Registro del recurso hídrico en el Archivo de la Bodega Arizu

Cada 20 de noviembre Mendoza celebra el Día Provincial del Agua, en conmemoración de la Ley de Aguas de 1884, una normativa pionera que dio origen al Departamento General de Irrigación y sentó las bases del sistema hídrico organizado que distingue a la provincia hasta hoy.

Fabiana Mastrángelo
Mg. Fabiana Mastrangelo, historiadora.

El archivo histórico de la antigua Bodega Arizu revela con nitidez que la labor vitivinícola requirió, desde sus orígenes, un esfuerzo sostenido para conseguir y encausar el recurso hídrico. Su obtención, cuidado y distribución fueron un eje central para la empresa.

Uno de los primeros documentos hallados es una correspondencia entre Balbino Arizu y César Cipolletti, figura clave en la ingeniería hídrica argentina y recordado por sus obras y su labor filantrópica. Ese vínculo es apenas la puerta de entrada a un entramado de registros que muestran la cotidianeidad del manejo del agua en la Mendoza de fines del siglo XIX y principios del XX.

Un sistema complejo: pagos, obras y administración

Los libros contables conservan una minuciosa lista de erogaciones relacionadas con el recurso hídrico como pago por derecho de riego; empadronamiento de fincas ante la Superintendencia de Irrigación; pago a tomeros, inspectores y tareas de derrame; riego de calles para la Municipalidad de Belgrano (actual Godoy Cruz); cedulones del Canal-Zanjón; riego a balde, entre muchos otros.

Pero los documentos también revelan el lado más trascendente: la cantidad de obras hídricas emprendidas por Arizu en diversos departamentos de la provincia.

Obras que cambiaron el paisaje

Muchos trabajos se realizaron en colaboración con Bernardino Izuel, impulsor de la gran obra hidráulica sobre el Río Atuel en Villa Atuel, San Rafael, que incluyó saltos para generación eléctrica, canales, desarenadores, piletas y silos para optimizar el riego.

Entre las obras registradas se destacan: puentes sobre Canal Corvalán (Luján,1909), Sifones en La Perla (1905); Colocación de compuertas, barretas y cañerías de desagüe; Defensas en el Río Mendoza (Luján, 1941) y en el Río Atuel (1942); Puente en el Zanjón de Chacras de Coria (1905), Puentes sobre Los Chañares (1908)

Además, se registran numerosas autorizaciones para pozos de agua en El Carrizal, Luján de Cuyo, Maipú, Villa Atuel y San Rafael, e incluso perforaciones destinadas a escuelas (Villa Atuel, 1941), así como habilitaciones de usinas hidráulicas en El Centinela (Godoy Cruz), La Perla (Luján) y Villa Atuel.

En 1903, la empresa adquirió un pantámetro -instrumento mendocino tradicional para medir agua- y un nivel de agua, testimonio del seguimiento técnico que la compañía realizaba sobre el recurso.

Los asientos contables también conservan la memoria de un vasto entramado de hijuelas, canales y tomerías como las Hijuelas Pereira, Allaime, Villanueva; Canales Zanjón, Chachingo, Corvalán, Flores, Santander, Izuel, Toledano, Los Chañares, Rama Caída, Civit; o Tomerías El Carrizal, Barrancas, Tomería Las Palmas, entre otros.

Esas arterias abastecían diversas fincas y fueron fundamentales para el florecimiento de la vitivinicultura mendocina, en un territorio naturalmente árido.

Conclusión

Las fuentes documentales del Archivo Bodega Arizu (Municipalidad de Godoy Cruz) demuestra que el desarrollo de la vitivinicultura mendocina fue inseparable del manejo responsable y planificado del agua. Desde los primeros acuerdos con referentes de la ingeniería hídrica como César Cipolletti, hasta la construcción de canales, puentes, sifones y defensas en toda la provincia, actores sociales del ámbito privado y público participaron activamente en la configuración del sistema que permitió cultivar un territorio naturalmente árido. Los registros contables, técnicos y administrativos evidencian no solo el esfuerzo económico y humano invertido, sino también una visión de largo plazo sobre la importancia del recurso hídrico.

En el Día Provincial del Agua, este recorrido histórico recuerda que la prosperidad de Mendoza -y en especial su industria vitivinícola- ha dependido siempre del trabajo colectivo para obtener, cuidar y distribuir el agua, un patrimonio común que sigue siendo esencial para el presente y el futuro de la provincia.

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