Las limitaciones de medir la economía provincial por el empleo registrado
Una mirada crítica del economista Sebastián Laza sobre el trabajo de la CEPAL que compara PBG entre provincias.
En los últimos años, ha salido a la luz un trabajo de la CEPAL sobre la evolución de los valores agregados provinciales en la Argentina. El trabajo busca actualizar y homogeneizar información que generalmente se ha encontrado dispersa, difícil de comparar. La estadística lograda es efectista y de impacto mediático, con provincias que crecen mucho y otras que caen mucho, pero tiene fuertes limitaciones metodológicas.
El principal cuestionamiento es el indicador dominante para medir la evolución sectorial: el empleo privado registrado. Según el propio documento técnico, la mayoría de los 52 sectores económicos fueron estimados a partir de los datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE) del Ministerio de Trabajo. En otras palabras, se asume que la evolución del empleo formal refleja la evolución de la producción.
Pero eso rara vez ocurre. El empleo formal puede subir por motivos administrativos, por programas de blanqueo o por la conversión de monotributistas a asalariados, sin que la actividad real crezca. También puede caer aun cuando la producción se mantenga estable, si las empresas adoptan tecnología (aumento de productividad) o tercerizan tareas.
El empleo formal representa apenas una parte de la economía real. Quedan fuera los cuentapropistas, los informales, los estacionales y buena parte de los trabajadores del agro, la construcción o los servicios personales.
Por eso, medir el producto provincial con esa variable equivale a mirar a cada una de las jurisdicciones por el ojo de una cerradura: se ve algo, pero no el cuadro completo. En provincias con alta informalidad o fuerte peso del autoempleo, el sesgo es mayor, y la imagen resultante puede ser engañosa. El trabajo formal es un termómetro útil, pero no mide la temperatura del conjunto. Refleja solo una parte de la economía: la visible, la declarada, la que emite recibos de sueldo.
El deber ser: medir producción, no nóminas
La buena estadística económica debería basarse, ante todo, en índices de producción física, específicos para cada sector: energía por megavatios generados, minería por toneladas extraídas, industria por volumen producido, agricultura por quintales/hectáreas cultivadas, y servicios por su nivel de demanda o facturación.
Así lo hace, por ejemplo, la DEIE en Mendoza, y por eso sus estimaciones son rigurosas en la metodología. Y también lo hacen aquellas pocas provincias que tienen organismos estadísticos establecidos hace décadas, con un historial de estimaciones serias y creíbles. El debate entonces queda claro, solo con índices físicos de producción puede construirse un indicador del valor agregado que refleje la realidad productiva y no solo el movimiento de las planillas laborales.
El trabajo de la CEPAL se queda a mitad de camino, ya que, si bien construye una estadística donde antes no había nada, la misma tiene serias limitaciones de construcción, que solo se pueden superar con un mayor diálogo con las fuentes provinciales, como la DEIE en Mendoza, que conocen mejor la dinámica local y suelen tener relevamientos propios más detallados.
Fortalecer ese vínculo -entre Nación, provincias y organismos técnicos- permitiría construir un sistema estadístico más realista, capaz de captar la diversidad y complejidad del territorio argentino. Porque, al final del día, una economía no se mide por la cantidad de empleos formales, sino por su capacidad real de producir, innovar y generar valor, y esto último es lo que capta un PBG provincial.