San Martín y la epidemia del cólera en París

En esta nota el historiador Roberto L. Elissalde da cuenta de la situación que vivió el Libertador en su estadía en la capital francesa en 1832, en una ciudad asolada como ahora por una peste. Una serie ofrecida por Gaceta Mercantil.

El 10 de febrero de 1824, el general José de San Martín abandonó Buenos Aires a bordo del navío "Le Bayonais" rumbo a Europa. La excusa era la educación de su única hija, Mercedes Tomasa, que se había criado en el seno de la familia Escalada y que antes, durante y después de la muerte de Remedios -su madre- había sido mimada en extremo por su abuela, convirtiéndola en una "diabilla", al decir de su padre. Esta era una realidad pero cubría otra verdad que nadie ignoraba y era el maltrato sufrido por parte de Bernardino Rivadavia y todo el partido unitario, no así de los federales, que siempre lo trataron con respeto. Esto fue lo que había comprobado en los dos meses y días que pasó en la ciudad, en los que visitó además a monseñor Muzzi, un delegado pontificio que venía acompañado por un joven sacerdote, Juan Mastai-Ferretti, que habría de ser el papa Pio IX.

San Martín se instaló en Londres e internó a su hija en un reconocido colegio. Al año siguiente se trasladó a Bruselas y, a finales de 1828, se embarcó rumbo al Río de la Plata, contempló desde el barco la ciudad de Buenos Aires y finalmente no desembarcó para no mezclarse en las luchas internas a pesar de recibir la visita de alguno de sus ex oficiales. Se fue a Montevideo y regresó luego a Bruselas.

Razones internas de la política local lo llevaron a instalarse en 1830 en París, en una casa de la rué de Provence 11. Desarrollaba una vida tranquila, su salud era buena pero el cólera morbus comenzaba a preocuparlo, por lo que le escribe a su amigo peruano Rivadeneira: "Las medidas adoptadas no han podido hasta lo presente, detener la marcha de esta espantosa enfermedad; por mi parte, algo fatalista, miraría tranquilo venir este azote, pero mi convicción no se extiende a que mi hija única pueda ser amenazada". En la misma carta le explicaba que podría venir a Buenos Aires pero su apoderado había quebrado, quedándose con los alquileres de dos años y una letra de 3.000 pesos.

La primavera de 1832 fue aterradora en Francia, como lo será esta en Europa con el nuevo coronavirus, y sacudió los cimientos del Imperio. El cólera, cuya primera aparición había sido en la India en 1817, se extendió hacia el Oeste y llegó a Europa, alcanzando París en marzo de 1832. El Hotel-Dieu comenzó a recibir un sinnúmero de pacientes sin que nada se pudiera hacer, y se morían a los dos días. La epidemia duró hasta septiembre, hubo 100.000 muertos y sólo en París cayeron 18.000, a pesar de las medidas que hemos visto se habían adoptado para prevenirla con poco éxito.

Ante el avance del mal San Martín y su hija abandonaron París y se instalaron en Montmorency, en las afueras de la ciudad. Su carta a O´Higgins es bien clara sobre lo que vivieron: "El cólera nos invadió a fines de marzo y mi hija fue atacada del modo más terrible. Yo caí enfermo de la misma epidemia tres días después; figúrese Ud. cual sería nuestra situación, no teniendo por toda compañía más que una criada; afortunadamente, el día antes de la enfermedad de Mercedes, el hijo mayor de nuestro amigo, el difunto general Balcarce, había llegado de Londres (se hallaba en nuestra compañía y para en nuestra casita de campo, en que estábamos a dos leguas y media de París) y éste fue nuestro redentor y sin sus esmeros cuidadosos hubiéramos sucumbido. Mercedes se repuso al mes, pero yo, atacado al principio de la convalecencia de una enfermedad gástrica-intestinal, me ha tenido al borde del sepulcro y que me ha hecho sufrir innumerables padecimientos por el espacio de siete meses; en fin, los baños minerales de Aix, en la Saboya, que fui a tomar en setiembre pasado, me han repuesto y aliviado un tanto".

San Martín con su hija y Balcarce regresaron a París en junio. Según el erudito trabajo de Armando Rubén Puente sobre el marqués de Aguado, "se le presentó un vómito violento acompañado de dolores convulsivos en el vientre, gran diarrea, mucha sed y frío". En otra carta a O´Higgins agrega que Aguado, "el más rico propietario de Francia que sirvió conmigo en el mismo regimiento en España", le debía "no haber muerto en un hospital a causa de mi penosa y larga enfermedad".

Vayan estos datos que no se comentan con demasiado detalle de las epidemias que sufrió y superó San Martin en tiempos de menores recursos terapéuticos. La Gaceta Mercantil en esos meses no fue ajena en sus noticias al mal que aquejaba a Francia y en la edición del 15 de octubre de 1832 dio a conocer una "Relación del cólera espasmódico según apareció en las Indias Británicas, sacada de los mejores autores, por M. Morrison, Médico, miembro de la Sociedad de Medicina y Cirugía de Maryland, E.U, y licenciado en Medicina y Cirugía por el Tribunal de Medicina de Buenos Aires", lo que nos permite conocer además el nombre de un interesante profesional que ejerció su profesión en nuestra ciudad.

EL AUTOR. Roberto L. Elissalde. Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. Leé más en Gaceta Mercantil haciendo clic aquí.

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