Chile elige presidente el domingo y también giraría a la derecha
Son los primeros comicios con voto obligatorio, lo que aumenta las dudas sobre el resultado. Las encuestas son favorables a las ofertad de la derecha.
La elección presidencial de Chile en 2025 se presenta como una de las más polarizadas y decisivas desde el fin de la dictadura.
Para comprender el escenario, estas son las claves fundamentales:
La crisis y competencia de la centroderecha
Cuatro candidaturas concentran la disputa: Jeannette Jara (centroizquierda, oficialismo), José Antonio Kast (Partido Republicano, derecha), Evelyn Matthei (Chile Vamos, derecha tradicional) y Johannes Kaiser (Movimiento Nacional Libertario, ultraderecha).
Las encuestas muestran que Jara podría ganar en primera vuelta, pero perdería el balotaje frente a cualquier candidato de derecha o extrema derecha. Lo nuevo es el repunte de Kaiser, que en algunos sondeos empata con Kast y Matthei.
Esta polarización es profundamente asimétrica: mientras la derecha se radicaliza hacia posiciones autoritarias y ultraliberales, la izquierda institucional gira cada vez más hacia el centro, buscando acuerdos con la vieja Concertación y retrocediendo en banderas históricas como la nacionalización del cobre o el aborto libre.
Kast propone un ajuste fiscal, recortes sociales y más poder para militares y policías. Kaiser promete ir aún más lejos: 100.000 despidos en el sector público y militarización del orden interno.
Matthei, por su parte, intenta mostrarse como la 'moderada', pero también propone recortes y medidas de austeridad. Jara, en cambio, impulsa una coalición con la vieja Concertación, ofreciendo continuidad con el modelo actual bajo el discurso de la 'socialdemocracia responsable'.
El eje de la campaña no está en las demandas sociales sino en la seguridad y la migración, con un consenso generalizado en torno al "orden" y el ajuste. Kast y Kaiser compiten por quién es más duro en el ajuste fiscal y la represión, mientras Matthei se muestra como la opción de "gobernabilidad" pero con ajuste. Jara, por su parte, promete continuidad y "responsabilidad fiscal", sin tocar los intereses de los grandes empresarios. En el fondo, todas las candidaturas punteras aceptan el mismo marco: el protagonismo de los empresarios y la subordinación de los trabajadores.
El estancamiento no es casual: expresa el status quo de la política chilena. Tanto Kast como Jara y Matthei, con diferencias de énfasis y estilo, representan variantes de un mismo objetivo: administrar el modelo neoliberal en crisis. Kast (27%) y Matthei (13%) encarnan proyectos burgueses ligados directamente al capital imperialista y a los grandes grupos empresariales, con programas que no esconden su orientación hacia la mano dura y el orden neoliberal.
El oficialismo, de la mano de Jara (28%), tampoco escapa a ese marco. Con un discurso más progresista y apelando a la redistribución, su proyecto recuerda las viejas fórmulas de la Concertación: compensar las desigualdades sin tocar las raíces de la acumulación capitalista.
Detrás de la aparente calma electoral, persiste un profundo descontento social. El estallido de 2019 no fue derrotado históricamente, sino canalizado y contenido por el gobierno de Boric y la institucionalidad. Las condiciones estructurales que lo provocaron -pensiones miserables, precariedad laboral, crisis de vivienda, educación privatizada y concentración de la riqueza- siguen presentes. El miedo de las élites a un nuevo estallido es real, y el orden actual es frágil.
La alternativa de la izquierda
Frente a este panorama, la izquierda anticapitalista, nucleada en el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) y otras expresiones, plantea una alternativa independiente de los partidos del régimen y los empresarios. Sus listas están compuestas por trabajadores, mujeres y jóvenes luchadores, y levantan un programa de "ruptura con el capitalismo, nacionalización de los recursos estratégicos bajo control de los trabajadores, y defensa de los derechos sociales y democráticos".