Opinión

Cuando lo Requete Feo esconde un verdadero Requete Lindo

A 200 años de Frankenstein, la ética de la creación en la era de Netflix .

Marcela Muñoz Pan

No puedo morir y no puedo vivir solo

Mi mayor crimen no fue darle vida, sino negarle un lugar en el mundo

La novela Frankenstein o el moderno Prometeo, publicada por Mary Shelley en 1818, se ha mantenido vigente a lo largo de los siglos, trascendiendo las páginas para inspirar innumerables adaptaciones. Recientemente se estrenó en Netflix la película de ha revisitado estos temas, recordándonos que las preguntas filosóficas que Shelley planteó no solo persisten, sino que se vuelven más urgentes en nuestra era de inteligencia artificial, clonación y realidad virtual. La película dirigida por Guillermo del Toro (ganador del Óscar por La forma del agua), aporta su sello visual distintivo, conocido por su estética gótica, grandilocuente y profundamente emotiva, elevando el film más allá del terror gótico simple, se centra menos en el horror y más en el drama existencial, no me suelen gustar el cine de terror, pero esta película me atrapó definitivamente.

Víctor es el "moderno Prometeo" al desafiar las leyes naturales y crear vida, pero al igual que el titán, sufre un castigo por su transgresión. El monstruo es físicamente horrendo, pero inicialmente posee un alma sensible e inteligente y tiene "corazón", un corazón que atraviesa con ternura y generosidad la pantalla. La tragedia surge del juicio de la sociedad basado únicamente en su apariencia física, lo que destaca la hipocresía humana, algo parecido a una nota que está en Memo https://www.memo.com.ar/opinion/requetefeo/

Un análisis literario tradicional nos habla de ambición científica, soledad y la responsabilidad del creador. Hoy, con una visión filosófica e histórica que se repite por años, y anclada en nuestra realidad tecnológica, podemos reinterpretar la tragedia de Víctor Frankenstein y su criatura como una advertencia profética sobre el futuro que estamos construyendo. Una grieta, una lucha permanente de los constructores de lo feo y la lucha por los que apuestan a lo lindo, y para colmo las reparaciones o los arrepentimientos llegan con la muerte.

Víctor Frankenstein desafió los límites de la ciencia, animado por la idea de "jugar a ser Dios" y desvelar los secretos de la vida. La peli en Netflix, al igual que la novela, nos enfrenta a la cuestión de si el poder de crear implica automáticamente el derecho o la sabiduría de hacerlo. ¿Debemos crear algo simplemente porque podemos o por el capricho de un egocéntrico y manipulador o por soberbia, ambición? Los ingenieros de machine learning (aprendizaje automático) y los desarrolladores de IA son los modernos Prometeos. Sus creaciones, los algoritmos avanzados, están adquiriendo capacidades que desafían nuestra comprensión de la inteligencia. La novela nos advierte que la creación de vida inteligente, sin una guía ética rigurosa y un plan para su integración social, es una receta para el desastre. El abandono de la criatura por parte de Víctor es un recordatorio severo de la responsabilidad que tenemos sobre las entidades que traemos a la existencia, ya sean de carne y hueso, o líneas de código. Por más que se avance tecnológicamente, toda la humanidad sigue teniendo el mismo problema existencial. Es evidente que con el corazón o las emociones no hay avance que pueda compararlo.

En la era digital, la tragedia de la criatura de Frankenstein se repite: fue condenada por su aspecto físico (apariencia), ignorando su corazón sensible Hoy, la sociedad comete el mismo error al juzgar y rechazar a personas, ideas o entidades digitales solo por su "interfaz" (un titular, un perfil, un algoritmo), sin explorar su verdadera intención o potencial. En un mundo polarizado, esta falta de empatía convierte rápidamente a la persona diferente o marginada en un exiliado, recordándonos que la monstruosidad real reside en nuestra capacidad de rechazo y condena ante aquello que no encaja o no comprendemos.

En esencia, Frankenstein nos señala los peligros morales de la ambición sin ética, la creación más artificial tiene una necesidad de identidad, conexión y empatía que Víctor no conoce, ni sabe, ni quiere. el abandono es la verdadera monstruosidad. Muy cercano a lo que nos sigue pasando a 200 años de esa novela, a la Argentina. La falta de empatía de Víctor se refleja en la sociedad que condena o margina a grandes sectores (pobreza estructural, identidades disidentes o colectivos migrantes) basándose en su "apariencia social" o prejuicios, impidiendo su "lugar en el mundo". Seguimos de alguna u otra manera siendo Víctor, cuando encontremos nuestro "Frankenstein" interior, todo lo Requete Feo se transformará en Requete Lindo.

"Mis monstruos siempre están hechos de amor. Son criaturas que sufren porque aman demasiado. Eso es lo que los vuelve peligrosos y hermosos al mismo tiempo." (Guillermo del Toro)

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