Los héroes de la gestión: la proeza de evitar equivocarse
"El asumir errores, un futuro sin excusas y con coraje político". Escribe Mauricio A. Castillo, docente, Técnico Universitario en Administración y Gestión Pública y coach de equipos.
Es hora que cada acción, las políticas públicas sean parte de la historia que nos hagan sentir orgullosos como ciudadanos y ciudadanas; que los personajes o personalidades que hoy tienen la responsabilidad y el deber de administrar y decidir sobre los destinos de los gobiernos en sus distintos niveles, ingresen a los libros de la historia, en esos manuales que al verse reflejados sus liderazgos sean una renovación hacia un lugar mejor para vivir. Que puedan sentirse, sin dejar a ningún elemento de la democracia, sin el reconocimiento que es un equipo quien marca los hechos, proyectados hacia ese futuro concreto.
Que caminar por las calles con el pecho inflado de quienes hicieron lo imposible para que se evaporen propuestas y promesas incumplibles, realidades que demuestran lo burdo y malicioso de hacer lo contrario.
El arte de la autocrítica, se dé cada vez más para nuestros representantes una disciplina, y que deje de ser exótica, el que los lleve a asumir errores. Porque los pueblos no se hunden por falta de aciertos, sino por exceso de soberbia.
Que hay menos confusión entre gestión con marketing, entre liderazgo y manipulación, y democracia con una sucesión de fotos en la plaza. Los aplausos domesticados van desapareciendo, también ese eco de sus propias voces como una ovación popular.
La historia se está escribiendo con gestos de humildad, con la capacidad de decir "nos equivocamos" sin que el mundo se derrumbe. Tal vez el futuro ya comenzó gracias a la revolución más silenciosa, sin tantas marchas y más profunda que los discursos: el ciudadano exige, pregunta, participa.
La política local se regenera, los líderes están comprendiendo que la gestión prefecta es irreal, lo real es el aprendizaje posible. El poder no se demuestra escondiendo los errores, sino la reparación de estos con decencia. El gobernar es servir, y no la mera exhibición.
El día de la autocrítica dejo de ser una rareza, se está convirtiendo de a poco en un hábito- los actos de gobierno ya no necesitan hashtags ni cámaras. Basta con mirar alrededor y ver una comunidad que progresa, o al menos lo intenta, sin tanto ruido y sin tanta excusa.
Estamos viendo que el aplauso no es para los infalibles de siempre, sino para los humanos que, con errores y todo, tuvieron el coraje de mejorar. En estos tiempos estamos, transitamos y llegaremos, como equipo, como humanos que nos merecemos cada día y momento el poder vivir mejor.