Mentira más corrupción: la deletérea urdimbre argentina
El Dr. Eduardo Da Viá pone en foco una matriz política argentina nutrida de la mentira y de los actos corruptos.
La mentira y la corrupción van inseparablemente de la mano, es más, estimo que lo primero es la mentira, cimiento de la corrupción.
La mentira es inherente al humano, único animal que miente a sabiendas y en perjuicio de terceros junto con beneficios para el mentiroso.
Los peros mienten, clásicamente cuando simulan haber tragado un medicamento y resulta que lo tiene escondido en su boca y luego lo arroja, en definitiva mintió, pero como consecuencia de un acto reflejo de autoprotección, detecta que no es comida o que le disgusta el sabor y lo descarta para satisfacer al dueño; no lo hace premeditadamente urdiendo un plan.
En cambio el hombre corrupto que necesariamente miente, traza previamente un plan de acción para ocultar el delito o para atribuírselo a terceros, la palabra mentira deriva del latín mentis, "mente", vale decir la mentira comienza en la mente.
Para mentir es necesario alguien que miente y una o más víctimas que son las que le creen y el poder de convicción varía desde el principiante que fácilmente se delata, hasta el veterano que convence al más pintado.
No se debe confundir al mentiroso con el mitómano, ya que la mitomanía es un problema psicológico caracterizado por la necesidad recurrente de mentir, a menudo sin ningún objetivo aparente. Este comportamiento puede empezar con mentiras pequeñas y cotidianas, pero con el tiempo se convierte en algo crónico y difícil de controlar. Las personas que padecen este trastorno son conocidas como mitómanas.
A diferencia de las mentiras habituales, que suelen tener un propósito específico (evitar un problema, obtener algo, proteger a alguien, etc.), las mentiras de las personas mitómanas son compulsivas y omnipresentes en todas las áreas de su vida.
La mentira a su vez, igual que la maledicencia, tiene una enorme capacidad de dispersión, de transmisión de uno a otros, en especial cuando el mentiroso original asegura ser el único que conoce el tema y que éste es secreto.
Precisamente el secretismo es el gran acicate de la divulgación, casi siempre de persona a persona y con el compromiso que él mismo tomó, de no contárselo a nadie.
El mentiroso profesional digamos, tiene la virtud del convencimiento, sea privado o público; como ejemplo podemos mencionar la famosa frase de Cavallo "El que puso dólares recibirá dólares y el que puso pesos recibirá pesos".
"CUESTA POCO PROMETER, LO QUE JAMÁS SE PIENSA, NI PUEDE CUMPLIR".
Recordemos la petulancia con que Cristina Kirchner dijo respecto del ARA San Juan:
23 de noviembre 2017, 00:45hs
"El 27 de septiembre de 2011 la entonces presidenta Cristina Kirchner daba un anuncio. Junto a su ministro de Defensa Arturo Puricelli y su ministra de Seguridad, Nilda Garré, confirmaba que las reparaciones de "media vida" del submarino ARA San Juan llegaban a su fin. Así, anticipaba que en diciembre de ese año volvía a entrar en funciones con un discurso en el que desplegó toda la parafernalia kirchnerista: banderas de La Cámpora y militancia.
"Este submarino comienza sus tareas de alistamiento y en diciembre, pato al agua, estará funcionando. Es un gran orgullo porque su gemelo, el ARA Salta, no pudo reconstruirse en la Argentina, sino en el Brasil. Esta puesta nueva nos permitirá una vida útil de más de 30 años para este submarino San Juan", expresó Cristina, en ese momento.
Resultado de la mentirosa cuarenta y cuatro argentinos inmolados inútilmente.
Por algo aquello de que la mentira tiene patas cortas.
Esa y multitud de mentiras más le dieron sustentación a la mayor red de corrupción que registra la Argentina.
Lo que nunca imaginó en su delirio de impunidad es que el submarino habría de implotar, tal como implotó su red de delincuentes.
La corrupción se retroalimenta con la mentira, incluso le exige al corrupto que mienta más porque hay riesgos de descrédito.
De hecho que las mentiras se pagan con dinero depositado por lo general en el exterior en paraísos fiscales y en cuentas fantasmas.
En el proceso de mentir se requiere primero un mentiroso que emite una sentencia falsa y segundo un tercero receptor que cree o rechaza el embuste.
En el caso de una acusación puede ser que el acusador diga la verdad y que el acusado sea el mentiroso o viceversa; pero la mentira está presente en cualquiera de los casos.
Acabo de ver atentamente la serie que Netflix está ofreciendo apropósito del caso Nisman.
Espanta reconocer la frecuencia con que se escucha o se lee, según se trate de audio o de documentos escritos, de la familia de palabras a partir del término mentira.
A diez años de su muerte la urdimbre gubernamental ha logrado su objetivo: no se sabe si fue suicidio u homicidio, y en este caso quién lo mató y por qué.
Demás está decir que el caso AMIA en el que trabajó denodadamente Nisman, tampoco está resuelto.
Por fortuna pareciera que se reabre el caso encubrimiento de los terroristas iraníes por parte de la expresidenta Cristina Fernández.
Esperemos se esclarezca.