Una campaña ausente con aviso
En Mendoza, una elección opaca se juega entre el daño auto infringido de las "Fuerzas del Cielo", la resistencia de un peronismo con muchas dudas y la confusión de las terceras vías, en un clima de profundo desencanto ciudadano
El silencio de las calles mendocinas por la campaña electoral de cara a octubre, no esuna anomalía sino el síntoma de un mal mayor que recorre el país: la antipatía política. Elacto cívico de votar parece haberse convertido en una carga pesada, un trámite lejano delas urgencias cotidianas con candidatos que no logran captar lo que la gran mayoría estáesperando.
Las elecciones recientes en distritos clave como Santa Fe, CABA y, de maneracontundente, en la Provincia de Buenos Aires, han encendido una alarma roja con unaparticipación que se desplomó aproximadamente un 10% respecto a los comicioslegislativos de 2021.Este ausentismo no es casual; es el reflejo de un electoradohastiado, que mira con desconfianza la oferta política y prioriza su "metro cuadrado", sueconomía doméstica, por sobre un proyecto colectivo que ya no logra entusiasmar. Laciudadanía no se siente interpelada, sino ignorada.
Este fenómeno de desapego no es exclusivo de Argentina, sino parte de una crisisdemocrática global de proporciones alarmantes. El informe The Global State ofDemocracy 2025 introduce el concepto de "incertidumbre radical", caracterizado por undebilitamiento generalizado de la democracia en múltiples dimensiones. Los eventospolíticos en Estados Unidos, junto con conflictos geopolíticos, migraciones masivas ytendencias autoritarias -como podemos observar en Gran Bretaña-, han exacerbado estacrisis, cuyo reflejo en la región es la polarización que vemos en Brasil, Chile o Bolivia.
Los datos que nos muestra el informe de la Internacional IDEA 2025 son elocuentes: de174 países estudiados, el 54% (94 naciones) experimentaron declives en al menos unfactor democrático, mientras que solo un 32% (55 países) mostraron avances. LaRepresentación -que incluye elecciones creíbles y parlamentos efectivos- registró supeor nivel desde 2001. Aunque la Participación se mantuvo relativamente estable, tuvomás declives que avances, un dato que explica perfectamente el desencanto y laabstención que crece en elecciones como las mendocinas.
En este contexto global y nacional, la campaña mendocina avanza con una opacidadpreocupante. Los candidatos brillan por su ausencia en los recorridos barrialestradicionales, reemplazados por spots digitales y actos cerrados que no logran permearen el sentir popular, se hablan entre ellos. La provincia, con su idiosincrasia única y susproblemas específicos, parece estar librando una elección que no le pertenece del todo,secuestrada por el ruido ensordecedor de la política nacional.
La estrategia del oficialismo local, la alianza LLA-Cambia Mendoza, es clara: intentar portodos los medios provincializar el convite, aislando la elección de la gestión de JavierMilei. El tsunami negativo generado por la estrepitosa derrota de las "Fuerzas del Cielo"en Buenos Aires, sumado al escándalo de las coimas en el área de Discapacidad que salpica a la hermana del Presidente, opera como un ancla que frena cualquier intento dedesacople. Cada anuncio local es opacado por un nuevo sobresalto nacional, forzando alos candidatos a gastar energías en explicaciones y distancias en lugar de poder exhibiruna gestión o proyectar ideas. El piso de apoyo libertario/radical es firme, pero el techo decrecimiento se ve limitado por este ruido de fondo que alimenta el malhumor social.
Frente a este escenario, el Frente Justicialista (peronismo) intenta recomponer su dañadotejido electoral. Acostumbrado a perder -no gana una elección provincial desde 2011-, suobjetivo parece ser más modesto: mantener un piso electoral que ronde el 20% yconservar sus bastiones municipales. Lejos está de presentar una alternativa revitalizadaque ilusione; su discurso se reduce a capitalizar el desgaste oficialista, esperando que elvoto de rechazo al gobierno nacional los beneficie por default, una estrategia que hastaahora ha mostrado sus limitaciones.
En esta grisura, irrumpen las terceras vías, pero lo hacen de manera atomizada yconfusa. El Frente Verde con Libres del Sur (ex socios de Cambia Mendoza), ProvinciasUnidas (el heterogéneo matrimonio entre el difonsismo y el PRO) y el Frente LibertarioDemócrata (demócratas y libertarios disidentes) compiten por el mismo espacio: el del"espanto". Su relato es similar: "no son ellos, somos nosotros". Prometen una supuestasensatez alejada de la polarización, pero al no diferenciarse sustancialmente entre sí ycarecer de una figura de peso unificadora, diluye su mensaje y confunden al elector.
Los espacios de tercera vía, o como me gusta llamarlos "los Marra B", en lugar deenamorar con propuestas, apelan al miedo de un triunfo del oficialismo o delKirchnerismo, una estrategia que, en una provincia ávida de propuestas concretas, pareceinsuficiente para galvanizar un voto de protesta coherente. En definitiva, la campaña estáal verde vivo: todos ven el peligro de quemarse, pero nadie logra encender la chispa delentusiasmo.