Olivo, el oro líquido
El olivo, testigo milenario de la tierra, nos regala su fruto dorado y la inspiración.
Ayer fue el día Mundial del Olivo, fecha proclamó la UNESCO en 2019 para reconocer la importancia de este árbol milenario en la cultura, la economía y la sostenibilidad ambiental. El olivo no es solo un árbol; es un testigo silente de la historia, una criatura de la luz y de la roca. Si uno se acerca con cierta ternura, respeto y permites que te hable, no con palabras, sino con la textura de su existencia, tendrás frutos y promesas.
Su tronco, nudoso y retorcido, crece como una obra de arte escultórica tallada por siglos de sol y viento, al tocar su corteza que es rugosa, surcada por grietas profundas que parecen venas antiguas, guardando la memoria de inviernos helados y estíos abrasadores, al tocarla evocamos historias de esperanza, de fe, su madera se ensancha en una firmeza que es la pura definición de la paciencia, la presencia de ese abuelo que lo plantó, de ese padre que te enseñó a cuidar sus frutos, a cosecharlos en el momento justo como el murmullo de sus hojas, suaves cuando pasan las brisas y fuertes con el zonda, que no es capaz de derribarlo.
Vincent van Gogh: Olivos con cielo y sol amarillos.
Las hojas del olivo tienen un color muy particular, no son verdes ni grises, aunque lo parezcan, más bien, son un verde plateado, hojas lanceoladas y pequeñas, hojas que son brillos de resistencia. Su aceite afrodisíaco tiene ojos que inhalan el aire que, al mezclarse con el aroma de la tierra, extrae el oro líquido, la fragancia profunda y el punto exacto que nos despierta el alma.
Cierro los ojos y lo imagino un poema de pertenencia, un ancla de perseverancia, un símbolo de paz y unidad, ancestral, va uniendo generaciones y el tiempo no se detiene, salvo en la boca aceitunada.
Boca aceitunada
Tu boca aceitunada
embruja las puertas
de mis mañanas
Tu boca
tu fruto aceitunado
perfuma las noches cordilleranas
junto al fogón en el deseo arcano
que intimida el banquete de pan y oliva
Tu boca aceitunada
da luz al vacío humano
sabor al destino extraviado
y colores a mi piel.
MMP