El legado de Mirta Prisco de Amprino: educar para honrar la memoria
El fallecimiento de Mirta Prisco de Amprimo deja un vacío, pero también un camino trazado para que otros lo recorran. Aquí la despide Juan Marcelo Calabria.
En estos días, San Martín despide con dolor y gratitud a una de sus grandes referentes: la profesora Mirta Inés Prisco de Amprino. Su partida deja un vacío difícil de llenar, pero también una huella luminosa en la historia educativa y cultural del departamento. Fue mucho más que una docente: fue una sembradora de memoria, una militante de la cultura, una mujer que entendió que educar es también custodiar el alma y la identidad de los pueblos.
Mirta Prisco de Amprino fue una figura esencial en la reivindicación del legado sanmartiniano en el Este mendocino. Desde la Asociación Cultural Sanmartiniana Mi Tebaida -institución que ayudó a consolidar con visión y tenacidad- hasta su labor incansable en el Museo Histórico Municipal Las Bóvedas, ubicado en la antigua chacra del General San Martín, su compromiso fue absoluto. La Tebaida no era para ella solo un lugar: era un territorio simbólico, cargado de historia y de sueños, donde la memoria se volvía acción. Junto a destacadas personalidades del departamento - Malú Cipolletti de Guevara, Blanca Gutiérrez, Esteban Rauzi, Tito Stacchiola, entre otros - trabajamos con fervor para poner en valor ese espacio patrimonial, y sobre todo, para mantener viva la memoria de aquel ilustre vecino que, en su retiro, soñó con ser chacarero en la tierra que hoy lleva su nombre. Cada encuentro, cada proyecto, cada gesto compartido con Mirta fue parte de una cruzada cultural que entendía el pasado como semilla del futuro.
Quienes tuvimos el privilegio de trabajar a su lado, aprendimos a valorar el patrimonio cultural no como una colección de objetos y bienes antiguos, sino como una forma de vida. Mirta nos enseñó que la educación y la cultura no son ornamentos y palabras rimbombantes, sino pilares del desarrollo y paz de los pueblos. Nos convocaba con entusiasmo a organizar encuentros juveniles, foros, seminarios, exposiciones, publicaciones, maratones literarias, actividades en las escuelas, etc. Siempre con una palabra cálida, con una sugerencia oportuna, con esa energía que contagiaba y que convertía cada proyecto en una causa compartida.
Prisco, Rodolfo Terragno y Calabrioa, entre otros.
Entre las gestas memorables que Mirta Prisco de Amprino lideró con pasión y convicción, hay una que permanece viva en mi memoria: la visita del doctor René Favaloro a la Tebaida, en 1994. Fue una empresa titánica, tejida con esfuerzo colectivo y una profunda vocación por la educación. Gracias al impulso de Mirta, al compromiso de médicos del Este y a una comisión entusiasta, logramos que el prestigioso cardiólogo argentino ofreciera una conferencia para cientos de estudiantes en el auditorio de la Biblioteca Popular Ricardo Rojas, en pleno corazón de la chacra sanmartiniana.
Mirta fue el alma de esa iniciativa: movilizó voluntades, gestionó cada detalle, inspiró con su visión. Junto al querido amigo Jorge Kotani, trabajamos en la impresión de programas, la preparación de diplomas, obsequios, fotocopias y todos los elementos necesarios para el acto protocolar que se realizó en el Salón de la Bandera del Museo. Cada gesto estaba cuidadosamente pensado para honrar no solo al visitante ilustre, sino también al espíritu de San Martín, que Mirta mantenía vivo en cada rincón de la Tebaida. En este punto vale recordar, como nota aparte pero profundamente vinculada, que años antes la Asociación Cultural Sanmartiniana había logrado la donación del histórico cofre que había sido depositario de la bandera original del Ejército de los Andes. Gracias a una suscripción popular, durante meses recolectamos aportes de instituciones y vecinos de San Martín para trasladar el cofre y realizar una réplica de la bandera, dando forma al actual salón que hoy honra ese símbolo en el museo. Fue otra muestra del poder de la memoria compartida, y de cómo Mirta supo convertir la historia en acción comunitaria.
Podríamos enumerar decenas de actividades en las que Mirta fue alma mater, como la puesta en valor de los sitios y rutas sanmartinianas por las que trabajó incansablemente. Pero más allá de los todos los proyectos, lo que permanece es su forma de ser y hacer: generosa, firme, apasionada. Fue una mentora en mis primeras publicaciones, una guía silenciosa que me impulsó a investigar, a escribir, a creer en el valor de la historia local, siempre con una palabra oportuna, ya como estudiante universitario, época en que la veía con menos frecuencia pero siempre me llamaba o dejaba un mensaje, preguntándome, claro por como avanzaban mis estudios. Estuvo presente en las presentaciones de libros y publicaciones en incontables oportunidades, y en los últimos tiempos que nos veíamos muy esporádicamente, por esas cosas del trajín de la vida, cada encuentro era un momento de una charla entrañable entre maestra y discípulo, pero ya para entonces apreciados colegas docentes y amigos.
Hoy la despedimos, pero no la olvidamos. Su legado educativo y cultural seguirá latiendo en cada joven que descubra la historia de San Martín, en cada visitante que recorra el Museo Las Bóvedas, La Tebaida, su Tebaida, en cada docente que entienda que enseñar es también construir comunidad. Mirta Prisco de Amprino - fue y será por siempre - una de las grandes personalidades que ha dado el departamento de San Martín. Su memoria nos convoca a seguir trabajando por la cultura, el patrimonio, la identidad, la educación, y por nuestra querida tierra sanmartiniana.
Prisco junto a René Favaloro.