Educación y política en la sociedad de la incertidumbre
El Prof. José Jorge Chade analiza "una crisis que no es solo económica" en esta nota.
La educación nunca puede ser apolítica: ninguna decisión educativa es una cuestión privada, sino siempre pública y política. El vínculo entre las acciones educativas y los objetivos de la política es imprescindible, ya que sobre él se construye el proyecto para el futuro de la sociedad que se pretende construir. La acción educativa, al igual que la política, nunca es neutra, sino que siempre supone tomar posición en favor de determinados fines, basándose en valores, principios, ideales y esperanzas que se traducen en proyectos, decisiones, compromisos, riesgos y valentía para una transformación intencionada "con vistas a".
Estas afirmaciones dejan abierta la necesidad de explicitar el sentido y las perspectivas de las intervenciones educativas y de la propia dimensión del proyecto, ya que la existencia misma es un camino tortuoso, hecho de retornos, de reanudaciones, de cambios de dirección, no necesariamente lineal en su avance hacia la dirección prevista. En el momento histórico actual, caracterizado por una crisis que no es solo económica, sino también "una crisis de sentido", las personas parecen desorientadas "hasta el punto de no saber ya cómo organizar su vida, hacia dónde orientar sus esfuerzos, hacia qué objetivos comprometerse día a día" (Bertolini, 1988, p. 46).
Ese compromiso con la responsabilidad es el principal punto de encuentro entre la política y la educación, que no significa adoctrinar políticamente. Edmund Husserl afirma la responsabilidad proyectual en la construcción del camino del sentido de la humanidad. Lo que orienta, dirige, ralentiza, desvía e impulsa en este camino hacia la realización de un proyecto está principalmente relacionado con la experiencia vivida (Erlebnis), que es propia del sujeto, pero que también comprende la totalidad de las experiencias intelectuales y emocionales de las relaciones con los demás. Para poder intuir, comprender desde dentro (Verstehen), sentir, participar en la vida de los demás, la planificación educativa y política debe necesariamente captar el sentido de las actividades humanas, de su asociación, de la construcción de ideas, usos, leyes, religiones, visiones del mundo. En una palabra: la construcción de proyectos y el saber integrar las competencias.
La asunción de responsabilidad por parte de quienes educan, al igual que por parte de quienes gobiernan, tiene una función tanto más conservadora (transmisión del patrimonio cultural heredado) cuanto más pretende imponer normas uniformes de comportamiento y pensamiento. Los movimientos o partidos conservadores y progresistas (o revolucionarios y contrarrevolucionarios) se han enfrentado y alternado a lo largo de la historia política. Y no es casualidad que el término reeducación se repita en el sistema de los campos nazis, en los gulags soviéticos y en los laogai chinos para forzar la adaptación de los sujetos «desviados» a la estructura sociopolítica y cultural dominante. Una primera cuestión que se plantea es, por lo tanto, si la educación puede configurarse como un apoyo a las estructuras políticas existentes en defensa del statu quo, o si, por el contrario, debe asumir la construcción de la humanidad en una apertura al futuro y al cambio.
En este sentido, no puede dejar de tomar posición. El término responsabilidad deriva del latín responsum, y significa "responder". Esta raíz se refiere a la capacidad de dar respuesta a una obligación o compromiso. El significado etimológico se basa en la idea de ser capaz de responder, ya sea por las propias acciones o por una deuda. y responder significa darse cuenta de las necesidades y decidir corresponder a una llamada, dejarse cuestionar por los demás que nos interpelan, es decir, sentirse interpelado para buscar respuestas.
Un aspecto de la política que rara vez se tiene en cuenta es su repercusión en el ámbito educativo. No me refiero aquí a la influencia intelectual de las ideologías, que actualmente se encuentran en profunda crisis. Pero ya Aristóteles había observado que, en el ámbito moral, la educación en las virtudes -hoy preferimos hablar de valores- no depende tanto de "sermones" abstractos y a veces "de plástico" como del ejemplo que nos da el entorno en el que crecemos y vivimos.
La política forma parte de este entorno vital. Los periódicos y los noticiarios de radio y televisión hablan cada día de política y de las decisiones de quienes la gestionan. E, inevitablemente, los protagonistas de la vida pública representan modelos éticos. Esto es válido para todos, pero en particular para los jóvenes, que inevitablemente ven en el éxito de un personaje político la confirmación del sistema de valores en el que se inspira su comportamiento. Por supuesto, nos referimos aquí a los líderes reconocidos por los medios de comunicación y la opinión pública como expresiones de nuestra civilización y nuestras costumbres. Es improbable que se considere a Putin o a Xi Jinping como modelos éticos.
La pedagogía y la política son históricamente portadoras de tensiones transformadoras como fuerzas que actúan en la dirección del cambio de la sociedad y la civilización.
Fuentes consultadas:
Giuseppe Savagnone Artículo en Settimana news. A che cosa la politica sta educando i giovani? 13 luglio 2025, Italia
Educazione e política, Piero Bertolini, Cortina Editores. Bologna, 2003