Miguel Mateos celebró los 40 años de Rockas Vivas con una noche inolvidable en Mendoza
Sin lugar para la nostalgia y con la calidez oportuna para una noche fría, Miguel Mateos pasó por Mendoza con un show cargado de canciones que siguen siendo parte de nuestras vidas.
La idea fue una gran celebración, con varias presentaciones en todo el país, de los cuarenta años de un disco que marcó la consagración de Miguel Mateos y su grupo Zas. Con un estreno en Buenos Aires -ese escenario que siempre inaugura todo-, la gira recorrerá distintas ciudades con un puñado de canciones elegidas para revivir una época intensa y convulsiva como lo fueron los primeros años de los '80.
La historia que Mateos quiso recordar y trajo hasta el Arena Maipú abarca desde 1981 hasta 1985, año en que "Rockas Vivas" salió a la luz para convertirse en el disco más vendido de la década.
Y así fue: el sábado 26 de julio, con un frío que prometía esperarnos a la salida del recital, Mateos apareció en escena pasados veinte minutos de las diez de la noche.
En su saludo, siempre elegante y dedicado, incluyó un cariñoso "mi adorada y amada Mendoza". Y le creímos. Porque sabemos que en esta tierra se siente a gusto. Con "Va por vos" arrancó lo que serían casi dos horas de show.
El público, abrigado responsablemente, dejó en claro que muchos fueron los mismos jóvenes que alguna vez hicieron grande aquel repertorio. Ahora, cuarenta años después, también ellos homenajearon esos tiempos en los que, en remera, saltaban sin parar. Esta vez, la celebración tuvo otro tono: menos eufórico, más emotivo y más de uno saludó con un abrazo afectuoso a algún amigo de la adolescencia con el que se cruzó esa noche -y al que le llevó unos segundos reconocer.
Y así recibimos a Mateos coreando todas sus canciones, parándonos a bailar en cada una de ellas, pero con la tranquilidad que da la experiencia: sabiendo que teníamos un asiento disponible por si lo llegábamos a necesitar.
El concierto no tuvo más que dejarse llevar. Mateos, gran profesional, nos regaló un show impecable. Acompañado por una banda sólida, se encargó de ofrecernos lo que estaba lejos de ser "solo una noche más".
Su voz sigue sonando potente, limpia y cuidada, lo que siempre sorprende gratamente. Incluso los covers que eligió cantar -porque tenía ganas, porque podía- sonaron como un homenaje genuino a esa melodía ochentosa que forma parte de nuestra vida: "The Power Of Love", de Huey Lewis & The News, y "Everybody Wants to Rule the World", de Tears for Fears.
Disfrutamos de: "Perdiendo el control", "Tengo que parar", "Mujer sin ley", "Solo una noche más", "Ana, la dulce", "Hijos del rock and roll". Y el clásico enganchado de siempre: "Un poco de satisfacción", "Extra, Extra", "Un gato en la ciudad" y "En la cocina (Huevos)".
Todo eso, sin quitarnos la campera y con cientos de videos grabados con los celulares en horizontal, nos fue preparando para el gran final: el himno que todos esperábamos, Tirá para arriba, que marcó el cierre del encuentro. Luego llegó un bis algo forzado con una de las canciones más poperas de su repertorio, "Obsesión", que tal vez, no hubiéramos elegido para seguir cantando mientras desalojábamos las instalaciones.
Más de 3.000 personas decidieron que el frío no sería un obstáculo para cantar y bailar con uno de los grandes músicos del país. Sus melodías rockanroleras y letras, extrañamente vigentes, fueron motivo suficiente para decirle que sí a la cita.
Así pasó una visita más de un artista que, cada tanto, nos trae un pedazo de nuestra adolescencia. Mientras él, enfundado en un saco largo de cuello imponente y bordados plateados, nos hizo sentir a los "Elvis" que seguimos vivos. Y nos incitó a recordar, sin tristeza, el camino recorrido. Porque no fue el pasado, sino el presente el que nos llevó hasta ahí, con la certeza de que, si nos gusta el rock and roll, mucho mejor.