Emprender en modo austero: las startups argentinas que sobreviven sin inversores

Sin rondas millonarias ni promesas de unicornios, estas compañías apuestan a crecer con recursos propios. En un país donde el 80% no supera el primer año, sostenerse ya es una hazaña.

Mientras la mayoría de los emprendimientos en Argentina no supera su primer año, un grupo reducido de startups demuestra que es posible desarrollarse y expandirse sin recurrir a capital externo. Apostaron por modelos autosustentables, evitaron la carrera por levantar fondos y lograron afianzarse en un ecosistema donde sobrevivir sin inversores parece una rareza.

En un entorno emprendedor donde levantar una ronda de inversión suele presentarse como un paso obligado, hay casos que desmienten esa narrativa. Se trata de empresas que eligieron el camino de la rentabilidad desde el comienzo. No figuran en los listados de unicornios ni en los informes de los grandes fondos de venture capital, pero tienen algo en común: crecen, contratan y siguen operando sin haber recibido aportes externos.

Ese fue el caso de Autoinspector, que nació en plena pandemia con una consigna clara: generar ingresos desde el primer día o desaparecer. "El capital no es esencial, es un recurso más. Si no sabés conducir, no te subas a un auto de alta gama", resume su CEO, Ezequiel Niedfeld. La estrategia fue simple y efectiva: validar rápido, salir a vender y financiarse con su propia facturación. Nada de storytelling ni presentaciones para inversores: sólo producto, clientes y ejecución.

Terrand, enfocada en soluciones tecnológicas para el agro, adoptó un enfoque similar. "Cada decisión se tomaba en función del punto de equilibrio", señala Lucas Pesse, su cofundador y CEO. Mientras otras startups priorizaban el crecimiento acelerado financiado por inversores, ellos concentraron sus esfuerzos en generar relaciones sólidas con los clientes, con quienes establecieron vínculos que les permitieron resistir momentos complejos sin depender de rondas de financiamiento.

En The Flock, dedicada a conectar talento tech latinoamericano con compañías internacionales, la lógica fue comparable. "No elegimos crecer sin inversión por romanticismo, sino por diseño", afirma su CEO, Ramiro González Forcada. Desde su creación en 2020, la firma se expandió por más de diez países, construyó su propia plataforma y reclutó miles de profesionales sin recurrir a capital de riesgo. "Escalar sin estructura y sin cultura sólida es una receta para el fracaso. Por eso decidimos hacerlo de forma gradual, priorizando equipo y procesos", explica.

Cuando no hay red: construir en un contexto adverso

En muchos casos, prescindir de inversores no fue una elección sino una necesidad. En Argentina, el 80% de los startups cierra antes del año, según el Global Entrepreneurship Monitor. La inflación, la volatilidad cambiaria y la incertidumbre regulatoria dificultan el acceso a financiamiento. Para algunas compañías, adaptarse al contexto fue la única vía.

Jalife Brothers, una agencia de comunicación con foco en marcas de consumo masivo logró crecer apostando a una gestión financiera organizada y a decisiones compartidas desde el inicio. "Nunca trabajamos bajo presión extrema. La clave fue contar con procesos claros y un equipo coordinado en lo económico y operativo", cuenta su CEO, Jessica Jalife. La estabilidad no vino de la mano del crecimiento acelerado, sino de una planificación firme y constante.

Terrand también enfrentó desafíos severos: la inflación licuó márgenes y los obligó a redefinir estrategias, explorar nuevos mercados y optimizar recursos. Lo hicieron sin redes de contención. El foco se mantuvo: construir desde lo que tenían, sin depender de promesas externas.

En The Flock, la capacidad de reacción fue vital. "Cada movimiento tuvo que pensarse en términos de supervivencia. No teníamos margen para errores ni lujos de tiempo", recuerda González Forcada. En ese escenario, la cultura de equipo se transformó en el activo principal: el talento como ventaja competitiva, no como gasto.

Contra la corriente: otra forma de crecer

Según el informe Venture Capital & Growth Equity in Latam 2025 de Endeavor y Glisco Partners, el 65% del capital invertido en la región se destina a startups en etapas avanzadas. No sorprende, entonces, que los emprendimientos que no levantan capital queden fuera del radar. Sin embargo, existen y avanzan.

América Latina registró un incremento del 26% en las inversiones durante 2024, superando incluso a Europa. Pero los focos siguen puestos en empresas que siguen el modelo tradicional de crecimiento vía inversión. Las que eligen otro camino no encajan en esas métricas, pero ofrecen una mirada distinta sobre lo que significa tener éxito.

En Autoinspector, la filosofía es clara: resolver problemas concretos con soluciones útiles, aunque no sean vistosas. "Lo importante es que funcione. Si es sexy o no, es secundario", sostiene Niedfeld. Para ellos, el crecimiento real se da a partir de la utilidad sostenida.

En Jalife Brothers, la estrategia pasa por la personalización y la diversificación. No repiten fórmulas, adaptan sus servicios a cada industria. "Siempre hay oportunidades. Si no existen, las generamos", señala Jalife, aludiendo a la versatilidad como ventaja.

Por su parte, The Flock logró automatizar procesos y escalar regionalmente. Fue elegida por el programa Scale Up de Endeavor tanto en Argentina como en Miami, con apenas una ronda ángel inicial. "La obsesión por levantar capital puede desenfocar. Lo importante es construir algo que perdure, y lograrlo en esta región no es menor", reflexiona González Forcada.

Sostenerse también es éxito

Estas startups no aparecen en campanazos bursátiles ni celebran con champagne la llegada de fondos millonarios. Pero sus historias muestran que también hay mérito -y mucho- en mantenerse firmes, tomar decisiones difíciles y construir con lo disponible. Tal vez ahí esté la esencia más realista y valiosa de emprender en América Latina: no sólo crecer, sino perdurar.


Forbes Argentina

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