Cuando el desdén se vuelve palabra
Uso correcto y origen de las palabras, en la columna semanal de la profesora Nené Ramallo.
Muchas veces, al escuchar hablar a otras personas, podemos advertir actitudes no agradables, tanto en el tono empleado, como en los gestos y en el tipo de vocabulario usado: se trata del 'desdén' hecho palabra; pero ¿qué se entiende por 'desdén' y qué otras voces sirven para indicarlo?
La definición de este término es "indiferencia y desapego que denotan menosprecio": "Me irritaba el desdén con que trataba a sus alumnos". Su verbo correspondiente es ‘desdeñar': resulta muy clara su etimología, pues proviene del latín "dedignare", verbo en el que el prefijo "de-" posee valor privativo, ya que señala lo que viene de arriba abajo, mientras que "dignare", se relaciona con "dignus" (merecedor, digno); de este modo, al desdeñar a alguien, en cierto modo, se le quita su dignidad.
Otras maneras de nombrar el desdén son la 'esquivez', la 'desconsideración', la 'displicencia', el 'desaire' y el 'ultraje'.
Si digo, por ejemplo, "Su actitud y su mirada esquivas me advertían de su hostilidad", ¿cómo explicamos a un hablante con poco vocabulario el valor de ese adjetivo 'esquivas'? Se lo define como "arisco, huidizo, áspero, huraño, hosco, rudo". Si lo llevamos a palabras cotidianas, podemos decir que se aplica a la persona que se demuestra intratable y gruñona. El verbo que le corresponde es 'esquivar', sinónimo de "rehusar, rehuir, rechazar": "No pudieron entrevistarlo porque esquivó hábilmente a todos los periodistas".
Mencionamos la 'displicencia' y su familia de palabras: 'displicente' y 'desplacer' o 'displacer': "Obré con total displicencia"; en este caso, el sustantivo usado señala desagrado, indiferencia en el trato, que se puede manifestar como desdén o desprecio. Este sustantivo, como los verbos indicados en su familia léxica, derivan del latín "displicere", formado por el prefijo negativo "dis-" y el verbo "placere" ("agradar"); por lo tanto, cualquiera de estos vocablos marca indiferencia y falta de entusiasmo.
Recién mencionamos el adjetivo 'arisco', de origen desconocido, que se aplica al que se muestra hosco y gruñón: "Arisco respondió apenas nuestros interrogantes". 'Hosco' es el de trato huraño, desapacible: "Me recibió con una actitud terriblemente hosca".
Y quien es 'gruñón' se caracteriza por mostrar disgusto y repugnancia, murmurando entre dientes; el gruñón refunfuña, rezonga y murmura. Se advierten esos caracteres porque emite voces confusas o palabras mal articuladas o entre dientes, en señal de enojo, de desagrado: "No se puede entender qué dice ya que, siempre gruñón, parece masticar las palabras".
Hay una interjección que, en su brevedad, da a entender en español la indiferencia y el desprecio: se trata de '¡bah!; según el Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española, proviene del latín "vah"; esta interjección se puede encontrar duplicada y hasta triplicada: "¡Bah, bah, son pamplinas lo que dice!". La Fundéu también nos indica como manifestación de asco y desdén la interjección 'puaj', con su variante 'puah; estas formas interjectivas que señalan desdén no figuran en el diccionario académico, sino que únicamente se guardan en el registro oral: "¡Puaj, qué repulsión me producen esos gestos y actitudes!".
También el desdén puede expresarse en el uso de algunos sustantivos, como 'pamplina' y 'paparrucha' o 'paparruchada'.
En efecto, 'pamplina' significa, en un uso coloquial, el "dicho o cosa de poca entidad, fundamento o utilidad": el desdén no aparece en la definición en sí del vocablo, sino en la intención del hablante que se expresa a través de ellas: "¡Que no me venga con esas pamplinas!; dejo de lado estas tonteras".
Lo mismo sucedería si hubiera elegido la palabra 'paparrucha' o 'paparruchada' para indicar que los dichos de alguien son estupideces, una memez o una majadería pues constituyen una trivialidad que puede ignorarse o ser menospreciada: "Hago caso omiso de semejantes paparruchadas por banales, por constituir una fruslería".
Otros vocablos también pueden indicar desdén; así, sucede, con 'aversión'; el valor de esta palabra es "rechazo" o "repugnancia" y a su lado lleva las preposiciones 'a', 'hacia' y 'por': "Con esos conceptos, vemos tu aversión a las nuevas ideas"; "Queda demostrada su aversión por (hacia) las narraciones largas".
Tres términos con un étimo en común señalan desdén: se trata de 'repulsión', 'repeler' y ' repulsa'. Los tres dan idea de "repugnancia, asco, desagrado" y están unidos por su origen latino: el prefijo 're-' ("hacia atrás") y el verbo "pellere"("empujar, impulsar"). De allí la idea de "rechazar": "Con su discurso, quedó patente su repulsión a esa forma de proceder".
Al ubicarnos en el lugar de quien recibe el desdén, hallamos los vocablos 'ofender' y 'ofensa' que dan cuenta de "sentirse humillado o herido en el amor propio o la dignidad": "Por el desdén de su maestro, ella está dolida a causa de la ofensa recibida". En este sentido, existe también el verbo 'humillar', con su participio presente hecho adjetivo, 'humillante', que indica que el desdeñado está herido en su amor propio o dignidad: "El trato desdeñoso que dio a los más jóvenes fue humillante". En ese mismo sentido, se pueden usar 'zaherir', 'bocabajear' y 'agraviar', que comparten la idea de denuesto y afrenta: "Aunque no quiso, el disertante, con sus términos de desdén, provocó que algunos de los presentes, bocabajeados y agraviados, se retiraran del salón".
Nos vamos hoy, recordando aquel popular carnavalito "Hasta otro día", que en su letra cantaba "El amor con el amor,/ el desdén con el desdén,/ y la ingratitud se paga, viday1,/ con ingratitud también".
1 El vocablo ‘viday' (también sus alternativas ‘vidalitay' y ‘vidalitá') se registra en el Diccionario de americanismos, de la RAE y ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española, con la siguiente explicación: "En Argentina y Uruguay, se usa, especialmente en canciones folclóricas, para dirigirse a la persona amada".