Mendoza en agosto: raíces, copas y libertad

Marcelo Calabria comienza el mes sanmartiniano de agosto con su columna "Vinos & Comidas", en una Mendoza plena de mensajes.

Juan Marcelo Calabria

Queridos lectores, ¡el calendario nos regala un nuevo mes, y con él, un sinfín de aromas, sabores y, sobre todo, tradiciones que nos conectan con lo más profundo de nuestra tierra mendocina y nuestras raíces argentinas! Desde el primer día de agosto Mendoza nos ofrece motivos excepcionales para levantar la copa y, a la vez, reflexionar: la celebración ancestral del Día de la Pachamama y el inicio de la Semana Nacional del Bonarda, una cepa que ha sabido ganarse su lugar en el corazón de nuestros paladares, y se ha afincado en Mendoza con presencia y prestigio. Y nuevamente es un momento perfecto para explorar cómo la cultura, la historia y la gastronomía se entrelazan en nuestra provincia.

Así mientras el Malbec se lleva las ovaciones, y es desde hace décadas la cepa emblema, hay una estrella que ha brillado con luz propia y que, en los últimos años, ha conquistado paladares exigentes: nuestro Bonarda. Es la segunda cepa tinta más extendida en nuestro país. Por mucho tiempo, fue la base de nuestros vinos de consumo masivo, ese "vinito de mesa" que siempre nos acompañó con su gran rendimiento y su capacidad para aportar color. Pero la historia, como la vida y el buen vino, tiene sus vueltas, sus descubrimientos y sus épicas transformaciones. En los últimos años, con una visión enológica renovada y un manejo más minucioso y cuidadoso de los viñedos, el Bonarda ha dado un salto cualitativo impresionante.

Todo listo para la premiación y muestra "San Martín, embajador del vino mendocino"

Hoy, lo reconocemos por su perfil aromático vibrante, con deliciosas notas a frutas rojas, moras, arándanos y cassis, y por esa suavidad en boca que lo hace tan especial, dando vida a vinos elegantes, intensos y aterciopelados. ¡Una verdadera epopeya para una uva que resurgió con fuerza! Como hemos señalado en columnas anteriores, el corazón de este renacimiento está en nuestro querido este mendocino, nuestro terruño, donde gran parte de la superficie cultivada con Bonarda se concentra en San Martín. Si bien celebrar su semana es un honor, hay que destacar que el programa de actividades se extiende durante todo el mes de agosto, y es una oportunidad para que cada copa nos cuente la historia del esfuerzo de nuestros productores, la riqueza de nuestro terruño y la innovación de una industria que no para de mirar al futuro sin perder sus raíces. De hecho, la Municipalidad de San Martín será el epicentro de la Semana Nacional del Bonarda, con un calendario clave para consolidar esta cepa como un símbolo de identidad regional y de la diversidad de nuestro vino argentino.

Y justo cuando comenzamos a descorchar un Bonarda, el primer día de agosto nos sumerge en una de las celebraciones más importantes y conmovedoras de la cultura andina: el Día de la Pachamama, en quechua significa "Madre Tierra", que ancestralmente representa el principio significativo que sostiene la vida, junto con el recurso vital de Mendoza, el agua, en un maridaje conmovedor que podemos ver en los surcos de las fincas y viñedos. Para los pueblos quechuas, aimaras y otras comunidades andinas, es una presencia cotidiana a la que se le habla, se le pide y, sobre todo, se le agradece por todo lo que nos provee. Esta tradición se remonta a tiempos inmemoriales, incluso anteriores al majestuoso Imperio Inca, marcando el despertar de la tierra tras el invierno y la necesidad imperiosa de nutrirla antes de la siembra, alimentarla y prepararla para las nuevas siembras y futuras cosechas. Aunque estas prácticas ancestrales fueron perseguidas en tiempos de la colonia, resistieron y resurgieron, hoy se extienden más allá de los territorios originarios, llegando a nuestras ciudades y hogares como una profunda forma de reconectar con la Tierra.

El corazón de esta celebración es la corpachada, un ritual donde se cava un pozo en la tierra que representa la boca de la Madre Tierra, donde se depositan ofrendas: alimentos típicos como locro, humita, papines, chicha, tabaco, hojas de coca y dulces caseros, depende también de las regiones y costumbres. Es un acto puro de agradecimiento por lo recibido y un pedido sincero por lo que se anhela, por la salud, las cosechas y el sustento. Es una forma de restablecer ese equilibrio vital entre los seres humanos y la naturaleza, devolviéndole simbólicamente a la Madre Tierra una parte de lo que ella generosamente nos brinda.

Mendoza, tierra de Bonarda y gastronomía sostenible

Un elemento clave de este ritual, que se ha arraigado en diversas provincias de Argentina y que forma parte de nuestras tradiciones, es la caña con ruda; esta es una bebida de fuerte simbolismo, preparada macerando hojas de ruda macho en aguardiente o caña blanca, es originaria de los pueblos guaraníes, y se considera una medicina espiritual que atrae la salud, aleja los males y fortalece la energía vital. La costumbre consiste en beber tres pequeños sorbos en ayunas el primer día de agosto, aunque la tradición nos invita a compartirla hasta mediados de mes, como parte de este mismo ciclo de renovación y buena fortuna. Y más allá de la historia y tradición, en un mundo donde la crisis climática nos recuerda día a día, la fragilidad de nuestro planeta, nos permitimos agregar que la figura de la Pachamama cobra una nueva y poderosa relevancia ante el cambio climático y los desafíos de sustentabilidad. La sabiduría ancestral, esa que nos susurra que no se puede tomar nada de la tierra sin devolvérselo, resuena hoy más que nunca, llamando desde las entrañas de nuestra cordillera a la reflexión.

Y como si la Pachamama y el Bonarda no fueran suficientes para darle carácter a este mes tan particular, agosto se tiñe también de patria: celeste y blanco con el espíritu de San Martín. Para los mendocinos, agosto es, sin duda, el mes sanmartiniano. Es el mes en que conmemoramos al Padre de la Patria, al Libertador de América José Francisco de San Martín, cuya figura está indeleblemente ligada a nuestra provincia. Fue desde aquí, en Mendoza, donde forjó la epopeya que cambiaría el destino de Sudamérica, y hoy tenemos la posibilidad de revivir sus rutas uniendo la gesta de la libertad con los caminos del vino.

La presencia de San Martín no es solo una efeméride histórica; es parte fundamental de la identidad mendocina, que se manifiesta en cada rincón, en cada piedra, en cada relato y en las actividades culturales que nos conectan con este glorioso pasado. Prueba de ello son las constantes referencias y homenajes que se le rinden, y con la gran cantidad de "sitios históricos sanmartinianos" que nos invitan a recorrer su legado. En el marco de la Semana del Bonarda, por ejemplo, uno de los encuentros culturales propuestos es "San Martín y el Vino", que busca vincular nuestra bebida nacional con la historia y la identidad local. Incluso, la presentación oficial de la Semana Nacional del Bonarda en San Martín contará con la participación de un actor que encarna al General San Martín, un detalle que subraya esta profunda conexión. La figura del Libertador resuena en canciones patrias y en nuestro folclore, que forman parte de encuentros, celebraciones y actos, impregnando el aire con el espíritu de la gesta libertadora.

Así, agosto en Mendoza es un mes que nos invita al rescate de la cultura e identidad profunda: desde la conexión ancestral con la Pachamama y la tierra que nos da el vino, hasta la epopeya de la libertad que forjó nuestra nación. Un mes para beber con conciencia, agradecer a la Madre Tierra y honrar a aquellos que nos dieron la patria. ¡Brindemos por ello, con vino y con respeto por nuestra Madre Tierra y nuestros héroes! ¡Salud y a disfrutar Mendoza!


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