Arte y autos antiguos: una exquisita combinación

El pasado jueves 28 de noviembre se llevó a cabo una muestra por demás interesante. La cita fue en el predio de la Bodega Giol en Maipú y unió las obras del reconocido artista plástico Marcelo von der Heyde con hermosos automóviles antiguos.

Los hermanos Patricio y Leopoldo Boulin, son los responsables de Autiq y tienen allí un enorme espacio donde realizan actividades para los amantes de los autos clásicos y antiguos de todos los tiempos.

Pato Boulin le contó a Memo que una de sus premisas es poner en valor el patrimonio edilicio y el de los automóviles, por supuesto y como nueva propuesta le ofrecieron al artista el espacio para exponer sus obras.

La curadora Roxana Punta Alvarez, viajó desde Buenos Aires y aceptó el grato el desafío de ubicar y mostrar este increíble ensamble: fusionar atractivos autos antiguos con el arte de Marcelo von der Heyde.

"Bomarzo" fue el escenario que la inspiró, en realidad fueron los jardines del Castillo de los Orsini, en Bomarzo, ubicados en la provincia italiana de Viterbo. En esos jardines, entre árboles, parterres y arroyos, surgen desmesuradas esculturas que asombran a los visitantes. Entonces este lugar emblemático, en cuanto al acervo patrimonial de nuestra Provincia y de grandes dimensiones, resultó ideal para emular ese parque europeo y colocar las esculturas rodeadas por hermosos automóviles con mucha y mucha historias.

Desde un comienzo el plan fue diagramar dos carreteras con un cantero central donde se colocarían las obras de arte.

Los coches fueron dispuestos entonces simulando carreteras de los años 60, explicó Leo a Memo. Hacia el final se colocaron los más modernos y los europeos, en el centro un Torino, el gran clásico argentino.

En la entrada se ubicó la vedette de la noche: una Bugatti type 35 del año 1926, cotizada y apreciada por los grandes conocedores de autos.

Esta Bugatti es una de las recreaciones que realiza la fábrica argentina Pur Sang en Paraná, para todo el mundo. Se construyen a escala, respetando los planos y detalles originales, pero con materiales nuevos.

Las obras presentadas por von der Heyde fueron hechas en metal para armonizar con el material de los automóviles que las rodeaban. Sus formas geométricas, esos círculos con caladuras y color, generaban sombras y movimientos que podían apreciarse al reflejar en ellos la luz, o al proyectarse sobre las paredes, los pisos y el ambiente.

La cinética obviamente fue la fuerza inspiradora para lograr esos tondos amorosamente creados, que el público disfrutó y con los que pudo experimentar sensaciones diversas.

Parafraseando el texto curatorial de Punta Alvarez : "Lo tapado, lo abierto, los claroscuros y lo cinético se expresan aquí en su plenitud" y eso fue lo que logró el artista con su apasionada e intensa labor con metales transformados en obras de arte.

El montaje de las esculturas fue otra apuesta interesante: los tondos estaban dispuestos en distintas posiciones: colgados como cuadros en la pared, adornando la gran mesa donde los comensales fueron agasajados con deliciosa comida y sobre plintos y atriles colocados especialmente para la ocasión.

Fue sin lugar a dudas una experiencia y un momento único para quienes saben disfrutar de los autos y el arte contemporáneo.