La secundaria sigue marcando la desigualdad educativa

Un informe de Argentinos por la Educación revela que, pese a avances en la última década, los jóvenes de sectores más pobres son los que menos completan la secundaria: solo 6 de cada 10 egresan, frente a más del 90% en los quintiles más altos.

La finalización de la secundaria sigue siendo un desafío central del sistema educativo argentino, con profundas desigualdades sociales y de género. Según un informe de Argentinos por la Educación, basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), la brecha entre sectores socioeconómicos persiste pese a los avances de la última década.

Entre los jóvenes de 19 a 24 años, solo el 60% del quintil más pobre completó la secundaria en 2024, mientras que el 92,2% del quintil más rico logró finalizarla. Si bien el crecimiento de la terminalidad fue mayor en los sectores más desfavorecidos (+18,5 puntos porcentuales) que en los más favorecidos (+5,1), la desigualdad sigue siendo significativa.

La secundaria sigue marcando la desigualdad educativa

La diferencia también se observa por género. Las mujeres superan a los varones en terminalidad de primaria (97,6% vs. 95,1%) y secundaria (77,4% vs. 70,9%), aunque en la universidad esta ventaja disminuye, pasando del 13,4% en 2014 al 9,8% en 2024. En general, la terminalidad universitaria sigue siendo baja: apenas el 9% de los jóvenes de entre 25 y 30 años ha completado estudios superiores.

La secundaria sigue marcando la desigualdad educativa

El informe muestra además que los avances en secundaria se concentran en edades más tempranas. En 2014, solo el 52% de los jóvenes de 19 años había finalizado este nivel; en 2024 la cifra sube al 71,2%, alcanzando un máximo cercano al 80% a los 25 años. La modalidad de secundaria para adultos también creció: en 2022, uno de cada cinco egresados completó la escuela a través de esta vía.

En cuanto a la primaria, el nivel más estable y con obligatoriedad histórica, la terminalidad alcanza prácticamente la universalidad (96,4% en 2024). En cambio, la secundaria, obligatoria desde 2006, continúa siendo el principal cuello de botella, y la universidad, no obligatoria, mantiene tasas bajas de finalización.

Los especialistas señalan que mejorar la terminalidad secundaria y reducir las brechas socioeconómicas y de género es clave para que todos los jóvenes accedan en igualdad de condiciones al mercado laboral y a la educación superior.

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