Pandemia escolar: horizonte invisible
Estudiantes de todos los niveles volvieron a las clases virtuales luego del receso invernal. Desgano y desinterés, las sensaciones comunes del retorno.
Es probable que las clases presenciales este año no vuelvan, o vuelvan para unos pocos. Ante esta última posibilidad, los directivos entran en pánico con solo imaginar que muchas docentes de la planta funcional no podrán retomar las actividades mientras sus propios hijos no asistan a la escuela en un horario simétrico al que ellas trabajan. Aclarando el panorama, tampoco hay tanta oferta de docentes para cubrir una considerable cantidad de puestos de trabajo en tiempo récord. Inviable, desde lo presupuestario principalmente.
En segundo lugar, surge de la negativa latente de las familias para que los chicos vayan a la escuela. Los argumentos más escuchados son: enfermedad, contagio, miedo y la tan mentada excusa de que "la escuela no está preparada". Acá también inciden (lamentablemente) los volcánicos grupos de WhatsApp de padres, donde las opiniones de los participantes generan hipótesis, comentarios inexactos y noticias falsas. Opinar libremente y con criterio es saludable; opinar sin pensar es peligroso.
Desde la DGE el mensaje es neutro. No hay afirmaciones contundentes y sostienen que todo dependerá de la evolución de la pandemia. En este orden, nace otra pregunta ¿y si los datos epidemiológicos no evolucionan? Entonces volver a clases, a esa altura, se convertirá en una utopía. A fin de año, siendo optimista, los niveles de aprendizaje estarán por debajo del 30%. Las consecuencias se observarán rápidamente cuando empiece el ciclo lectivo 2021, donde nos daremos cuenta que la pandemia arrastró y puso de rodillas a un sistema escolar que se preparaba para mejorar indicadores de aprendizaje, pero que tuvo que conformarse con ampliar la red de conectividad y profundizar la asistencia alimentaria en sectores vulnerables.
Los niños y niñas exhiben síntomas de falta de motivación general que están repercutiendo negativamente en sus vidas. Hablo de personas que se encuentran irritables, ansiosas, angustiadas, miedosas, extremadamente susceptibles y, en algunos casos, somatizando a través episodios de enuresis (incontinencia nocturna) que denotan una regresión inesperada para su edad cronológica. Los adultos, supuestamente, tenemos más recursos para manejar nuestras emociones, pero tampoco es garantía de poder hacerlo adecuadamente. En el último mes aumentaron las consultas a profesionales de la salud mental por las situaciones mencionadas anteriormente. Es un dato duro, pero real. Y tiene una causa común: 150 días de aislamiento.