Chacabuco, San Martín y el Ejército Libertador

A 206 años de un triunfo decisivo para la libertad de América. Escribe el profesor Luis Elías.

Luis Elías

Los caballos están agotados. Antonio Arcos y José Álvarez Condarco desmontan apresuradamente. Los cartógrafos traían la información solicitada por el Gral. San Martín: un reconocimiento de las sierras de Chacabuco, un croquis topográfico y la ubicación del ejército realista, distante a 30 kilómetros. Esas serranías se interponían entre el campamento patriota en Curimón y la capital, Santiago de Chile.

Hace sólo veintidós días ha comenzado el cruce del macizo andino. Y en sólo cuatro días más debe enfrentar a las tropas del brigadier Rafael Maroto.

Una vez organizado el campamento base, San Martín ordena la requisa de caballada en la zona y la organización de un hospital de campaña en Los Andes. El enemigo está ocupando posiciones.

A las 12 de la noche del 11 de febrero parte el Ejército Libertador hacia las sierras de Chacabuco. La infantería, suficientemente municionada, no lleva mochila para aligerar sus cargas. Los jinetes, a fin de no fatigar sus caballos, avanzan montados en mulas.

El combate

Por el camino de la Cuesta Nueva, el del oeste y más largo, conduce su división el brigadier Estanislao Soler al mando de 2000 hombres. Debía rodear al enemigo para atacarlo por el flanco. Por la Cuesta Vieja, hacia la izquierda, avanza O'Higgins con 1500 soldados a su mando.

A pesar de que Soler no había completado su marcha para hacer efectiva la sorpresa del ataque convergente, al llegar a lo alto de la sierra, O'Higgins decide iniciar la carga por el flanco confiado en sus fuerzas. Tanto la caballería, por lo escabroso del terreno, como la infantería, víctima de la artillería enemiga que disparaba desde la falda del cerro, se vieron superadas por los realistas. Al advertir la situación, el propio San Martín, que bajaba la cuesta, sable en mano y al frente de la guardia que lo acompañaba, corrió al sitio del combate. La presencia del jefe, el valor de los granaderos y de los infantes del 7 y del 8, lograron quebrar la resistencia de los batallones de Talavera y Chiloé allí emplazados.

Mientras este violento combate no mezquinaba vidas, la división de Soler apareció por el flanco izquierdo del enemigo. Los granaderos de Zapiola y Necochea y los cazadores de Alvarado, Salvadores y Zorrilla se desprendieron por la cuesta hasta enfrentar y poner en fuga al enemigo.

Un parte de guerra desde el campo de batalla

Eran las dos de la tarde. Luego de tres horas de combate el triunfo patriota era total. Allí mismo, en el campo de batalla, San Martín escribe un primer parte dirigido al Director Supremo: Excelentísimo Señor: una división de mil ochocientos hombres del ejército de Chile acaba de ser destrozada en los llanos de Chacabuco por el ejército de mi mando en la tarde de hoy. Seiscientos prisioneros entre ellos treinta oficiales, cuatrocientos cincuenta muertos y una bandera que tengo el honor de dirigir es el resultado de esta jornada feliz ... Estoy sumamente reconocido a la brillante conducta, valor y conocimientos de los señores brigadieres don Miguel Soler y don Bernardo O'Higgins. Dios guarde a V. E. muchos años. Cuartel general de Chacabuco en el campo de batalla, y febrero 12 de 1817.

Pocos días después, San Martín concluye un nuevo parte diciendo: "Al Ejército de los Andes queda para siempre la gloria de decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña; pasamos la cordillera más elevada del globo, concluimos con los tiranos y dimos libertad a Chile".

La guerra de zapa

"El insurgente San Martín - escribe el general español Maroto - con falsas llamadas, cartas estudiosas, que acaso dejaría interpretarse y otros semejantes artefactos, logró confundir al señor capitán general, figurando que su acometimiento era por tres puntos diversos y el principal por el camino que llaman del Planchón (Malargüe), fronterizo a la villa de Curicó y ciudad de Talca".

La guerra de zapa había surtido efecto. La estrategia sanmartiniana dispersó las tropas realistas de norte a sur. Al acudir a Chacabuco el ejército español contaba con 1000 hombres menos que el ejército Libertador.

José de San Martín: paisano criollo, patriota y estratega

Es verdad que, al decir de Félix Luna, "San Martín no es un anacronismo, tiene vigencia permanente. Porque no sólo es un prócer: es un espejo de lo que debería ser. Un hombre consagrado a las cosas importantes del país, es decir, desinteresado de la riqueza personal, honrado, veraz y sin vueltas, indiferente a la obsecuencia, austero, lleno de amor por la patria".

Pero el triunfo de Chacabuco muestra además las condiciones excepcionales del conductor y estratega militar. Organizador y previsor, capaz de movilizar todo un pueblo, poner en pie de guerra un ejército y cruzar la cordillera más alta de América con más de 5000 hombres, transportar material bélico, abastecimiento, sanidad, animales de carga, tiro y combate. Llegar a territorio chileno después de más de veinte días de marcha penosa y sacrificada atravesando los Andes y en cuatro días dar batalla a un ejército veterano participando él mimo en el combate, abrirse paso a Santiago y poner en fuga al gobernador Marcó del Pont, nos deja ver claramente la grandeza, heroísmo e ingenio del Libertador de América.

"Por eso, continúa Luna, uno ve a San Martín no sólo como una estatua sino como a un compadre criollo y amistoso, que está al lado de nosotros vigilando para que no se desmadre nuestro destino como nación".

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