Los mercados siguen de fiesta mientras la economía sigue paralizada

Mientras se agudiza la recesión, las bolsas baten récord aprovechando los precios atrasados, ante la convicción de los mercados de que el gobierno no volverá a devaluar. Escribe Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

La Argentina presenta una paradoja: mientras los mercados financieros están en pleno auge, la economía está paralizada. Es más, llevamos cuatro meses consecutivos con la economía en terreno negativo, lo que muestra que la recesión es clara y contundente. Según un estudio de la Consultora Eco Go se señala que los aumentos en la comida, los colegios, las prepagas, los medicamentes, las tarifas y el esparcimiento, entre otras, complicaron los bolsillos de los argentinos.

En contrapartida, los sectores agrícolas y los servicios consiguieron una mejora, lo que se contrapone con la caída de sector industrial, la pesca, la construcción y la minería. Según la consultora la caída obedece a una disminución en el consumo interno, empujado por la caída del poder adquisitivo de los salarios y de las jubilaciones. En realidad, estamos con la resaca de la fiesta del "Plan Platita" de Sergio Massa, que se terminó cuando él mismo devaluó la moneda meses antes de las elecciones.

En esta situación hay muchos sectores donde ya impera el mal humor, aunque muchos conservan la esperanza porque reconocen que el gobierno está haciendo lo que prometió. No obstante, otros sectores y personas le están pidiendo a Milei, incluido el representante del FMI que estuvo esta semana en el país, que hay que adecuar la velocidad del ajuste. Todos ven bien que desaparezcan cargos innecesarios (como los que estaban en la Cámara de Diputados para medir los niveles de ozono), pero hay niveles científicos que deben asegurarse como los del Servicio Meteorológico Nacional y ciertas posiciones del CONICET. Por supuesto, en muchos lugares pueden haber acomodados y ñoquis y habrá que hacer un peinado fino. Ya no se puede seguir con el hacha del carnicero y es necesario tomar el bisturí del cirujano.

Porque, además, hay algo no resuelto y que debe abordar la política. Hace muchos años se decidió darles estabilidad a los empleados públicos, en todas sus jerarquías, salvo cargos políticos. Hoy nos encontramos que, sobre una planta de 600.000 empleados de la administración nacional, hay unos 200.000 contratados y 400.000 efectivos, de planta permanente. De estos, el 80% tienen sueldos superiores a 2 millones de pesos y son intocables. Los contratados tiene sueldos más bajos, salvo excepciones. Es decir, no se está podando por donde se debería y la solución la tiene que dar la política. Pero ellos fueron los responsables, ¿se pude esperar algo de ellos?

Otras incongruencias que deben resolverse entre los políticos y los jueces (que también hacen política), es el problema de los regímenes de privilegio, que consumen gran cantidad de recursos y que. Según la interpretación tradicional, se trata de derechos "adquiridos" pero hay algo que es indefendible. La Constitución dice que "todos los ciudadanos son iguales ante la ley" y que "no se admiten prerrogativas de clase, raza o religión". También dice que "la igualdad es la base de las cargas públicas".

Y es aquí donde entramos en colisión entre la letra de la Constitución y sus interpretaciones. ¿Es posible argumentar que un privilegio es un derecho adquirido en forma válida, cuando fue adquirido en base a una norma que viola la Constitución? Hasta ahora nadie me supo responder y hay que reconocer que la estabilidad de los empleados públicos está consagrada en la Constitución, aunque la misma Carta Magna dice que "la idoneidad es la única condición para ocupar un cargo público" y, en verdad, son muy poco los que llegaron por concursos públicos y abiertos, por lo que no podrían usar la excusa de la estabilidad para justificar su permanencia.

Lo cierto es que, en este proceso, el Gobierno hace mucho ruido, mucho daño y ahorra poco, porque los sectores donde habría que meter el bisturí han sido blindados con anterioridad por la clase política. En el medio, una profunda recesión donde no aparecen medidas que tiendan a destrabar el horizonte sin que, además, se llena de nuevas tasas municipales e imposiciones provincial que atentan contra la competitividad, porque los funcionarios solo buscan su propia competitividad electoral, aunque tengan que reventar a las empresas de su jurisdicción.

La fiesta de los mercados

En medio de las penurias de varios sectores, los mercados financieros parecen vivir una verdadera fiesta. Los bonos argentinos aumentaron un 100% desde que asumió Milei, mientras el dólar blue aumentó un poco hasta diciembre, pero luego comenzó a caer. Este mes de marzo la caída fue del 3% y cerró a un increíble precio de $1000. Pero a su vez, en la Bolsa de Comercio, las acciones argentinas ganaron un 40% en el mes de marzo. Esto se explica porque la estrategia del Gobierno fue no emitir más moneda para financiar déficit, mientras la masa de pesos se iba licuando con la inflación, porque no se reponía.

Dada esta situación, el Banco Central decidió bajar la tasa de referencia para los bancos de 130% a 80% y liberar la tasa a los ahorristas. Así, los bancos comenzaron a bajar la tasa a los ahorristas a niveles entre 80% y 60%, pero esta semana volvieron a bajar. Es que la plata, colocada en el Banco Central, no rinde por lo cual ya están ofreciendo préstamos a particulares. El Banco Nación está semana ofrecía sus clientes préstamo con tasas del 60% anual. Esto explica que los inversores estén deshaciendo sus posiciones en dólares y volcándose a invertir en bonos y acciones.

Esta semana el presidente explicaba que, al no emitir más moneda, cuando surjan necesidades, los particulares y las empresas deberán sacar los dólares del colchón y eso monetizará la economía. Algunos economistas, como Diego Giacomini, sostienen que esto en una barbaridad porque el presidente está llevado al desahorro, cuando debería permitir mejor ahorro. Además, dice Giacomini, esto es como un blanqueo oculto no legislado porque los dólares entran por el CCL y el blue. Por supuesto, sostiene que esto es contrario al pensamiento liberal. En realidad, un desahorro presente es menor consumo futuro, lo que no es un buen camino para salir de la recesión. 

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Frente a esto surge el debate entre quienes sostienen que el dólar oficial está atrasado y los que sostienen que, al estar congelado, la tasas rinden mucho más que el dólar. Por las medidas que se han tomado y las últimas declaraciones, los operadores parecen convencidos que el gobierno no aplicará una nueva devaluación, como algunos sugieren, incluso el enviado del FMI. En este panorama, es probable que comience un nuevo flujo de divisas de vendedores, porque compradores no hay.

No obstante, se siguen esperando la sanción de algunas normas que permitirían mejorar las expectativas de los empresarios. La parte financiera y la decisión del presidente de eliminar el déficit fiscal y bajar la inflación son datos que ya nadie pone en duda, pero faltan decisiones trascendentes del Congreso. La más importante es la reforma laboral, lo mismo que el blanqueo, que facilite el ingreso de capitales.

Lo importante ahora es tratar de resolver el levantamiento del cepo y la liberación del tipo de cambio. A pesar de que las condiciones actuales serían ideales, lo cierto es que el gobierno tiene un problema, que resultó más grave que el de las Leliq y es la deuda con los importadores. Esta deuda se generó porque se autorizaban las operaciones de compra, pero no se les daban las divisas. El Gobierno compensó, en parte, por una deuda de us$50.000 millones, con los bonos que emitió (BOPREAL), y solo colocó bonos por us$15.000 millones.

Por ahora, hay muchos interrogantes y la espera de ver cuándo comenzará a marchar la economía, aunque no se prevé que sea antes de la segunda mitad de año. Luego de la crisis que traíamos, no es un plazo largo, sino demasiado corto.

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