SUTE, la fragilidad de un triunfo minoritario
La opinión sobre las elecciones realizadas en el SUTE y que le dieron el triunfo al oficialismo kirchnerista.
El análisis de las elecciones del SUTE, basándose en los principios de la democracia sindical y la representación efectiva, nos obliga a plantear una objeción de fondo a la celebración de la victoria oficialista: un triunfo con el 28% de los votos del padrón total no es un mandato de la mayoría, es una victoria de la minoría activa.
La participación fue del 58% sobre poco menos de 22.000 afiliados. El oficialismo consiguió "más del 50% de los votos" emitidos.
El punto crítico: ¿cómo puede una gestión sindical sentirse legítima y ganadora al movilizar y convencer solo a uno de cada cuatro afiliados? El contundente 72% del padrón NO votó por el oficialismo, bien por votar a otra lista, o, de manera aún más preocupante, por abstención.
La defensa de la democracia exige que los cuerpos de gobierno, especialmente aquellos que representan a un colectivo tan fundamental como los educadores, busquen la mayoría del total de sus representados. Un sindicato que obtiene su legitimidad para negociar el destino laboral de miles de personas con solo un tercio del padrón le confiere a su victoria una fragilidad inherente.
El problema no es que el oficialismo haya ganado bajo las reglas existentes (cuyas facultades se deben respetar), sino que las reglas no están a la altura de una democracia sindical sana.
Para garantizar una representación gremial verdaderamente sólida y adecuada, es imperativo establecer mecanismos y umbrales de participación mínimos:
Umbral mínimo de participación: alternativamente, se debería exigir un porcentaje mínimo de participación (ej. 60% o 70% del padrón) para validar la elección en primera vuelta, obligando a las conducciones a combatir la apatía y el desinterés, que a menudo son sinónimos de descontento con la oferta gremial.
El gran perdedor de esta elección no es la oposición, sino la democracia sindical. Que un 42% de los afiliados haya decidido no participar es una señal de alarma. Esto puede indicar:
Apatía: desinterés o desencanto con la política interna del gremio.Desconexión: sentimiento de que la elección es un mero trámite y que los resultados no afectarán su realidad laboral.Una conducción sindical fuerte no es solo la que gana una elección, sino la que tiene la capacidad de convocar a la unidad total a sus representados. La falta de participación masiva debilita la capacidad de presión del gremio en la mesa de negociación, pues el gobierno de turno puede argumentar (y con razón) que las medidas de fuerza son impulsadas por una minoría, deslegitimando la representación docente.
Si bien el oficialismo se mantiene dentro de las normas, el porcentaje obtenido es una luz amarilla. Un sindicato debe aspirar a ser la voz de la mayoría. Mientras no se implementen parámetros que fuercen una mayor participación y exijan un consenso más amplio, esta gestión, a pesar de su victoria, estará permanentemente endeudada con el 72% de los docentes que no les dieron su voto. Es una victoria numérica, pero una derrota en términos de representatividad plena y legitimidad democrática.