Leer, un desafío que estamos esquivando
Podemos preguntarnos ¿cuándo fue la última vez que realmente nos tomamos tiempo para leer un libro? El desafío que nos propone José Jorge Chade en esta nota
La lectura es una de las actividades más antiguas de la historia del ser humano, y la lectura (no sólo como acto de placer), con su larga historia, es una actividad que debe seguir extendiéndose. Esperando que las tecnologías y la IA nos la priven. Llegados a este punto, puede surgir la pregunta de por qué se lee y, por qué es bueno leer. Está demostrado que no sólo leer es bueno para la salud, sino que lo es en muchos contextos diferentes: desde la salud a la socialización, pasando por el bienestar psicológico y la educación...
La lectura constituye una de las actividades primeras en la evolución del ser humano: las primeras tablillas grabadas de las que tenemos constancia se remontan al tercer milenio antes de Cristo, y desde entonces la historia del libro ha evolucionado desde los papiros, los manuscritos, los libros impresos hasta los tipos móviles, para ramificarse después en variantes contemporáneas como los libros electrónicos y los audiolibros.
La lectura (no sólo como acto de placer), con su larga historia, es una actividad que sigue extendiéndose, hasta el punto de que podemos afirmar que nunca ha habido tantas personas capaces de leer como ha sido hasta hace 10 años atrás , momento en que comenzó a disminuir.
Cuáles podrían ser los numerosos beneficios de la lectura. Y los resultados demuestran que no sólo leer es bueno, sino que lo es en contextos muy diversos: desde la salud a la socialización, pasando por el bienestar psicológico y el ámbito educativo.
Para algunos, leer puede significar sumergirse en breves y atrapantes libros de misterio en la playa, en el parque o en la pileta en cuanto llega el verano; para otros, puede significar atragantarse todos los días con párrafos de libros de comercio o de desarrollo profesional; para otros, leer puede significar acompañar a sus hijos a dormir con un cuento antes de dormir, o mantenerse al día de las últimas noticias de su campo de trabajo, devorando cada ensayo recién publicado sobre el tema. Y luego están los que sólo quieren dedicarse a las novelas que les ponen de buen humor durante sus viajes, y los que llenan sus estanterías de novedades llenos de buenas intenciones, pero luego siempre acaban tomando prestadas las golosinas rápidas del pasado recomendadas por los amigos.
Todo puede significar muchas cosas, y cada una es legítima: tanto si le gustan las novelas, los ensayos, las novelas policíacas, la fantasía, los libros infantiles, los cómics o más, la lectura puede seguir siendo una actividad beneficiosa.
Quizá inconscientemente seguimos considerando la lectura como una obligación escolar.
Podemos preguntarnos ¿cuándo fue la última vez que realmente nos tomamos tiempo para leer un libro?
A menudo se dice que falta tiempo, siendo esto casi siempre una coartada falsa. Muchos dicen que se obligan a leer tanto por mes o tantos libros al año. Aunque si según mi experiencia, sobre todo con docentes, no es siempre así. De todas formas la lectura debería ser diaria.
Hay que leer porque la lectura es la mejor manera de mantener activas las capacidades cognitivas estimulando continuamente el cerebro.
Como todos los demás músculos del cuerpo, el cerebro necesita entrenamiento para mantenerse fuerte y sano. La regla «úsalo o piérdelo» se aplica perfectamente a nuestro cerebro.
La lectura mejora la atención y la concentración. Es capaz de refinar el alma, poniendo en práctica la mejor comprensión de los hechos y la imaginación. Leer lleva su tiempo, pero no tiene horario y ofrece inmensas satisfacciones, emociones fuertes y un sinfín de motivos para la reflexión.
Cuando leemos una novela, nuestra atención se centra en la trama de esa historia. Y ésa es una de las ventajas de la lectura: es como si el resto del mundo se disolviera y uno pudiera sumergirse por completo en los detalles de esa historia. Leer proporciona al cerebro nueva información. Cuantos más conocimientos tengamos, mejor equipados estaremos para afrontar nuevos desafíos. Hay mucha información que recordar, pero el cerebro es un órgano milagroso que la registra con sorprendente facilidad.
Expresarse con elocuencia y precisión es algo valioso, profesional o no. Ser capaz de comunicarse con cualquier persona es una gran manera de mejorar nuestra autoestima. De ahí la importancia de la lectura.
Esto significa que la lectura, al formar nuevos recuerdos, aumentará nuestra capacidad de retener recuerdos a corto plazo y tiene un efecto regulador sobre nuestro estado de ánimo. Al fin y al cabo, leer es sinónimo de relajación.
Un libro también puede aportarnos serenidad y una notable paz interior y sensación de calma. Leer, pues, es el mejor consejo que podemos recibir... Así que, esta semana, elijamos un buen libro que nos enseñe algo, que mejore nuestros conocimientos en un tema concreto. O quizás un libro que se nos ilusione y nos compenetre tanto hasta el punto de que sigues pensando en su historia cuando ya no lo tienes en la mano.
Un libro casi siempre termina siendo un viaje al mundo entre la fantasía y la realidad... Y no sólo el texto escrito: en sus páginas hay también un poco de nuestra vida, de nuestra historia, mientras lo leemos. Y por ello, tengo la costumbre de completarlo con pequeñas notas en lápiz, como un diario donde apunto frases y pensamientos, aquellos que más me hacen reflexionar, tanto por lo lindo de la escritura como por el transporte mental que me proporciona.
Puedes también comprar un libro y no leerlo nunca. Es también otra forma de tratar un libro. No se ofende, ni se enoja, porque se reconoce una presencia sólida, independientemente de que lo hayas consultado o no.
Puede también suceder que un día, lo tomes sin ganas, que empieces a hojear, y después a leerlo y de pronto te encuentres en la última página... Y quizá en ese momento entiendas la realidad de su significado y sientas como si un amigo te hubiera abandonado.