Investigación: "Trenes cordilleranos en documentales argentinos de la década del 40"

Una investigación realizada para la Universidad Diego Portales de Chile por Ximena Andrea Vergara, revisa la presencia de imágenes de vehículos motorizados, que aparecen en documentales argentinos de la década del '40, y que dan cuenta de problemáticas como el territorio, la frontera chileno-argentina o el trabajo épico.

Un trabajo realizado para la Universidad Diego Portales de Chile recuerda los momentos en que Argentina se comunicaba con Chile por ferrocarril, en un pasado que se muestra en documentales de los años '40 la épica del momento. Hoy, a veces sin siquiera pasar en vehículos particulares hacia el otro lado de los Andes, se hace fundamental indagar sobre cómo se pudo en el pasado todo lo que el presente impide.

La investigación de Ximena Andrea Vergara a la que se accede mediante el archivo de tesis de esa casa de estudios, se titula "Trenes cordilleranos en documentales argentinos de la década del 40: figuras de integración territorial y trabajo épico" y allí, en resumen, se indica que "en este texto se revisa la presencia de imágenes de vehículos motorizados, que aparecen en documentales argentinos de la década del cuarenta, y que dan cuenta de problemáticas como el territorio, la frontera chileno-argentina o el trabajo épico. Se analiza La amistad de dos naciones (Sucesos Argentinos, productor Ángel Díaz, 1942-1943) a partir de tensiones limítrofes entre Chile y Argentina; y El trasandino del Norte (Fernando Ayala, 1949), en relación a la figura del trabajador. Se consideran, como antecedentes o contrastes, filmes del periodo silente argentino y chileno, en este último caso, por medio de registros de prensa".

En el inicio de su trabajo, Vergara indica, textualmente:

Antecedentes contrapuestos y definiciones. Las relaciones cinematográficas no ficcionales entre Chile y Argentina se rastrean tempranamente en registros fílmicos de principios del siglo xx, en noticieros de fines de la década del 20 y también en documentales institucionales de las décadas del 40 y 50. Entre los variados motivos, se presentan visitas oficiales, y obras públicas, y en estos pueden rastrearse problemáticas asociadas a la frontera entre ambos países. Se trata de una temática que históricamente ha encontrado un ícono en la cordillera de los Andes, la cual, desde la rama de la geografía social, ha sido cuestionada en tanto figuración de un límite. En este caso, el historiador Andrés Nuñez ("La frontera") ha tensionado la usual comprensión de la montaña como "barrera, línea o raya cuya omnipresencia natural sirve para separar dos naciones, la chilena y la argentina" (90), apuntando al lugar opaco en que quedarían múltiples procesos socioculturales: De esta suerte, el dominio discursivo de la cordillera como sinónimo de frontera o límite colaboró a que ella, la cordillera, la montaña, perdiese otras lecturas, otros saberes, como por ejemplo los asociados a una cordillera social y cultural. Es decir, la cordillera física se impuso, en la escala nacional, a la cordillera cultural. En otras palabras, la cordillera de Los Andes fue jerarquizada como frontera política y natural entre dos países, ocultando o encubriendo saberes locales o referencias específicas que hacían de ella un espacio de sociabilidad más que de barrera o muralla (90).

Más tarde, analiza este documental que podemos ver abajo:

Escribe Vergara, textualmente:

Cruzar la cordillera. Vimos previamente cómo en dos de los años más abundantes de la producción fílmica chilena temprana (1902 y 1910) se presentaron episodios de integración que fueron retratados por medio del cine, con el refuerzo de imágenes de ferrocarriles o elementos vinculados, como las estaciones. Se trata de un enlace que volverá a aparecer en la década del cuarenta, desde el lado argentino y cuando las relaciones entre documental, poder y Estado esbozadas tempranamente, ya están institucionalizadas. En este marco es donde se sitúa La amistad de dos naciones (1942-1943), filme de 10 minutos realizado por Sucesos Argentinos, producido por Ángel Díaz, encargado por la Subsecretaría de Informaciones y Prensa y, por tanto, alineado al discurso oficial.8

En el documental en cuestión se registra la visita de una comisión liderada por el ministro de Relaciones Exteriores argentino Enrique Ruiz Guiñazú a la transmisión de mando en la que Juan Antonio Ríos asumiría la presidencia de Chile, luego de la inesperada muerte de Pedro Aguirre Cerda a fines de 1941. Aquí, tal como en los filmes vinculados a los Pactos de Mayo de 1902, se presenta el tópico de la visita oficial en el marco de una tensión territorial, en este caso producida durante la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos había pedido fortificar el estrecho de Magallanes con elementos navales que permitirían vigilar y proteger esta zona altamente estratégica, y si bien en un comienzo Chile se niega, luego del ataque de Pearl Harbor acuerdan con Argentina revisar un tratado de 1881 que prohibía levantar fortificaciones en el estrecho (Nocera). Firman un acuerdo pero finalmente Argentina se retracta y vuelven a tensionarse las relaciones para luego acabar alivianándose nuevamente.

Unos meses después de este altercado es cuando viene Guiñazú, y en el documental se presentan un discurso en off vinculado a la unión política que se persigue, y que verá nuevamente en la cordillera un motivo de integración. Por un lado, se detecta un relato oficial dictado por la institucionalidad, y por otro lado, se presentan estrategias fílmicas que funcionan como correlato estético de este discurso. El filme se inicia con la imagen del Monumento al Ejército de Los Andes, dedicado al general San Martín, construido por el escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari, inaugurado en 1914, y ubicado en la cima del Cerro de la Gloria, mirador de la ciudad de Mendoza. La voz en off rememora el episodio de liberación liderado por el prócer argentino y señala que: "Fue en el año 1817 que el gran capitán organizara su ejército para trasponer Los Andes llevando aires de libertad a los pueblos hermanos sojuzgados". Seguido de esto, y en un gesto de actualización de la historia, se señala que: "En 1942 Argentina renueva sus expresiones de inalterable amistad hacia el pueblo hermano". Lo que sigue, y con el tono de una crónica de viaje, es la narración del cruce de la cordillera. Con remembranzas a la ruta arcaica de los próceres, y tal como sucedía en El paso de la cordillera del excelentísimo señor Terry en su viaje a Buenos Aires de 1902, se va detallando el cruce de la cordillera:

'En autos debe cubrirse el trayecto que separa Mendoza de Punta Vacas, lugar de partida del Ferrocarril Trasandino. El doctor Ruiz Guiñazú y su comitiva hacen un alto en Cruz de Panamillo a más de tres mil metros sobre el nivel del mar. Llegamos al valle de Uspallata que da su nombre al paso por donde el General Las Heras condujera a parte del ejército de San Martín hacia la nación hermana. Continuando nuestro viaje entre maravillosas [...] arribamos al histórico puente de Picheuta, por aquí cruzaron las huestes libertadoras hace más de 23 lustros. Punta Vacas, enviados especiales del gobierno chileno adelantan su saludo a la misión argentina, integrada en parte por el canciller Ruiz Guiñazú [nombres...], acompaña a nuestra delegación el Embajador de Chile, Doctor Ríos Gallardo. Parte el tren para ganar la fragosa ruta. Perspectiva imponente de los altos picachos andinos'.

Si por un lado la voz off explicita las relaciones históricas y detalla los lugares, desde el lado de las imágenes se presentan los vehículos de unificación: los autos desde Mendoza a Punta Vaca y el Ferrocarril Trasandino que traslada a la comisión a Chile. Con el acompañamiento de un inclusivo "nosotros", que hace partícipe del viaje al locutor y que proyecta un sentido patriótico al espectador potencial, en el recorrido filmado los vehículos motorizados rememoran el cruce a pie y a caballo de los próceres, y con imágenes de medios de transporte modernos, el trayecto es puesto en escena. Con esto, y de acuerdo a hipótesis de una frontera como lugar de integración, tenemos que la exposición del trayecto funciona como correlato de la anulación de las fronteras y refuerza el discurso de hermandad, aunque es posible detectar también ambivalencias. Con relación a esto, es fundamental la escena en que enviados especiales del Gobierno chileno "adelantan" -como dice la voz en off- el saludo a la delegación argentina en la estación de Punta Vacas. Primero, y del lado de la ambivalencia, la frontera se muestra militarizada, y resguardada. Pero, en segundo lugar, y poniéndose en escena la idea de integración, se muestra la partida del tren trasandino, como dice el locutor: "Parte el tren para ganar la fragosa ruta". Lo que sigue es una toma en phantom ride, clásico recurso del cine temprano, posible técnicamente por la instalación de la cámara en la parte delantera de tren (u otros medios de transporte) y que otorga una sensación fantasmal, como la ensayada tempranamente en Panorama Pris d'un Train En Marche dirigido en 1898 por George Meliès. Aquí, el phantom ride acompañado de un musicalizado y algo infantilizado sonido de tren provee un plano general de la cordillera, que funciona como reforzamiento de la monumentalidad de una montaña que puede ser atravesada. Pasando por lagunas, admirando la cumbre del Aconcagua o recorriendo un puente ferroviario, la cámara montada en el tren proyecta un episodio simbólico de superación de una frontera tanto geográfica como política, que alivia la tensión de la fortificación del estrecho de Magallanes.

Más delante, ya arribada la comisión a Santiago, la cámara, de acuerdo a un tono turístico adulador, recorre la capital, una opulenta ciudad, como dice el locutor. Se retratan, entre otros, el soberbio rascacielos en que se alojan comitivas extranjeras, el monumental Barrio Cívico, lugares emblemáticos como el Parque Forestal o el cerro San Cristóbal. Más tarde se narran las actividades clásicas de una visita oficial y para el tema que aquí nos interesa, es decidora una frase con sonido directo pronunciada en el marco de los discursos emitidos por el embajador Guiñazú y el embajador chileno Ríos Gallardo. Efectivamente, luego de que la cámara muestra la imagen de un monumento a San Martín, que remite al inicio del filme, Ríos Gallardo expresa que Guiñazú "pronuncia un elocuente discurso, reafirmación de la tradicional amistad que une a los pueblos argentino y chileno, fortalecida a través del tiempo por anhelos fraternos y comunes desde el día en que O'Higgins y San Martín sellaron con un abrazo los vínculos inquebrantables de las dos grandes naciones de Sudamérica". Como se desprende de estas palabras del embajador, y también de la línea narrativa del filme, el discurso de la amistad de las dos naciones, al mismo tiempo que se sostiene en la idea de una integración territorial por vía cordillerana, recurre a viejos símbolos de amistad como lo es el abrazo, que también será reutilizado por Perón.


El texto es mucho más rico y aquí ha sido citado solo parcialmente. Se puede leer en forma completa haciendo clic aquí.

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