Defendamos nuestros derechos

Leonor Sinay escribe aquí su opinión y sentimiento a raíz de la salvaje amenaza del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, al dibujante Nik.

Leonor Sinay

El pastor luterano Martin Niemôeller, ante el avance de las tropas nazis escribió: "Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos y yo no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí". 

Vienen al caso las palabras de Niemôeller con respecto a la agresión del señor ministro de Seguridad Aníbal Fernández para con el periodista Nik.

Salvo Juntos por el Cambio, nadie hizo oír su voz, ni el señor presidente de la Nación, ni la señora vicepresidenta, tampoco lo hicieron los diputados y senadores del partido gobernante ni de los partidos de izquierda y de derecha, tampoco el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) ni las defensoras de los movimientos feministas, a pesar de que fuese la agresión en forma indirecta o no tanto, hacia las hijas de Nik. 

Todos se llamaron a silencio. Total, la agresión no estaba dirigida a ellos. Sólo los canales de televisión LN+ y TN entrevistaron a ese periodista y padre atribulado frente a la vergonzosa ponzoña que destilan, como advertencia, los comunicados del ministro Fernandez. 

Él, el encargado de velar por la seguridad y vida de los ciudadanos, dirige en forma "velada", ¿velada? una advertencia a Nik . 

Le está diciendo cobardemente: No te metas con nosotros. Sabemos a qué escuela envías a tus hijas. Nik, además de periodista y dibujante es padre. No teme por él sino por ellas. ¡con los niños no! Escribió como en un grito .Y luego: "Tengo miedo", dijo. 

Sí, tiene razón de tener miedo. El ministro dice saber a qué colegio van las niñas. Seguramente no las atacará él directamente. Hay muchos esbirros sueltos por allí. Hoy Fernández fue por Nik. 

Si no hacemos nada. Si no decimos nada. Si no defendemos el sagrado derecho a hablar que nos da la Constitución Nacional, tal vez debamos lamentarlo después, como lo hizo el pastor luterano Niemôeller, porque estaremos solos. 

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