Educación

Freire, el gran maestro latinoamericano

Notas para entender los fundamentos del pensamiento progresista (parte 3), por Isabel Bohorquez.

Isabel Bohorquez

Hice mi doctorado en Educación hace por lo menos veinte años.

Mi tesis se basó en la obra de Paulo Freire.

Le dediqué cinco años de estudio a la obra completa de este pedagogo y su labor en el Brasil natal con el campesinado analfabeto, su exilio en Chile y Estados Unidos, su vuelta a Brasil luego de haber colaborado con las colonias portuguesas (Guinea Bissau) emancipadas en África como parte del proceso independentista ocurrido en 1973/1975 y su influencia en cuanto a la perspectiva de una educación liberadora considerando las luchas, desigualdades e injusticias en territorio latinoamericano, así como en otras regiones del mundo.

Busqué respuestas, además de estudiar y aprender sobre pedagogía popular y sobre procesos de alfabetización, y coincidió casi en simultáneo con la etapa en que yo me desempeñaba como directora en una escuela de un barrio de clase trabajadora en mi ciudad, donde vivíamos a diario circunstancias que nos ponían mano a mano con la pobreza, las carencias y las injusticias.

Visitábamos las familias, recorríamos el barrio y en tantas historias encontramos siempre la esperanza de una vida mejor para sus hijos a través de la educación.

Desde esta escena cotidiana, fervorosamente convencida de que la escuela puede ser un gran catalizador social obrando a favor de las transformaciones necesarias y mi propio empeño en formarme, me aboqué a estudiar y a profundizar en uno de los padres de la denominada pedagogía crítica.

La escuela, acorralada

Un dato de singular importancia para entender la influencia de Freire en el campo educativo desde una perspectiva progresista: su texto Pedagogía del oprimido (1968) es considerado el libro de pedagogía más relevante del siglo XX y el más traducido a idiomas en el mundo entero.

¿Quién fue Paulo Freire y cómo fue que resultó en uno de los mayores exponentes de la pedagogía latinoamericana que inspiró incluso a intelectuales de otras latitudes?

Me animo a afirmar que la infancia y juventud de Freire marcaron profundamente su pensamiento. Nació en 1921 en el seno de una familia de condición de clase media en Recife -ciudad situada en Pernambuco una de las regiones más pobres del nordeste del país- que quedó desvalida a causa de la enfermedad y muerte temprana de su padre (cuando él tenía apenas 13 años), con una pensión mínima para la viuda en un Brasil socialmente muy desigual que los obligó a una mudanza a Jaboatão donde creció con otros niños aún mucho más pobres.

Conservaron el piano, como su padre conservó la corbata hasta el final a pesar de las dificultades que enfrentaron, y con ello, él recuerda que su familia preservó sus valores y códigos propios de su clase, aún en medio de sus apremios y penurias. También menciona que la percepción que los otros niños tenían de ellos, era la de ser de otro mundo que sólo estaban accidentalmente en el suyo.

Las profecías autocumplidas en la educación argentina

Esta percepción de la frontera de clases es vívidamente mantenida en sus búsquedas personales el resto de su vida, como una forma de respuesta y de lucha por quienes él llamaba "hombres y mujeres existencialmente cansados e históricamente anestesiados": los oprimidos.

Cursó sus estudios secundarios con una beca en un colegio privado donde daba clases de apoyo en portugués a sus compañeros y posteriormente ejerció como profesor de portugués para ayudar a la familia y además pagar sus estudios universitarios.

Se graduó en Derecho, aunque prácticamente nunca ejerció y se dedicó a la docencia.

Su interés por la alfabetización de los adultos fue creciendo a medida que transitaba distintos escenarios laborales (inclusive el ámbito universitario donde tuvo en sus inicios con muchas dificultades para su incorporación), ya que la problemática del campesinado analfabeto, pobre y marginal fue una de sus preocupaciones fundamentales que se convirtió en la catapulta que lo hizo trascender desde Recife a nivel nacional con su método de alfabetización que enseñaba a leer y escribir a los campesinos y obreros en 45 días.

Es importante considerar que, en Pernambuco, de los veinticinco millones de habitantes que tenía en ese momento, quince millones eran analfabetos (un 60% de la población mientras que por la misma época en toda la Argentina el analfabetismo era menos del 5%). Una ley vigente en ese tiempo impedía que los analfabetos pudiesen emitir su voto, por lo tanto, la efectividad de su método cobró interés político para los grupos que buscaban el respaldo de esa población marginada.

Freire se abocó a crear círculos de cultura popular, entendiendo que en esta tarea emancipadora de leer el mundo anidaba la fuerza de una utopía trascendente: la liberación de conciencias dormidas y dominadas por un entorno opresor que domesticaba y marginaba. Leer y escribir para él es un acto de rebeldía, de admiración del mundo, de comprensión y de co-creación. Aprender el mundo interviniendo en el mundo, en su lectura y en su reinvención. No es una cuestión de repetir de memoria palabras ajenas sino de apropiarse de un universo vocabular, de las palabras importantes, significativas, aquéllas que nombran el mundo y revestirlas de significado. Pronunciarlas para ser parte del mundo.

Mucho se ha debatido sobre la influencia marxista en el pensamiento freireano, asociando a éste una bandera de lucha por la liberación de los oprimidos enarbolada por los movimientos de izquierda en toda la región latinoamericana. Algo así como Freire y Marx son el Pueblo.

La inclusión educativa, ¿sí o no?: Historias reales

Sin embargo, las corrientes filosóficas que fecundan su obra (aún en discusión) nos permiten reconocer un Freire cuyas fuentes filosóficas evidencian una complejidad mayor y en evolución: "(...) nos permiten individualizar, por un lado, el pensamiento existencial (el hombre como un ser en construcción), por otro lado el pensamiento de la fenomenología (el hombre construye su conciencia como intencionalidad), el pensamiento marxista (el hombre vive en el dramatismo del condicionamiento económico de la infraestructura y el condicionamiento ideológico de las superestructura dominante), y la filosofía hegeliana (el hombre, como autoconciencia, parte de la experiencia común hasta elevarse a sí misma al conocimiento puro, por la dialéctica)".

Y debo agregar, su perspectiva humanista de raíz cristiana.

La opción amorosa y trascendente con que interpreta la acción educadora registra esa huella teológica que asume como proceso de humanización. Freire se ocupa especialmente del proceso de concientización (si bien luego relega el uso del término por considerar que fue mitologizado o peor aún, convertido en baluarte de otras causas). Porque considera que en esta relación dialéctica mundo-conciencia en juego y la progresiva capacidad crítica, lúcida frente al mundo para su transformación, radica la hominización de la persona. La concientización es hominización. (término que toma del teólogo cristiano Teilhard de Chardin)

"El cristiano militante que es Paulo Freire cuando habla de libertad, de justicia o de igualdad cree en estas palabras en la medida en que ellas estén encarnando la realidad de quien las pronuncia. Sólo entonces las palabras, en vez de ser vehículo de ideologías alienantes, o enmascaramiento de una cultura decadente, se convierten en generadoras (de ahí lo del tema generador en su pedagogía), en instrumentos de una transformación auténtica, global, del hombre y de la sociedad. Por eso mismo, es verdad en Paulo Freire que la educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad, a la que no teme; más bien busca transformarla, por solidaridad, por espíritu fraternal".

Más tarde, en las décadas del 70 y 80, su trabajo de alfabetización, bajo la denominación de "método Paulo Freire" y "concientización" fue interpretado como un passe-partout para la revolución. Por esta razón, él dejó de usar esas expresiones, enfatizando el carácter político -no doctrinario- de la educación y su necesaria "reinvención" en circunstancias históricas diferentes.

Comenzó a tener discrepancias en el modo de interpretar la tarea educativa con otros militantes católicos, protestantes y comunistas: una cartilla de alfabetización provocó el conflicto. Sus autores escogieron una directriz política de abordaje de cinco palabras generadoras: pueblo, voto, vida, salud y paz. Con ellas formaban sentencias como: "El voto pertenece al pueblo", "Pueblo sin casa vive en los mocambos", "en el Nordeste sólo habrá paz cuando las injusticias sean eliminadas en sus raíces", "La paz surge sobre la base de la justicia" ... y esperaban que ellas suscitaran la discusión política. Freire se opuso a estos mensajes impuestos, por considerar que producían efectos domesticadores en contradicción con un objetivo libertario manifiesto. Él consideraba que la exigencia implícita de docilidad de parte de los educandos, viniendo de la izquierda o de la derecha, demandan una aceptación acrítica de sus doctrinas y suponen una manipulación de las personas destinatarias. Los sectores con los que tuvo este conflicto habían comenzado a trabajar desde una estricta doctrina marxista - leninista.

Alas, alas, necesitamos alas

Freire buscaba entonces, despertar el interés en las personas analfabetas por las palabras o sílabas desde otro marco existencial, el de la propia conciencia del sujeto que se hace social y política en la medida en que primero se descubre individual y personal. De este proceso de dilucidación, de admiración del mundo a partir de reconocerse como individuo situado ante el mundo, él entendía que surgirían las lecturas críticas posibles, la palabra pronunciada, el quehacer transformador.

Me detengo aquí.

¿Qué he querido plantear en esta breve (e insuficiente) descripción del pensamiento freireano?

En primer lugar, los riesgos de la ideologización de una postura pedagógica, filosófica y política que el propio autor concibió entorno a su biografía y experiencia personal, sus vivencias, sus aflicciones, sus creencias, sus lecturas, sus interpretaciones de teorías que le permitieron encontrar un camino y un método.

Freire, con ese prisma con que miró al mundo y su misión en él, su propósito, su lucha, construyó una herramienta: la alfabetización, dedicó su vida a ella y a proponer una pedagogía que justamente liberara y permitiera a cada persona reconocerse como tal y a partir de allí, reconociera su mundo y fuera capaz de intervenir en él.

Ideologizar su camino implica robarle su sentido profundo y vaciarlo hasta el punto de volverlo lo contrario.

En segundo lugar, me interesa destacar que, en este pensador, tan emblemático para el progresismo pedagógico y político, conviven fundamentos que resultan contradictorios en cualquiera que asuma una de sus perspectivas y rechace o repudie las otras.

¿Un marxista puede tolerar que Freire sea cristiano? ¿Un cristiano puede tolerar que Freire sea marxista?

¿Freire se equivocó en su interpretación marxista? ¿O lo hizo en su postura existencialista? ¿Y qué se puede pensar respecto a su concepción cristiana? ¿Todas las fuentes en que abrevó Freire para consolidar su visión del mundo y su papel en el mismo, reflejan un sincretismo confuso? o ¿muestran que cada perspectiva puede tener un relativo caudal argumental para fundamentar una mirada de la realidad?

Freire fue un hombre de su tiempo, creció en un país injustamente pobre y desigual, conoció el hambre, tuvo una crianza amorosa y una formación cristiana desde niño, se consolidó como un luchador manso y paciente a través de la tarea educadora y buscó en todas las corrientes de su época las razones que justificaran su compromiso social y político. El moldeó su visión con todas sus contradicciones y congruencias. Otros, la tornaron consignas, muchas veces autoritarias, aunque lleven su rostro impreso.

Lo que me resulta indispensable es tener en claro que todas las posturas interpretativas de la educación, de la sociedad, de la economía, de la política, nos requieren un esfuerzo de reflexión, de mirada serena y de convicción ética en que fundar nuestro accionar.

Son los contextos donde actuemos y tomemos decisiones, las aulas, los patios de recreo, un escritorio del director, allí es donde podemos definir nuestro obrar ético, liberador, humanizador o no.

Las banderas flameando muchas veces son una excusa impiadosa (y hasta cínica) para volverse los opresores que vociferan combatir...

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