¿Qué le da valor a tu dinero?

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Originalmente, el problema del respaldo del dinero no existía, pues este valía lo que su propia composición: monedas hechas de metales preciosos como el oro o la plata cuyo valor de cambio era el mismo que su valor intrínseco. Sin embargo, las limitaciones de este sistema obligaron a finales del siglo XIX a introducir el patrón oro, un sistema por el cual la moneda en circulación no tenía valor por sí misma, sino que era asegurado por una cantidad equivalente de oro. Sin embargo, cuando este sistema se quebraba -porque un Estado, necesitado de liquidez, emitía más moneda rebajando su valor- podían producirse crisis como la hiperinflación alemana de los años 20. Ello motivó a que, con el final de la Segunda Guerra Mundial, se buscara un nuevo sistema que asegurara la estabilidad económica mundial y contribuyera a evitar nuevos conflictos bélicos.

La propuesta llegó con los Acuerdos de Bretton Woods (1944), patrocinados por Estados Unidos. Este país había salido de la Segunda Guerra Mundial como la principal potencia militar y económica a nivel global, lo que le dio el peso suficiente para que el resto de países aceptaran un sistema por el que todas las divisas pasaban a compararse con el dólar. Estados Unidos se comprometía a mantener el valor de su divisa estable en relación al oro, y el resto de países utilizarían a su vez el dólar como respaldo. No obstante, los problemas económicos por los que pasaba Estados Unidos a principios de los años 70 provocaron que el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, decidiera en 1971 terminar con este sistema treinta años después de su creación. Fue lo que se conoció como el Nixon shock; a partir de entonces, el dólar -y con él, el resto de divisas- abandonaría el patrón oro, y pasaría a fluctuar en función a la oferta y la demanda del mercado sin más respaldo que la promesa de que ese dinero valía lo que decía valer.

Este tipo de dinero, no respaldado por el oro u otro metal precioso, ni por otra divisa como el dólar, es conocida como dinero fiduciario o dinero fiat, y en la actualidad su primacía es clara a nivel global. Esto no quita que su valor también esté influido por diversos elementos que pueden afectar al mercado de divisas: el precio de materiales preciosos como el oro, los créditos del banco central o la deuda pública de un Estado, entre otros. Ahora bien, lo que resulta más importante en este mercado es la confianza que despierte una moneda: dependiendo de la confianza que despierte un Estado y su moneda, y la ley de oferta y demanda, el valor de las divisas variará. Es por ello que el control que se ejerce sobre el valor de las divisas es bastante exhaustivo, vigilando la cantidad de dinero en circulación y tomando medidas para devaluarlo o aumentar su coste, según sea necesario.

En cuanto a las instituciones que emiten moneda, cabe diferenciar entre dos tipos de emisión: la libre y la regulada. La primera, ya casi en desuso, permitía a todos los bancos emitir su propia moneda, mientras que la regulada supone que hay una institución centralizada que decide sobre cuánto papel moneda se imprime. Las instituciones que suelen estar encargadas en la regulación de las divisas suelen ser bancos centrales, aunque pueden ser otros organismos externos o supranacionales, como en el caso de la zona euro, en la que esta competencia reside en el Banco Central Europeo.

Para ampliar: "Hágase el dinero: cómo funciona el sistema monetario", Javier Gómez en El Orden Mundial, 2019

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