Aislamiento escolar: primeros síntomas de desgaste

Familias y estudiantes empiezan a mostrar un leve descenso en el nivel de compromiso y dedicación para cumplir con los requerimientos escolares. El riesgo de la hiperconectividad y la proximidad de las evaluaciones.

Emanuel Torrico

El aparato docente sigue haciendo un enorme esfuerzo para lograr que cada estudiante cuente con su material de trabajo todos los días. Hay casos (y no son pocos) donde los educadores van hasta la casa de aquellos alumnos con menos recursos, contención y problemas de conectividad, para acercar la tarea en mano de quien la necesita. También hay familias que siguen muy involucradas con la causa y, no solo hacen los que les toca, sino que ayudan a otros padres a resolver las actividades que por sí mismos no pueden. Los llaman, les pasan tareas, comparten internet y muchas diligencias en off que ni el más incrédulo se imaginaría.

Sin embargo - y no es un dato menor- se empiezan a notar con mayor frecuencia indicios de cansancio, abrumamiento y desinterés. En este sentido, la tendencia a estar hiperconectados todo el tiempo tampoco ayuda. No hablo solamente de actividades escolares, sino también de aquellos papás que siguen trabajando desde sus casas y tienen que cumplir aquí y allá. No es fácil para nadie estar más de diez horas frente a una computadora resolviendo labores propios y ayudando a realizar menesteres ajenos. Es un hecho que los docentes tomaron nota de este desgaste. No solo por lo que perciben en las familias de su grado a cargo, sino porque ellos también lo están vivenciando puertas adentro. Ergo, es una posiblidad concreta que también disminuya el flujo de actividades enviadas diariamente.

Hay más. Se avecina el periodo donde empezarán a instrumentar la evaluación para tener una nota final, integradora o de cierre del primer trimestre. En este punto, los educadores seguramente contarán con un registro de las tareas que fueron realizadas por sus alumnos/as. Algunas entregadas en tiempo y forma, otras como pudieron. Este será uno de los elementos en que se sustentará la calificación final, pero no el único. La otra parte que se evaluará es tácita y conforma el agregado de valor que tiene el confinamiento. Justamente, no se ve en las plataformas elegidas para darle pelea a la distancia. Hablo de la capacidad que emplean los niños para trabajar responsablemente desde sus casas y sin presencia de "la seño", para comprender que deben permanecer en sus hogares con el fin de cuidarse, para ayudar con los quehaceres de la cotidianeidad doméstica, para compartir una llamada con los abuelos con el objetivo de hacerlos sentir mejor, para escuchar con respeto a los adultos y, fundamentalmente, para convivir con la incertidumbre. Son niños, pero no están exentos.

En el marco de un sistema educativo que intenta evaluar por capacidades, ¿darán la talla aquellas personas en edad escolar que son protagonistas de una dinámica familiar de aislamiento, confusión y miedo a lo desconocido? La respuesta no la tiene la maestra. Sino el tiempo que marque la vida de cada estudiante en comunidad, para ver si realmente logró elaborar recursos personales que lo ayuden a enfrentar una adversidad.

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