Victoria contundente, riesgos soterrados: la elección 2025 en Mendoza en el marco nacional

Un análisis del triunfo oficialista y de la derrota opositora en Mendoza y en el país, a cargo de Lucas Inostroza.

Lucas Inostroza
Codirector de la consultora Opinión Mendoza

La victoria del oficialismo en las recientes elecciones -tanto a nivel nacional como en la provincia de Mendoza- no sorprendió. Lo que sí lo hizo fue la magnitud del triunfo. Las proyecciones más optimistas estimaban una ventaja superior a los 15 puntos, incluso algunas alcanzaban el 20%. Sin embargo, pocos vaticinaron que el apoyo pudiera catapultarse hasta cerca del 60% en Mendoza (incluso quien escribe estas líneas), un salto tan inesperado como explosivo.

Este fenómeno adquiere mayor sentido si se considera que varios escollos comunicacionales y de gestión rodearon al gobierno nacional: desde el caso «Libra», los audios de Spagnuolo, hasta el episodio del candidato José Luis Espert, que tuvo que bajarse de la candidatura en medio de denuncias vinculadas al financiamiento narco en las campañas electorales. Aun así, el electorado mendocino pareció pasar por alto esos tropiezos y optó por un voto de confianza al oficialismo de Javier Milei.

La resiliencia oficialista

La clave de este repunte está en dos factores centrales. Primero, un patrón que ya habíamos identificado por una consultora: cuando el electorado descontento castiga al oficialismo en una primaria o elección previa, existe un efecto rebote hacia éste para evitar el retorno al pasado, en esta caso al peronismo. En 2019, tras la derrota del gobierno de Mauricio Macri en las PASO, muchos electores volvieron a él en la general como antídoto frente al kirchnerismo, más allá de no consolidar un triunfo final. Lo propio sucedió esta vez tras el mal resultado en Provincia de Buenos Aires: el temor de una alternativa opositora tomando la agenda permitió al oficialismo retomar la iniciativa.

Segundo, en Mendoza, la gestión provincial reforzó la campaña. La figura del gobernador Alfredo Cornejo, y la gestión local, apareció, por momentos, con más peso que la del candidato nacional electo, Luis Petri, lo que permitió traducir el respaldo nacional en victoria local. Esa articulación gestión-campaña funcionó como ancla de un oficialismo que en otros distritos podría haber sido vulnerable.

El resultado fue contundente: 4 diputados nacionales obtenidos, dominio en la legislatura provincial y amplias mayorías en los concejos de varios municipios del Gran Mendoza.

La oposición limitada

Frente a este escenario, la oposición presentó avances moderados. El Partido Justicialista local logró consolidarse con un 25% del voto, cifra que representa mejora respecto a elecciones previas, pero que se queda lejos de sus propias expectativas de bancas al Congreso. La realidad municipal también le jugó en contra: perdió terreno en lugares donde es gobierno (muy marcado en Maipú y Tunuyán) y solo ganó en Santa Rosa y La Paz, lo que proyecta un panorama complejo para 2026, cuando se realicen las elecciones al concejo deliberante. De todos modos su principal referente, Emir Felix, opta por mirar el vaso medio lleno de ingresar al congreso, ser la principal oposición en la legislatura provincial e incluso regresar a lugares como el Concejo Deliberante de Guaymallén, donde arriesgaban quedar sin representación.

El centroderecha alternativo -Frente Verde con Mario Vadillo a la cabeza- sufrió un agotamiento evidente de público online que no se tradujo en votos, lo evidenció el mismo Vadillo en campaña cuando salió a despotricar contra el electorado que tendía a la ausencia. La izquierda mantiene presencia simbólica, pero queda relegada al irrelevante espectro del 4% o menos. En tanto Provincias Unidas sufrió de los volantazos de campaña: como los colores que representaban inicialmente a Jorge Difonso que variaron, slogans e incluso lo variopinto de sus integrantes y sus posiciones en temas como por ejemplo la minería. Por último el caso de Protectora sufrió todo esto junto, la variedad de opciones ya instaladas le bloqueaba toda posibilidad de desarrollo de ángulo, que pago terminando en el último lugar.

¿Qué nos dice el electorado mendocino?

Este resultado confirma algo que ya intuíamos: el ciudadano no vota únicamente «por el bolsillo», ni se inclina sólo por economistas o tecnócratas. Vota por quien ofrece credibilidad, coherencia y un relato de futuro. En esta ocasión, el electorado prefirió seguir «tirando para el mismo lado», a pesar de las dificultades del oficialismo.

Tampoco se dejó seducir por discursos disruptivos que no parecían tener consistencia operativa o simbólica. En contextos de polarización intensa, lo que marca la diferencia es quién realmente logra tocar los sentimientos del elector y desde ahi generar una confianza, a grandes slogans y promesas que no terminan de llegar.

Lecciones para campañas futuras

  1. La gestión local importa: el oficialismo puso a Cornejo como eje, lo que permitió amortiguar errores nacionales.

  2. El músculo comunicativo no basta: el Frente Verde lo demostró: tener redes no implica votos.

  3. El tiempo de reacción es clave: los escándalos se penetran en minutos, y la ausencia de un comité de crisis profesional penaliza. Así como también la incapacidad de planificar con tiempo y proyección.

  4. Votar útil sigue operando: aunque el oficialismo tenga sus dificultades en gestión, el electorado lo respaldó como opción segura frente a alternativas difusas.

En definitiva, en Mendoza se consolidó una mayoría que va más allá de coyunturas y se asienta sobre un capital político que puede movilizarse en elecciones futuras. Pero esa ventaja no será eterna: si el oficialismo abandona la coherencia, la gestión local y la presencia política sólida, el mismo mecanismo que lo catapultó puede volverse contra él.



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