lo proyectado por el staff del FMI para todo este año. La diferencia se explica por un fuerte salto en las importaciones, que crecieron 20% interanual, mientras que las exportaciones apenas avanzaron 7% golpeadas por precios internacionales más bajos y la cautela de los exportadores ante posibles ajustes del tipo de cambio que finalmente no se concretaron.

Uno de los factores que más preocupa a los analistas es el gasto en turismo: los viajes al exterior generaron una salida neta de USD 3.464 millones, cifra récord, en un contexto donde el dólar oficial mantiene un esquema de micro devaluaciones del 1% mensual que abarata los consumos fuera del país en términos reales.

Pese a este escenario, el Palacio de Hacienda y el Banco Central aseguran que el déficit externo no compromete la estabilidad del plan económico. Argumentan que una economía en proceso de expansión, tras años de estancamiento y descapitalización, necesita importar bienes de capital e insumos, por lo que un rojo de cuenta corriente cercano al 2% del PBI es, para ellos, coherente con un crecimiento que rondaría el 6% este año.

En los últimos días, los principales referentes del área, José Luis Daza y Vladimir Werning, reiteraron ante empresarios e inversores que la Argentina sostiene un régimen de flotación cambiaria y que el Banco Central no interviene directamente sobre la cotización de contado. Sin embargo, en mayo la autoridad monetaria cerró contratos de dólar futuro por USD 1.500 millones, una jugada que el mercado leyó como una forma de mantener calma en la plaza cambiaria.

Las reservas netas, por su parte, muestran señales de tensión. A pesar del desembolso de USD 12.000 millones del FMI y la colocación de nuevos Bonte 2030, la posición neta volvió a terreno negativo y se ubicó en torno a USD -2.300 millones a fines de junio. La caída se dio junto con el final del pico de liquidación del agro y mayores pagos de deuda en moneda extranjera.

Desde el Gobierno insisten en que la clave no es la cifra exacta de reservas sino garantizar un flujo estable de divisas. Además, destacan que no se recurrió a los dólares frescos del FMI para intervenir en el mercado, y que se fortaleció la disponibilidad de recursos con préstamos Repo y deuda local.

De cara a los próximos meses, el desafío seguirá siendo sostener la calma cambiaria y cumplir con los vencimientos de deuda, que suman más de USD 4.300 millones entre julio y agosto. En ese contexto, la mirada de los técnicos del Fondo seguirá centrada en la evolución de las reservas, la balanza de pagos y la consistencia del esquema de flotación que el Gobierno defiende como piedra angular de su plan de estabilización.


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