Opinión

Cuando las urnas despejan el cielo

Fernando Gentile opina sobre el significado de que se haya llegado a votar cuando todo indicaba que, en las apariencias, el gobierno se venía abajo.

Fernando Gentile
FG & Co.Consultor y Mentor. Estrategia y Liderazgo.

A veces las elecciones no solo corrigen rumbos: aclaran el horizonte. Tras semanas de pesimismo y desgaste político, la voz de los argentinos volvió a ordenar la agenda nacional.

Voy a aclarar que no estaba a favor de realizar elecciones cada dos años. Me parecía que los políticos, en general, estaban más ocupados en las campañas electorales -enfocados en mantener sus puestos y los de sus aliados- que en lo más importante: la gestión. Esa es, en definitiva, la responsabilidad que el pueblo les confiere a través de su voto.

Además, considerando la situación económica que viene padeciendo la Argentina, generar un gasto tan importante me resultaba un exceso: un gasto para cumplir propósitos políticos y electorales más que un beneficio real para la democracia.

Pero también debo reconocer que lo ocurrido en estos últimos tiempos me hizo, al menos, replantear las bases sobre las que construía ese análisis.

En los últimos meses, la situación en el país se transformó: de una gran esperanza y expectativa luego de las elecciones de 2023, a una sensación de decaimiento, sensibilidad y cierta decepción. Una decepción comprensible, porque la clase política se esmera -y mucho- en provocarla.

El clima social y mediático fue enrareciéndose: abundaban las noticias negativas sobre el oficialismo, se cuestionaba la eficacia del modelo económico, se hablaba de un fin de ciclo nuevamente, y se sumaban casos como las supuestas "coimas de representantes de LLA", "el caso Libra", denuncias por presuntos vínculos con el narcotráfico de un candidato oficialista, la desconfianza, la escasez de dólares y los pedidos de ayuda al gobierno de Estados Unidos.

La opinión pública, los medios de comunicación y las redes sociales amplificaban este escenario con un tono pesimista, y las conversaciones de la gente en la calle también reflejaban esa sensación de desgaste y desconfianza.

Las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires, el 7 de septiembre, reforzaron esta narrativa con un resultado favorable a Fuerza Patria y la proyección de Axel Kicillof como posible líder opositor. El clima previo a la elección nacional era de motivación debilitada y de círculo vicioso. ¿Una vez más...?

Un día después de las elecciones nacionales legislativas, me permito revisar esa mirada inicial. Y creo que, en esta oportunidad, las elecciones -aunque apenas a dos años de las presidenciales- fueron necesarias. No hay mejor forma de aclarar la visión y el panorama que la voluntad de los ciudadanos. La fuerza, la claridad y la contundencia con la que se expresa la sociedad marcan el camino, la discusión y el norte del país.

Los argentinos respaldaron a un gobierno que, si bien ha tenido errores -muchos de ellos no forzados-, defiende un modelo con pilares con los que una gran mayoría se identifica, especialmente en Mendoza: libertad, más libre mercado y menos intervención del Estado, defensa de la propiedad privada y valoración del mérito.

Lo que ocurrió fue similar a lo que pasa con el viento zonda: ensucia, reduce la visibilidad, hace caer las hojas, obstaculiza el camino y vuelve difícil transitar. Pero, luego, llega el viento sur: despeja el cielo, estabiliza la temperatura y permite que el sol vuelva a dar luz.

Hoy, la agenda es otra. Los votantes le dieron al Gobierno nuevamente su confianza para lograr las transformaciones y resultados que prometió. Para eso deberá alcanzar acuerdos con la nueva composición del Congreso; la oposición tendrá que acompañar con responsabilidad constructiva, y la opinión pública centrarse en los temas que a la gente realmente le importan.

Entiendo que el gobierno y la Argentina tienen hoy una oportunidad histórica para hacer lo necesario y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Además, el escenario internacional posiciona al país como un aliado relevante de Estados Unidos, un factor que también puede jugar a favor.

Llego a la conclusión de que las elecciones son necesarias. Sirven tanto para respaldar una gestión como para marcar un cambio de rumbo. Y para eso no hay mejor herramienta que la voz del ciudadano: la forma democrática de expresar su parecer, hacer su reclamo y pronunciar su voluntad.

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