La burla y la ironía
La columna imperdible de la Prof. Nené Ramallo, sobre el uso correcto de las palabras y todas sus derivaciones.
Por lo general, cuando escuchamos la palabra ‘burla', la asociamos con su acepción más generalizada: "Acción, ademán o palabras con que se procura poner en ridículo algo o a alguien". Esa definición es aplicable al ejemplo "No pudo soportar las burlas de sus compañeros". En ese sentido, posee innumerables sinónimos, como ‘broma' o ‘chanza; pero, en algunos, como ‘mofa' o ‘mofadura', se hace hincapié en el daño o efecto negativo que una burla puede tener, ya que se insiste en el escarnio que se hace de alguien o algo con palabras, acciones o señales exteriores: "La mofa a veces duele más que una herida física". Análogamente, existe entre nosotros y se usa en el coloquio, el término ‘gastada', que nuestro Diccionario integral del español de la Argentina define como "frase, acto o imitación que se hace con el objetivo de ridiculizar y reírse malintencionadamente de una persona o de una cosa, poniendo de relieve sus defectos o características negativas: "Los opositores al gobierno le hicieron una gastada, a través de los medios, a raíz de los últimos anuncios".
Hay, además, un vocablo onomatopéyico, ‘chacota', que no solamente señala alegría ruidosa para festejar algo, sino que puede indicar la burla que se hace acerca de algo o de alguien: "El nuevo docente, con sus ideas innovadoras, fue tomado a la chacota por los adolescentes". También de origen onomatopéyico es ‘befa', que supone una burla grosera e insultante: "Se alejaron del lugar, ofendidos por las befas de algunos desubicados". También posee connotación negativa la palabra ‘escarnio', ya que implica crueldad y humillación, como lo señala su definición: "Burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar"; lo advertimos en su relación con el verbo ‘escarnecer', que encierra, precisamente, esa idea de desprecio: "Fue triste su final porque sufrió el escarnio público".
Al entrar a la esfera de la burla cruel, se nos presenta el vocablo ‘sarcasmo', cuyo concepto queda definido como una "burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo": "Su respuesta fue dada con total sarcasmo". Puede ser usado retóricamente como procedimiento discursivo que consiste en valerse de la ironía para ejercer la crítica de manera mordaz: "El escrito fue hecho con sarcasmo para censurar ácidamente la política reinante". El adjetivo que le corresponde es ‘sarcástico', cuyo valor se resume a partir de sus sinónimos ‘punzante' e ‘incisivo': "Hirió a más de uno con sus comentarios sarcásticos".
En lugar de este sustantivo, se puede usar ‘socarronería', término con el cual se designa la "astucia o disimulo acompañados de burla encubierta" o la "expresión de una persona que se burla de los demás de forma irónica y con disimulo": "No me molestaría un ataque directo, pero sí no soporto su solapada socarronería". El adjetivo que le corresponde es ‘socarrón', que puede definirse como ‘mordaz': ambos términos se atribuyen al "que murmura o critica con acritud o malignidad no carentes de ingenio".
También, nos remitimos a ‘sardónico', adjetivo que puede referirse al humor o al ingenio, expresados de manera inteligente, a veces incómoda, maliciosa, escéptica, cínica, cruel: "Ese humor sardónico nos hace pensar en una realidad amarga, lamentablemente".
Varias de las definiciones dadas incluyen el vocablo ‘ironía'; se hace preciso, entonces, aclarar cuál es su concepto: en primer lugar, es una "burla fina y disimulada", pero también es la "expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla disimulada": "Cada una de sus notas aparece teñida de una fina ironía, que te provoca, en algunos momentos, risa y, en otros, tristeza". Si ella cae en lo agresivo, corrrosivo y punzante, podemos cambiar el término por ‘causticidad': "Si algo caracteriza su modo de escribir es la causticidad con que critica a ciertos escritores".
Esa mezcla de sentimientos aparentemente opuestos se sintetiza magistralmente en la expresión del escritor español Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura 1922: "La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe".
Y no se puede hablar de burla e ironía sin referirse a la ‘sátira', tipo de composición en prosa o verso para ridiculizar o censurar algo o a alguien; es, por lo general, aguda, picante y mordaz: "En épocas de crisis, abunda la sátira en todo tipo de escritos".
Al volver a examinar el valor de ‘burla' y de su correspondiente verbo ‘burlar', encontramos para ellos otros sentidos; así, se burla cuando se engaña, esto es, cuando se hace creer que algo falso es verdadero: "Burlaron la vigilancia al entrar por una puerta ya clausurada". Esta acepción se acerca a la que nos dice que ‘burlar' es "esquivar a quien va a impedir el paso o a detenerlo": "Fue hábil el ratero al burlar la acción de los preventores".
Sentido también negativo posee la acepción que dice "frustrar o desvanecer la esperanza o el deseo de alguien": "Una y otra vez veo burlado mi objetivo de adquirir una nueva vivienda".
Famosa es la paremia incluida por el Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes, que nos dice "Burla burlando, se va el lobo al asno". Con ella se alude a quien, disimulando y con intención maliciosa, se va acercando a un objetivo que es de su interés.
Nos gusta concluir con el pensamiento que dice "La burla fina es una espina que todavía conserva un poco el perfume de la flor". Ello significa que una burla, aunque puede producir dolor, si encierra algo de verdad, deberá remitirnos a ella para que no sea infructuosa la crítica.