Hace 202 años le imponían "General San Martín" al municipio del Este
Un artículo de recopilación histórica de Joaquín Suane Buttini, miembro de la Asociación Cultural Sanmartiniana "Mi Tebaida". Un 4 de junio de 1823.
Existen fechas que se recuerdan diariamente en todo el mundo, aniversarios y conmemoraciones, festejos y celebraciones de ciertos acontecimientos que despiertan interés en las personas. Otras fechas conforman la identidad nacional, la identidad colectiva de cada país. Particularmente, también existen aquellas que determinan los rasgos o características propias de una región, propias de cada localidad: sus fechas fundacionales, la presencia de un personaje de interés o una catástrofe que marque para siempre a los habitantes del lugar.
El 4 de junio es una fecha que no aparece remarcada en ningún calendario, pero sí en el de los vecinos de General San Martín, para quienes representa un gran valor histórico y cultural. La razón está ligada a la fundación de la ciudad.
Fue el 4 de junio de 1823, cuando el Padre de la Patria se encontraba en su chacra de los Barriales (hoy Ciudad de General San Martín), que se le otorgó uno de los grandes reconocimientos por su participación política y militar: la imposición de su apellido al nombre de la única ciudad en el mundo que fundó, la Villanueva de los Barriales. Con el agravante, que para entonces vivía en su queridísima chacra, en el lugar que lo homenajeara en vida. A partir de ese día, aquella Villanueva de los Barriales se llamó Villanueva de San Martín.
La fundación de San Martín
Antiguamente se llamó Barriales al ángulo que formaban los ríos Mendoza y Tunuyán, zona cuya extensión abarcó los actuales departamentos de Maipú, General San Martín, Junín, Rivadavia y Santa Rosa. Debe su nombre a las tierras de ciénagas y médanos que imposibilitaban la práctica agrícola ganadera, motor de la economía colonial mendocina. No fue hasta la intervención del General San Martín, que la zona era prácticamente deshabitada. Siendo Gobernador Intendente de Cuyo fomentó el poblamiento de las tierras alejadas de la capital, a fin de establecer mayor frecuencia entre las poblaciones que determinaban el viaje hacia Buenos Aires. Además, los recaudos obtenidos, serían destinados al sostenimiento del Ejército de los Andes. Por ejemplo, el mayor avance para la zona de Barriales fue la apertura de una acequia que abastecía a los productores con aguas del río Tunuyán (actual Canal Matriz de San Martín).
En este contexto geopolítico, el General San Martín -ya retirado del gobierno- a fecha 12 de septiembre de 1816 escribió una carta a Toribio de Luzuriaga, entonces Gobernador Intendente de Cuyo, solicitándole una modesta propiedad para trabajar la tierra y gozar de su retiro de las armas:
"Mi fortuna menguada no me ha proporcionado jamás un fondo rural, con que contar para este estado, a que aspiro, pero ni aun el fijarme a un territorio o provincia que goce de tranquilidad. La de Cuyo es la que he podido decidirme por el buen carácter de sus habitantes, para elegir un rincón en ella, en que dedicarme a romper el campo, cultivarlo y formar mis delicias.
Y por haber propendido yo mismo a que se fomenten, se pueblen y cultiven los que hay en inmenso especio a la parte Norte del Retamo les profeso una decidida inclinación.
El corto número de cincuenta cuadras llena mi aspiración y deseos, mas no puedo contar con ellas si V. S. no me hace acreedor a que me señalen por títulos de merced y gracia".
Luzuriaga no solo aceptó a la petición, sino que además le entregó otras doscientas cuadras a favor de su hija, Merceditas. Tres meses después, se oficializó la potestad del General San Martín y de su hija sobre las tierras en Barriales. A partir de entonces, se inauguró la Villanueva de los Barriales, y se adoptó ese día 20 de diciembre, como fecha fundacional de la ciudad.
San Martín en San Martín, su residencia
En las doscientas cincuenta cuadras el General San Martín construyó su chacra, que bautizó "Tebaida" y habitó ni bien fue propietario, antes de la partida del Ejército de los Andes; interinamente durante el proceso de emancipación y finalmente a su regreso de Perú. Es decir, fue un vecino sanmartiniano interrumpidamente entre los años 1816 y 1823.
La primera fecha se respalda en una anécdota que relató el Coronel Manuel de Olazábal en sus memorias: encontró un día al General San Martín "en su dormitorio con una pequeña imprenta sobre la mesa, y cuatro botellas de vino, timbrando papelitos, como los que traen los licores", recordó que antes de partir a Chile en 1817 dejó en su chacra "unas cincuenta botellas de vino moscatel" mendocino. Ese día, recibiría a dos sujetos que preferían el vino extranjero en lugar del local, por el simple hecho de ser extranjero.
A la hora de los postres "pidió los vinos diciendo «Vamos a ver si están ustedes conformes conmigo sobre la supremacía de mi mendocino»". Efectivamente, logró burlar a sus invitados, ya que había intercambiado los rótulos de las botellas de vino mendocino con el de Málaga.
Por otra parte, y sobre la llegada definitiva de Perú en 1823, el Coronel Olazábal también menciona en sus memorias que enterado de la llegada del
Libertador de América por el Portillo, fue a su encuentro en la cordillera y lo acompañó hasta llegar a Mendoza, el día 4 de febrero. Jacinto Yaben relata en sus efemérides sanmartinianas que "casi inmediato después de haberse hospedado en la casa de doña Josefa Huidobro, pasó a su chacra en los Barriales, que convirtió en su residencia durante su estada en Mendoza".
Si bien no ha podido establecerse aún con exactitud la fecha de la llegada del General San Martín a su chacra, se entiende que fue entre los meses de febrero y marzo hasta noviembre, cuando marcha definitivamente de Mendoza hacia su ostracismo. Fue en esos meses que recibió uno de los mayores reconocimientos en vida por su actuar en la campaña libertadora y por su notable desempeño como Gobernador Intendente de Cuyo, especialmente por todos los adelantos en la zona de Barriales: se le impuso su apellido al nombre de la única ciudad, fundada además, por él.
El 3 de junio recibió un oficio del Gobernador de Mendoza, Pedro Molina en los siguientes términos: "A solicitud de los vecinos de la Villa Nueva de los Barriales, que el Gobierno se complace en denominarla Villa Nueva de San Martín" y se lo invita a participar de la delineación de la futura ciudad. Al día siguiente, el General San Martín acepta y se compromete a esbozar las calles, tal como permanecen hasta el día de hoy:
"Con el mayor placer contribuiré con mis cortos conocimientos a la delineación de la Villa Nueva que V. S. me honra denominándola de San Martín: nadie más interesado en su fomento que el mismo que la ha destinado de pasar el resto de sus días: quiera el destino que ha cada momento se me proporcionen ocasiones de manifestar a este honrado pueblo mi eterna gratitud".
¿Qué fue de la Tebaida?
Cierto es que el General San Martín vivió con el anhelo de regresar a su chacra, aunque nunca lo concretó, la conservó celosamente hasta la muerte y su familia continuó la tradición. La casa con techos abovedados se derrumbó con el terremoto del Miércoles Santo de 1861 y finalmente, la propiedad es rematada y adquirida por Saturnino Álvarez, diez años después.
Ocurrida la muerte de Álvarez y su esposa, la propiedad es heredada por su hija, Claudelina, quien fraccionadamente vendió la propiedad a distintos productores. Recién entre los años 1905 y 1906, Ricardo Palencia, adquiere el predio que Saturnino Álvarez compró a los herederos del General San Martín. Con él comienza, una etapa de verdadera producción agrícola en las tierras sanmartinianas.
La tradición oral relataba el paso del Libertador por allí, y describían que su casa tenía techos con forma de bóvedas. Palencia, en reconocimiento y homenaje a quien fuera el antiguo propietario, patrono y fundador de la ciudad, construyó un edificio que recreó aquella casona inexistente, a partir del testimonio de los vecinos sanmartinianos. Este hecho dio nombre al predio que se bautizó "Finca Las Bóvedas".
Posteriormente, la firma santafesina Echesortu y Casas S. A. adquirió la finca y fue declarada lugar histórico por la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos, según decreto número 107.512 de 1941. Años después, la empresa decide donar el edificio a la municipalidad para la apertura de un museo, lo que se concreta en el año 1976 gracias a la participación de la Comisión Amigos del Museo Las Bóvedas. Esta comisión, luego se convirtió en la Asociación Cultural Sanmartiniana "Mi Tebaida", en actividad hasta la fecha.
Sobre el edificio de las bóvedas, actual sede del Museo Histórico Municipal "Las Bóvedas", no es el que habitó el General San Martín, ni una réplica auténtica. Fue construido por la tradición oral de los vecinos sanmartinianos, en la época de Ricardo Palencia. Por muchos años se creyó que sí lo era, hasta el descubrimiento de un dibujo del año 1838, atribuido al pintor alemán Juan Mauricio Rugendas que se encontraba de paso por Mendoza, desde Buenos Aires a Chile, y que demuestra que la casa original tenía cinco bóvedas, las dos mayores en los extremos y tres en menor tamaño que protegían un corredor. Este descubrimiento, se le debe a la señora Raquel Correa de la Asociación Cultural Sanmartiniana "Mi Tebaida", en un viaje a Chile hacia la década de 1980. Hasta entonces, se creyó erróneamente que la construcción era fidedigna a la que habitó el Padre de la Patria.
Hoy, a más de doscientos años del paso del General San Martín por su histórica chacra, la ciudad fue declarada histórica por ley provincial número
8.525. Los sanmartinianos, como vecinos orgullosos, continúan profesando los valores de quien alguna vez, vivió en estas tierras. Entendiendo, por un lado el lugar donde José de San Martín, su esposa Remedios e hija Merceditas se encontraron unidos, uno de los pocos momentos que la familia estuvo retirada de la vida política del General y las algarabías que la Mendoza poscolonial atravesaba. Por otro, representó también el refugio en un momento de ingratitud contra el héroe que nos dio la libertad y a su vez, escenario de gratitud y reconocimiento, imponiéndose su nombre a la ciudad.