El Niño del Aconcagua inicia su camino de regreso a su morada sagrada
La ofrenda inca hallada en 1985 a más de 5.000 metros de altura será trasladada este sábado desde el Conicet al museo provincial. El niño, sacrificado hacia el año 1500, descansará bajo resguardo y sin exhibición pública, en una etapa considerada de reparación histórica por las comunidades originarias.
Cuarenta años después de su hallazgo en las alturas del Aconcagua, la ofrenda inca conocida como el "Niño del Aconcagua" dejará este sábado las instalaciones del Conicet para ser trasladada al Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano, en el parque General San Martín.
Se trata de los restos de un niño de unos siete años, ofrecido en sacrificio hacia el año 1500 como parte de la ceremonia sagrada de la capacocha, una práctica ritual del Imperio Inca. El hallazgo se produjo en 1985, cuando una expedición del Club Andinista de Mendoza descubrió el fardo funerario a unos 5.000 metros de altura.
Los andinistas Gabriel Cabrera, Fernando y Juan Carlos Pierobon, y Franco y Alberto Pizzolon advirtieron de inmediato el valor arqueológico del descubrimiento y dieron aviso a especialistas. Fue entonces cuando el arqueólogo Juan Schobinger, junto a un equipo interdisciplinario, encabezó la recuperación del cuerpo y los objetos rituales, que desde entonces se conservaron bajo estrictos protocolos científicos.
Los estudios realizados en las décadas siguientes aportaron información inédita sobre las ceremonias incas de ofrenda, su cosmovisión y las complejas redes culturales del Tawantinsuyo. La UNESCO reconoció posteriormente el sitio como Patrimonio de la Humanidad con Valor Universal Excepcional (VUE).
Un traslado con sentido espiritual y restitutivo
El movimiento de la ofrenda marca el inicio de una etapa decisiva: su traslado desde el Conicet al Museo Moyano será el paso previo al retorno definitivo del niño a su morada en la montaña sagrada del Aconcagua, conocida por las comunidades como la Walta.
Para los pueblos originarios y los representantes de la Mesa de Diálogo Intercultural, este proceso constituye un acto de reparación histórica y de reconocimiento del niño como ancestro humano, no como objeto de estudio, según expresaron desde el Gobierno de Mendoza.
La iniciativa se enmarca en el Proyecto Preliminar Master Plan, desarrollado por la Dirección de Patrimonio Cultural junto con comunidades indígenas, técnicos y especialistas. El proceso, iniciado en 2020, fue impulsado por las comunidades vinculadas al Camino Ancestral Qhapaq Ñan, que desde hace años reclamaban el regreso del "Guardián del Aconcagua" a su territorio original.
Una nueva morada bajo resguardo
El museo Cornelio Moyano acondicionó una sala especial de guarda, denominada por las comunidades Gualtach Caye, que contará con acceso restringido y un sistema integral de conservación.
El espacio fue diseñado por la Dirección de Patrimonio Cultural y Museos y coordinado por la restauradora Valentina Ruggiero, egresada del Instituto Centrale del Restauro de Roma. Junto con la asistencia técnica de Ana Paula Paz, se implementó un sistema de control térmico y ambiental que garantiza condiciones óptimas de preservación física, química y biológica.
La obra, ejecutada por el área de Infraestructura Escolar, incorporó laboratorios y dispositivos de seguridad avanzada para resguardar la integridad del fardo funerario y del ajuar que acompañó al niño durante más de cinco siglos.
El traslado del Niño del Aconcagua no solo implica un acontecimiento científico y patrimonial, sino también un gesto de respeto hacia las cosmovisiones que entienden este regreso como la culminación de un ciclo espiritual iniciado hace más de 500 años.