A fondo

La otra cara de la moneda de las universidades argentinas

Isabel Bohorquez se mete de lleno a analizar a fondo y con datos reales y no solo con opinión, la situación del sistema universitario argentino.

Isabel Bohorquez

"Sólo es posible una visión en perspectiva, sólo un ‘conocimiento' en perspectiva; y cuantos más afectos permitamos que hablen sobre un asunto, cuantos más ojos, ojos diferentes sepamos poner sobre un mismo asunto, tanto más completo será nuestro ‘concepto' de ese asunto, nuestra ‘objetividad' (...)". Friedrich Nietzsche

Excelente advertencia la de Nietzsche respecto a lo que consideramos verdades absolutas: el conocimiento perspectivo es inevitable (todos tenemos diferentes intereses y puntos de vista, y nuestra experiencia del mundo es de hecho posible gracias a estas capacidades e intereses), pero al reconocer esto y enfrentar las perspectivas entre sí, podemos avanzar.

El citado autor llega más lejos aún y afirma "las verdades son ilusiones que hemos olvidado que son ilusiones".

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Recurro a Nietzsche para comenzar este texto que pretende anclar en la necesidad de poner en perspectiva las afirmaciones que la sociedad argentina se ha repetido a sí misma durante generaciones con relación a la universidad pública de gestión estatal.

Frente a las afirmaciones rotundas sobre la defensa de la educación pública y todas las consignas político-partidarias (o de campaña electoral) que plantean la amenaza mortal y única en la historia nacional de defenestrar una institución considerada cuasi sagrada, intocable e impoluta debido a un plan siniestro de desfinanciamiento, me pregunto: ¿qué se puede mejorar dentro del sistema universitario para defender la educación pública desde otra perspectiva?

Cada discusión política que sale a las calles y toma difusión pública respecto a las universidades se refiere al aspecto presupuestario, y en particular, a los salarios docentes (tal es así que el 90% del presupuesto se destina a sueldos). Siempre se plantea desde la carencia en boca de los gremios, así como las agrupaciones de diversa índole política y se concluye en un pedido de incrementar presupuesto. Más dinero y se acaban los problemas. Más dinero más ciencia, más dinero más educación, más dinero más futuro.

Esta perspectiva afirma que las universidades funcionan magníficamente si tienen más dinero. Las banderas que se enarbolan describen un país cuya clase obrera y media trabajadora accede a la educación universitaria y logra así destacar en el mundo entero. Frases como: mi papá fue albañil y yo pude ser ingeniero gracias a la universidad pública, formulan que no sólo la universidad argentina es excelente desde el punto de vista académico, sino que también es popular, abierta a la clase trabajadora gracias a la gratuidad y al acceso irrestricto, que es en función de esa democratización de la universidad que somos una sociedad pujante. Dando por descontado que todo lo que ocurre dentro de las universidades es bueno, responde a las necesidades de la sociedad argentina y propone un horizonte a seguir. Si lo dice un docente universitario ¿cómo dudar? Si el informe lo elabora una universidad ¡debe ser cierto! Si esta encuesta la elaboró una universidad ¡es acertada! Si un curso lo dicta una universidad ¡seguro que es de calidad! ¡Tiene diploma de la universidad! Las universidades siempre apoyan causas justas, defienden los intereses de la gente, especialmente los más vulnerables y si se alían con los obreros, son la suma del Pueblo en su espíritu más puro y legítimo: intelectualidad más fuerza de trabajo. Así de enorme es el prestigio que tienen las universidades. La certeza es que la sociedad argentina ama la universidad pública y que debemos defenderla de quienes la quieren hundir.

Haciendo el ejercicio de perspectiva al modo de Nietzsche: ¿esta verdad recién descripta no es acaso en algún sentido una ilusión?

La ilusión de un país que en base al bienestar de la clase trabajadora ascendida a clase media, por obra de algún líder maravilloso y eternamente vigente, accede a la universidad cambiando su vida sacrificada en total prosperidad y todo ello gracias a un Estado presente y abundante que puede albergar mis sueños y los de 47 millones de argentinos volviéndolos realidad...la ilusión de un país...la ilusión de una lucha de clases donde ganan los trabajadores y la clase media baja por fin, vence a los ricachones despreciables y todo ello porque la universidad iguala sin mirar a quien.

¿Esta verdad, esta convicción, tiene alguna posibilidad de ser enfrentada con otra perspectiva sobre la defensa de la educación pública?

Argentina tiene un sistema universitario compuesto de la siguiente manera según el último informe del año 2024 de la Subsecretaría de Políticas Universitarias:

Esta cantidad puede pasar desapercibida sino hacemos la siguiente observación:

Argentina a fines de la década de los sesenta del siglo pasado, tenía en funcionamiento 10 instituciones universitarias de gestión estatal y 19 de gestión privada. El proceso de expansión había comenzado y nuestro país lideraba la región en tasa bruta neta de escolarización media y superior. Estábamos en la cima educativa.

En aquél entonces, el plan Taquini para el desarrollo del sistema universitario nacional, pensaba la creación de nuevas universidades con las siguientes condiciones:

- con criterios de distribución geográfica para alcanzar a toda la población en sus propias regiones, - de singularidad en el sentido de que fueran diferentes a las ya existentes en cuanto a propuestas formativas - que permitieran acompañar el crecimiento regional aportando conocimiento, desarrollo científico y tecnológico y con una perspectiva de futuro para potenciar nuevos espacios de ampliación y progreso. - Recordemos que también el CONICET era por entonces una institución recién creada (febrero del 1958 durante gobierno de Aramburu) y que impulsaba la investigación como una dedicación exclusiva dentro del ámbito universitario.

El mapa siguiente del año 2020, último publicado en web oficial de la actual Subsecretaría de Políticas Universitarias muestra que la expansión del sistema fue enorme.

Dice la Coneau en su informe: "(...) un crecimiento en la oferta educativa que arroja un total de 50 instituciones universitarias creadas durante el periodo 2000-2023".

Sin embargo, dicha expansión no fue equitativa y no se alcanzó a toda la población en sus propias regiones, ya que Buenos Aires sigue concentrando la mayor parte de la oferta educativa estatal (y privada) a pesar de que menos del 10% de la matrícula estudiantil es oriunda de allí. Le siguen Córdoba y Santa Fe. El resto de las provincias tienen entre una y cuatro universidades estatales.

Tampoco se cumplió el plan referido a la singularidad en la oferta ya que uno de los inconvenientes actuales según el CIN (Consejo Interuniversitario Nacional en el 2012) "Numerosos estudios señalan que la oferta de títulos en el país crece en forma acelerada en términos cuantitativos y cualitativos en un marco de diversificación creciente en el que algunos autores destacan dos tendencias importantes: la "sobre" especialización en el grado, especialmente en determinadas áreas disciplinarias, la superposición de oferta y la reiteración de títulos (Krotsch 2007; Fanelli y Balán 1994; Dirié, C. 2002; Marquina 2004; Auberdiac y Etcheverry 1995) en áreas o regiones geográficas".

El mismo texto expresa: "Asimismo, esta DNGU ha señalado recurrentemente que, en las presentaciones que realizan las instituciones universitarias para obtener el reconocimiento oficial de un título, se vislumbran una gran diversidad de denominaciones para propuestas de formación similares. Sólo para que se entienda a qué nos referimos, valen como ejemplo los títulos que mostramos a continuación, cada uno de ellos de una institución diferente: Licenciado en Agronegocios / Licenciado en Administración y Gestión de Agronegocios / Licenciado en Comercialización Agropecuaria / Licenciado en Administración Agropecuaria y Agronegocios con orientación alternativa en Gestión de Agroalimentos".

Y por eso mismo, las universidades en su crecimiento acelerado, mal distribuido geográficamente, con una oferta excesiva, superpuesta y reiterativa en muchos casos, tampoco acompañaron el crecimiento regional en base a un proyecto de desarrollo productivo, industrial, tecnológico y científico de cada región argentina.

Nunca se discutió esto a fondo de manera de replantearnos el plan Taquini de los años sesenta y revisar que decisiones se iban tomando en términos de sistema universitario y que debíamos modificar. Seguimos tirando de la soga del financiamiento de un cuerpo institucional cada vez más grande, pero sin rumbo claro. O demasiado politizado.

La oferta es excesiva en titulaciones y desordenada en su esquema general pero además muestra en las elecciones de los estudiantes una tendencia que no responde al crecimiento regional.

Para que se entienda cuando hablamos de ramas de estudio:

Las elecciones de los nuevos estudiantes inscriptos al 2023 muestran que el 52,2% eligieron carreras de Ciencias Humanas (18,2) y Ciencias Sociales (34) y en el otro extremo solamente el 2,2% Ciencias Básicas.

¿Cuál sería el cambio interno y la discusión pública consensuada con todos los sectores que nos podría permitir la construcción de un proyecto nacional y a la vez regionalizado para retomar ese horizonte que se fijó con el plan Taquini y no se cumplió?

Otra cuestión que está silenciada y postergada es el tema de los recursos humanos dentro de las universidades, especialmente los cargos docentes por los que tanta bandera política se levanta: la mayoría de los cargos docentes son de dedicación simple, el 70%, por lo cual la mayor parte de la tarea docente está en manos de personas que tienen una dedicación máxima de 10 horas semanales. ¿Cómo se puede plantear una tarea de seguimiento personalizado a los alumnos, de profundización en las disciplinas, trabajos de investigación y de práctica en los futuros ámbitos de trabajo, etc. si no cambiamos la dinámica interna y generamos un plantel de docentes con otras posibilidades de acceso a una mayor dedicación?

El plantel de personal de las universidades estatales asciende a 220.308 puesto de trabajo. De los cuales 147.421 son docentes. Teniendo un crecimiento del 24% desde el año 2015 al 2024.

Un dato importante a considerar es el número (ratio) de estudiantes por docente que a nivel nacional es de 13,4 estudiantes por docente. La excepción es la Universidad de la Defensa con 191 estudiantes por docente y en el otro extremo se sitúa la Universidad de Rafaela con 6,3 estudiantes por docente (ver informe de equipo Memo).

Hay muchos casos de docentes con dedicación exclusiva que no cumplen con su labor porque además ejercen su profesión fuera de la universidad, hay casos de enorme dedicación y nobleza, así como casos de tremenda indiferencia y falta de compromiso. Hay gente que le ha dedicado su vida a la universidad y gente que conserva su puesto por el prestigio o por la obra social, pero ni se actualiza ni le interesa ningún cambio de plan de estudio que pueda incomodar su status quo.

¿Por qué no debatimos esto? Y seguimos repitiéndonos la convicción de que la universidad es algo bueno per se, no importa si las amontonamos en una sola región o repetimos carreras y superponemos ofertas o si las carreras que se eligen no responden a un proyecto de país necesario o si la docencia universitaria requiere una revisión en serio.

Y a ese debate lo asumo en legítima defensa de la educación pública.

La otra convicción que requiere ser confrontada es la accesibilidad de la universidad pública por ser gratuita e irrestricta. Ese convencimiento afirma: la universidad es para todos, a la universidad puede ir cualquier joven argentino (o extranjero), por eso es popular y democrática.

En principio, hay que considerar que las universidades de gestión estatal contienen el 80% de la matrícula estudiantil. Población que alcanza los dos millones de estudiantes aproximadamente (sin contar posgrados).

Sin embargo, y lo hemos destacado en varias oportunidades, de ninguna manera es accesible para todos, aunque sea irrestricta y no haya que pagar ningún arancel.

La tasa bruta de ingreso al 2024 es del 14,5% sobre la población entre los 18 -24 años. Eso significa que la inmensa mayoría de los jóvenes de esa edad no ingresan a la universidad ya sea porque no terminaron la escuela secundaria o porque deben trabajar y no pueden estudiar debido a que las universidades en su mayoría no tienen horarios vespertinos o planes de estudio adaptados para la gente que trabaja y estudia, o sencillamente porque ni estudian ni trabajan.

De cada diez estudiantes universitarios, solamente uno pertenece al nivel socio económico más bajo. La realidad es que los jóvenes más pobres no llegan a la universidad o llegan excepcionalmente. No tenemos un sistema universitario concebido para contener a los jóvenes que trabajan para que también puedan estudiar y no tenemos un sistema solidario de becas que permita solventar realmente los estudios a los jóvenes más desfavorecidos. Estudian mayoritariamente los jóvenes de clase media y alta.

Una vez que ingresaron (esa minoría afortunada), ¿qué desempeño tienen los estudiantes, considerando la cantidad promedio de materias que aprueban por año de cursada según las diferentes universidades? "en promedio, el 55,2% de los estudiantes de universidades públicas nacionales no aprueba más de una materia por año y tan solo el 13,2% aprueba 6 o más materias, que son las necesarias para hacer la carrera acorde al tiempo teórico"

Y finalmente, la tasa de egreso que refleja en definitiva si la universidad alcanza su cometido es de las más bajas de la región, el 23,3% según último informe oficial:

Hay que advertir que la tasa de egreso de las universidades estatales es del 18,7%.

Eso es un fracaso profundo e inocultable de un sistema al que ingresan muy pocos jóvenes, que tienen un promedio de 8-10 años para cursar sus carreras porque su desempeño en más de la mitad del estudiantado refleja un promedio muy bajo de materias por año, siendo en su mayoría jóvenes que no trabajan y pertenecen a familias que pueden sostenerlos durante toda su carrera y así mismo alcanzan a culminar sus estudios solamente un 18,7%....

Si consideramos la punta del iceberg, en cuanto al presupuesto nacional destinado a la educación superior en los últimos 42 años (desde 1980 a 2022), el crecimiento ha sido del 226%. En cambio, lo destinado a educación básica durante el mismo período ha sido del 163%. Quizá deberíamos empezar a preguntarnos sobre esa diferencia...

Y podemos decir además con el financiamiento universitario al 2024 de 2,94 billones de pesos que representa el 1,04 del PBI, apenas un poco debajo de lo que invierten países más ricos que nosotros: promedio del G20 (1,09%) y de la OCDE (1,21%)

Cierro volviendo a Nietzsche: si a veces "las verdades son ilusiones que hemos olvidado que son ilusiones" es tiempo de que nos encontremos construyendo nuevas certezas por el bien de todos nosotros, incluyendo las universidades en el conjunto de la educación pública.

Notas: Artículos citados en esta nota

1- https://philosophybreak.com/articles/nietzsches-perspectivism-what-does-objective-truth-really-mean/

2- https://www.argentina.gob.ar/educacion/universidades/informacion/publicaciones/sintesis

3- https://www.memo.com.ar/opinion/mitos-universidades/

4- Taquini, Alberto, Universidad y cambio social. Plan Taquini: presente, pasado y futuro. Eduntref, Buenos Aires, 2022

5- https://www.coneau.gob.ar/archivos/publicaciones/PermanenciaEstudiantesUniversidad.pdf

6- https://www.memo.com.ar/opinion/educacion-ideologia/ 

7- http://fadara.armada.mil.ar/assets/archivos/normativa/2%20-%20Direcci%25C3%25B3n%20Nacional%20de%20Gesti%25C3%25B3n%20y%20Fiscalizaci%25C3%25B3n%20Universitaria%20%25E2%2580%2593/DOCUS%203%20sobre%20denominaciones%20de%20t%25C3%25ADtulos%20universitarios.pdf

8- https://www.memo.com.ar/opinion/titulos-universitarios/

9- https://www.memo.com.ar/poder/recurso-humano-universidades-estatales/

10- https://www.memo.com.ar/poder/radiografia-universidades-fundacion-libertad/

11- https://www.memo.com.ar/poder/radiografia-universidades-fundacion-libertad/

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