El caso Julieta Prandi y la desmitificación del abuso sexual en el matrimonio
La sentencia contra Claudio Contardi, exmarido de Julieta Prandi y el abuso dentro del matrimonio: la abogada. Emiliana Lilloy analiza el caso y todo lo que lo rodea.
En los últimos años, la historia de Julieta Prandi ha resonado en los medios no solo como un caso de violencia dentro del matrimonio, sino también como un ejemplo claro de que el abuso sexual no responde a un "deseo incontrolable" por parte de los hombres, sino a dinámicas de poder y dominación.
De la obligación conyugal a la integridad sexual:
Hasta no hace mucho tiempo, el Código Civil regulaba el llamado "débito conyugal", una obligación implícita de mantener relaciones sexuales en el matrimonio. Con la reforma del Código, esta figura desapareció, reconociendo la integridad sexual y la libertad de la persona como derechos fundamentales. Hoy entendemos que puede haber abuso incluso dentro del matrimonio, porque lo que se viola es la voluntad, la autonomía y la integridad sexual de la otra persona, y no una supuesta "obligación" que ya no tiene lugar en nuestro marco legal.
Rita Segato y la lógica del poder en el abuso:
La antropóloga Rita Segato, en su libro "La guerra contra las mujeres", explica que el abuso sexual no es un acto motivado por el deseo sexual incontrolado, sino por el deseo de ejercer poder y control. En sus estudios en cárceles, Segato revela que muchos abusadores ven el abuso como una forma de disciplinar a las mujeres, de reafirmar jerarquías y de demostrar quién tiene el poder. En el caso de Prandi, podemos ver reflejado este patrón: no se trata de un "deseo irrefrenable", sino de un mecanismo de sometimiento y de control físico, psicológico y moral dentro de una relación de pareja.
Con este marco, es fundamental romper el mito de que el abuso se produce porque "los hombres no se controlan". Más bien, como señala Segato, se produce porque algunos hombres consideran que pueden y deben usar la violencia sexual como una forma de mantener el poder o de disciplinar a quienes no se adecuan al "rol de la mujer" es decir, a quienes se manifiestan libremente, decidiendo sobre su vida y ocupando el especio público con naturalidad. Y eso es lo que necesitamos seguir visibilizando y desmantelando.
Cultura de la violación y ejemplos cotidianos:
No podemos analizar casos como el de Julieta Prandi sin hablar de la cultura de la violación en la que vivimos. Esta cultura se manifiesta en la normalización de ciertas conductas que minimizan o justifican la violencia sexual, desde culpar a las víctimas hasta perpetuar la idea de que los hombres "no se pueden controlar".
Ejemplos de esta cultura los vemos en comentarios cotidianos, en chistes que trivializan el acoso, o incluso en ciertas narrativas mediáticas que preguntan qué estaba haciendo la víctima en lugar de cuestionar al agresor. Todo esto crea un entorno donde el abuso se ve como algo "explicable" en lugar de inaceptable.
Si ella se lo buscó o lo provocó son insinuaciones que llevan implícita la idea de que para no ser violada, las mujeres debemos comportarnos de determinada manera so pena de ser disciplinadas por un hombre, hombre que no viene más que a hacer cumplir un mandato social que exige a las mujeres la pulcritud, la sumisión, la maternidad y el cuidado del hogar, la no ocupación del espacio público, este último, reservado únicamente a los varones por esta ideología machista.
Sumar este enfoque nos permite entender que lo que le pasó a Julieta Prandi no es un hecho aislado, sino parte de un entramado cultural más amplio que debemos seguir desmontando. La sentencia que condena a Claudio Contardi nos muestra un avance cultural en este sentido, e implica además una luz para muchas mujeres que actualmente viven situaciones abusivas y no se atreven a escapar de ellas por falta de confianza en la sociedad y en la vieja justicia.