Análisis

Zohran Mandani: ¿Como ganó la alcaldía de Nueva York?

Sergio Bruni analiza el triunfo del socialista inmigrante enlazados alcaldia de Nueva York: los factores que lo catapultaron allí.

Sergio Bruni
Analista político. Designio Consultora.

La propuesta de campaña de Mamdani fue simple y constante: Construir una ciudad más asequible. Nueva York es la ciudad más cara de Estados Unidos y figura entre las más costosas del mundo entero. El alquiler medio supera los 3.000 dólares al mes, y aunque Nueva York es también la ciudad más rica de todo el país, uno de cada cuatro neoyorquinos no puede permitirse lo esencial: la vivienda, comida, cuidado de menores o atención médica.

Frente a esa realidad, el plan de Mamdani fue conciso, se sintetizó en tres ejes que repitió a lo largo de toda la campaña:

1.-Congelar durante cuatro años los alquileres de los apartamentos.

2.- Hacer que las guarderías sean gratuitas para niños de hasta cinco años.

3.-Conseguir que los buses de transporte público no tengan costo para sus usuarios.

Ha sostenido que su propuesta será financiada con un impuesto del 2% a quienes ganen más de un millón de dólares al año. Una rareza en los actuales tiempos y está por verse si podrá hacerlo.

Mamdani, de 34 años, logró hacer lo que pocos políticos han logrado en los últimos años, conectar con los jóvenes. Lo hizo con naturalidad, durante el fin de semana previo a las elecciones, se le vio haciendo una recorrida por bares por toda la ciudad y acabó de fiesta de madrugada con sus seguidores.

La conexión que Mamdani pudo construir con los más jóvenes se debe en gran parte a su dominio de las redes sociales. El demócrata, de 34 años, mostró que es un milenial en todo el sentido de la palabra. Desarrolló una campaña viral casi de principio a fin. Tras anunciar su candidatura hace un año, comenzó a circular un vídeo de 2019 en el que aparece rapeando sin camisa, solo con un delantal puesto, desde dentro de un carrito de comida. Para aquel entonces, cuando dijo que sería candidato, las encuestas le daban pocas o nulas posibilidades de ganar.

Sin embargo, su equipo fue cultivando su presencia en las redes, sacando vídeo tras vídeo, reel tras reel, y acumuló millones de vistas, comentarios y likes. A su campaña se sumaron actores, cómicos, raperos y otros íconos de la cultura popular. Supo aprovechar otras tendencias virales para posicionarse. Por ejemplo, en la semana previa a las elecciones del pasado martes, publicó un video en español en el que comienza diciendo: "¡Nueva Yooooooool!" en referencia a la canción de Bad Bunny que se ha vuelto un himno de la ciudad.

Cuando en uno de los debates le preguntaron quién había sido, a su juicio, el mejor alcalde en la historia de la ciudad, Mamdani respondió sin vacilar: Fiorello La Guardia. Miembro del Partido Republicano y alcalde entre 1934 y 1946, La Guardia amplió los programas sociales, abarató el transporte público, construyó autopistas, piscinas y parques infantiles, creó la primera autoridad pública de vivienda del país e impuso controles de los precios de los alquileres. La Guardia gobernó en plena era del New Deal, cuando la intervención pública encarnaba una nueva promesa de prosperidad, y mantuvo una relación privilegiada con Roosevelt, pese a pertenecer a partidos diferentes. La Guardia era republicano y Roosevelt era demócrata. El entonces alcalde de Nueva York repetía asiduamente: No existe una manera republicana o demócrata de recoger la basura.

El punto de partida de la novedosa campaña de Mandani fue pasar del miedo a la esperanza. Comenzó su campaña con un diagnóstico claro: su partido estaba desconectado de la población. Los votantes urbanos, configurado mayoritariamente por los inmigrantes que constituyen el 38% de los habitantes de Nueva York, asfixiados por el costo de vida, habían dejado de creer que la política podía visualizar su realidad cotidiana. Ante el enojo de los neoyorquinos, irrumpió en tan solo un año, un outsider joven que cambió el eje de las campañas.

La mayoría de las campañas seguían orbitando en torno al miedo, al crimen, a la inseguridad, al caos urbano, Mamdani decidió invertir la ecuación: no hablar del miedo, sino de la esperanza, material, tangible, concreta.

"Si la ciudad no puede protegerte del alquiler, no te está protegiendo de nada", fue una de las frases que resumía su ideario.

Detrás de esa frase, había una lectura de contexto precisa: la batalla cultural se libraba entre la frustración económica y la necesidad de pertenecer a la gran manzana. Y Mamdani se presentó como un candidato que entendía ambas.

El corazón de la campaña fue un ejército de voluntarios organizados como red neural humana. Cada persona que tocaba una puerta dejaba registrado: nombre, tema dominante, predisposición y uso de redes. La retroalimentación volvía al núcleo central, donde un equipo analizaba patrones. El resultado: un mapa emocional del electorado. No solo sabían quién iba a votar, sino por qué lo haría. Cada conversación en una escalera, cada flyer entregado en mano, era un punto de contacto tan o más valioso que mil impresiones digitales.

Mamdani y su equipo comprendieron que el contenido político solo se vuelve viral cuando deja de parecer político. Sus piezas audiovisuales no eran spots, sino memes con mensajes implícitos. Historias personales, clips con ritmo de cultura digital, tono casi humorístico, lenguaje visual alejado de las solemnidades. Nada de música épica ni logos institucionales. La constante fue la música urbana, hip hop, reguetón, trap y ritmos latinos.

Su discurso no fue ideológico, fue narrativo. Donde otros candidatos decían "soy progresista", él decía "quiero que tu alquiler deje de ser una condena.

Lo que se discutía no era la izquierda o la derecha, sino la posibilidad de vivir dignamente en una ciudad que te expulsa. Esa reescritura del marco comunicacional fue quirúrgica: Sustituyó el eje ideológico por uno existencial. Habló menos de "justicia social" y más de "derecho a quedarse". Cambió el relato de lo que el Estado debe hacer por lo que tú mereces recibir.

Cuando la mayoría de los políticos intenta ser protagonista, Mamdani hizo lo contrario: se convirtió en el símbolo de una voz colectiva. Su comunicación evitó el ego, no se trataba de "él" sino de "nosotros". El diseño visual, los slogans y hasta las fotos seguían esa lógica: Mamdani siempre en movimiento, entre gente, sin jerarquías. Era uno más y el público lo percibió de esa manera.

Cada victoria electoral novedosa, requiere un público nuevo. Mamdani lo encontró en los márgenes: jóvenes, inmigrantes, inquilinos precarios, personas sin hábito de voto. No los persuadió: los incorporó, los hizo sentirse que "ellos eran él". Esa fue su acción política más disruptiva y donde podemos encontrar la clave de su éxito en la campaña: convertir la participación política en un acto de pertenencia emocional.

Mamdani no solo ganó una elección. Validó un modelo comunicacional que une, el rigor del análisis político de contextos, con territorio y cultura digital. La utilización de redes sociales e inteligencia artificial para testear la emocionalidad del votante. La comunicación lo mostró espontáneo, auténtico y como una más de la tribu que quería liderar.

Mejor no podría haberlo realizado, hace un año no tenía ningún conocimiento público. Hoy es el alcalde electo de una de las grandes ciudades y más cosmopolita del mundo.

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