Antes, verbos latinos; hoy, sustantivos españoles
Una nueva y esclarecedora columna de la Prof. Nené Ramallo.
A veces, nos llaman la atención algunos términos de uso común que tienen como última letra una "t"; tal es el caso de ‘déficit' o ‘hábitat'. ¿Qué ha sucedido?
El vocablo ‘déficit' es para nosotros un sustantivo, con diversos significados cuyo denominador común es la noción de "falta"; así, puede ser, en vocabulario comercial, el descubierto que resulta al comparar el haber o caudal existente con el fondo o capital puesto en la empresa: "La labor de los auditores ha encontrado un fuerte déficit en el ámbito de nuestra empresa". El diccionario académico nos da como sinónimo, para esta acepción, el término ‘descubierto'. En una segunda acepción, el ‘déficit' es, en la administración pública, la parte que falta para levantar las cargas del Estado, reunidas todas las cantidades destinadas a cubrirlas: "El ministro del área económica ha tratado de convencernos de la necesidad de reducir el déficit en la administración de la provincia". Aquí, se sugiere como equivalente la palabra ‘deuda'. En la vida cotidiana, ‘déficit' es sinónimo de falta o escasez de algo, que se considera necesario: "De tu último análisis, surgen que tenés déficit de algunas vitaminas importantes". Pueden funcionar como sinónimos los sustantivos ‘carencia' o ‘escasez'.
El plural es ‘déficits': "Queda asentado allí el total de los últimos déficits".
El sustantivo proviene del presente del indicativo del verbo latino "deficere", que se traducía como "falta"; en relación con él, se da el sustantivo ‘deficiencia', definido como "imperfección, defecto": "Hay deficiencia de recursos hídricos". También puede considerarse sinónimo de la tercera acepción que hemos transcripto para ‘déficit'.
La noción contraria a la contenida en ‘déficit' es la de ‘superávit': también proviene de un verbo latino, "superare", y estaba en pretérito perfecto del indicativo; se traduce como "sobró". Su valor significativo, igual que sucedía en ‘déficit', se reparte en tres acepciones: la primera, válida para el comercio, es el "exceso en el haber o caudal sobre el debe u obligaciones de la caja": "Con alegría, comprobamos que hemos cerrado el mes con superávit". La segunda, válida para la administración pública, comparte también la noción de "exceso" de los ingresos sobre los gastos: "Es sumamente prudente porque logra no solamente el equilibrio de ingresos y egresos, sino un amplio superávit". La tercera se refiere al habla corriente y se define como "abundancia o exceso en algo que se considera necesario": "Su gestión fue exitosa ya que hay superávit en cada una de las áreas a su cargo". Su plural es ‘superávits'.
Otro verbo que terminó en sustantivo es ‘imprimátur': en latín, existía el verbo "imprimere", cuyo presente de subjuntivo, en voz pasiva y en tercera persona del singular, daba la forma señalada. Su traducción era "que se imprima" o "imprímase". Hoy, si busco el término en el diccionario académico, encuentro que ‘imprimátur', ya españolizado, es un sustantivo masculino; su definición es "licencia que da la autoridad eclesiástica para imprimir un escrito": "Apenas recibí el libro con contenidos bíblicos, verifiqué si tenía el imprimátur". El sustantivo carece de plural y lo único que se modifica es el artículo: ‘el imprimátur/los imprimátur'.
Cuando un diplomático entra a cumplir funciones en un país diferente al suyo de origen, debe recibir la aprobación y beneplácito del gobierno respectivo; a ella se la llama ‘plácet'; este sustantivo, cuyo plural es ‘plácets', proviene del verbo latino "placere" y, al pie de la letra, se traduce como "place, agrada".
Estudiamos, en diferentes disciplinas, la distribución de los seres vivos en nuestro planeta; hablamos, entonces, del ‘hábitat', sustantivo definido como "lugar de condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal": "Hay que ver si esas especies animales son propias de este hábitat". Nuevamente, estamos ante un verbo latino, "habitare" que, en su presente de indicativo, en tercera persona del singular, nos da la forma que hoy registramos como sustantivo. Al pasar al español, toma tilde por ser un vocablo esdrújulo. Su plural es ‘hábitats".
Cuando se conceden premios, en algún certamen, existe un galardón al que se llama ‘accésit': esta forma, hoy sustantivo común, proviene también de un verbo latino, "accedere"; en su pretérito perfecto de indicativo, nos dio la forma "accesit" (sin tilde original), equivalente a "se acercó". Al pasar a nuestro español, tomó la acentuación ortográfica que le corresponde como vocablo grave. Se define como "recompensa inferior inmediata al premio, en certámenes científicos, literarios o artísticos": "El jurado consideró justo premiarlo con un accésit por la calidad de su obra". Si debo pluralizar, diré ‘accésits'.
¿Qué significado posee el sustantivo ‘afidávit'? Es un sustantivo, proveniente del latín medieval. Su origen está en el verbo "affidare", que era "prestar bajo juramento". Así, hoy, el sustantivo en cuestión es un "documento legal que sirve como testimonio o declaración jurada ante un tribunal, o como garantía o aval en otros casos". Vemos que, en su núcleo semántico, está encerrado el concepto de "fides", que equivalía a "fe".
También es usado como sustantivo ‘fíat', forma verbal que provenía del verbo latino "fieri", en presente de subjuntivo. Su traducción era "hágase". Hoy, como sustantivo español, lo definimos como "Consentimiento o mandato para que algo tenga efecto": "Los ingenieros dieron ya su fíat para el comienzo de las obras"; además, usado en aposición con el término ‘dinero', va a designar al dinero fiduciario; este ‘dinero fíat' suele ser declarado de curso legal por un decreto del gobierno y mediante regulación gubernamental.
Otro grupo de sustantivos de uso actual se relaciona con una parte de los verbos latinos: se trataba de su participio pasivo de obligación, conocido como gerundivo. Se trata de palabras como ‘agenda', ‘hacienda', ‘doctorando', ‘memorando'. Analicemos cada uno: la ‘agenda' es hoy un sustantivo, cuyo origen está en el plural neutro de "agendus, agenda, agendum", gerundivo del verbo latino "agere". Lo traducimos, textualmente, como "las cosas que deben ser hechas"; por ello, explicamos que sea el libro o el dispositivo en que se apunta, para no olvidarlo, lo que debe realizarse: "Registré en mi agenda todas las obligaciones próximas".
El ‘memorando' es proveniente del gerundivo "memorandum" (en latín, sin tilde), forma del verbo "memorare" (recordar), en su participio de obligación y significa, etimológicamente, "lo que debe ser recordado": "Cada integrante de la comisión recibió un pormenorizado memorando con los próximos vencimientos".
"Doctorari" era, en latín medieval, "doctorarse"; hoy, usamos cada vez más el sustantivo ‘doctorando', proveniente del gerundivo de ese verbo, con el valor de "el que se ha de doctorar": "Cada vez hay mayor cantidad de doctorandos".
Por fin, el sustantivo ‘hacienda', que es hoy para nosotros sinónimo de latifundio, una finca agrícola o el conjunto de bienes y riquezas que alguien tiene, proviene del verbo latino "facere" y su gerundivo "faciendus, facienda, faciendum", como "lo que ha de ser hecho".
Entonces, vemos más vigentes que nunca las palabras del poeta latino Horacio, en su Epistula ad Pisones: "Multa renascentur quae iam cecidere, cadentque quae nunc sunt in honore vocabula, si volet usus...", que podemos traducir y entender "Muchos vocablos que ya han caído renacerán y caerán los que ahora son honrosos, si lo ha de querer el uso".
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