Aprender a flotar requiere paciencia

La finalización del cepo cambiario implica para el mercado aprender a operar en un contexto de volatilidad, en que los movimientos al 5% de variación son esperables. El impacto que tendría una mala elección, también cuenta.

Juan Pablo Rotger
Analista macroeconómico en Mariva Research Licenciado en Economía UBA, maestrando en UTDT, lleva cinco años trabajando en consultoría macroeconómica. Especializado en temas monetarios y financieros, con un enfoque multidisciplinario

Tras 6 años de control de cambios, la volatilidad ha vuelto al mercado oficial de divisas y parece que está poniendo a la gente un poco nerviosa. El mercado tendrá que aprender a funcionar en este contexto de volatilidad, en el que no son inusuales, los movimientos del 5%. 

El mercado de futuros está poco desarrollado aun para lograr cobertura total. El Gobierno se comprometió a no intervenir dentro de las bandas de flotación. 

El texto del acuerdo con el FMI dejaba la puerta abierta a que el Banco Central comprara dólares, incluso por encima del piso de las bandas, para cumplir con los objetivos de acumulación de reservas. Sin embargo, el presidente Javier Milei fue enfático en que esto no ocurrirá.

Las autoridades siguen confiando en que los fundamentos empujarán al EFX hasta el piso de la banda. En concreto, apuntan al cejo restrictivo de la política monetaria, la absorción de pesos a través del superávit fiscal y una recuperación de la demanda de dinero a medida que la economía siga creciendo. Esta visión nos parece sensata, pero no exenta de riesgos.

Compartimos la opinión de que los fundamentos apuntan a un tipo de cambio apreciado flotando cerca del piso de las bandas. Sin embargo, como nos mostró marzo, la demanda de dinero es algo volátil y muy sensible a las expectativas. Cualquier shock negativo tendrá ahora un impacto directo en el precio del dólar.

La primera prueba para este nuevo régimen llegará probablemente el 18 de mayo, cuando la ciudad de Buenos Aires elija legisladores. Un resultado negativo para el oficialismo podría desatar dudas justo al comienzo de la carrera electoral. La caída de las liquidaciones del agro ante la expectativa de una devaluación del peso había estado al frente de las tensiones en el mercado de cambios durante marzo.

El timing de la eliminación de los controles de capital se consideraba dirigido al inicio de la cosecha gruesa. Un tipo de cambio más fuerte junto con tasas de interés más altas debido a la política monetaria restrictiva incentivaría a los productores agrícolas a liquidar sus ventas de cosechas más pronto que tarde para aprovechar el carry trade.

Por si fuera poco, Milei también reiteró que la reducción temporal de los derechos de exportación finalizará el 30 de junio y no se prorrogará. Por tanto, se esperaba una avalancha de divisas procedentes del agro. Sin embargo, tenemos nuestras dudas.

Los precios de las materias primas se han resentido recientemente, pero podrían estar en camino de subir si se relajan las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, por lo que los productores podrían verse tentados a esperar un poco más.

Si bien el precio doméstico de la soja medido al dólar MEP puede parecer alto, cuando se ajusta por las variaciones del tipo de cambio real bilateral con Estados Unidos, encontramos que su valor relativo al resto de los precios de la economía ha sufrido mucho en el último año y medio. Por lo tanto, no nos sorprendería que los productores no sintieran un apuro por liquidar a los precios actuales, apostando en cambio por una mayor depreciación del peso.

El objetivo último podría ser torcer el brazo al gobierno para que prorroguen la reducción de los derechos de exportación. Sin embargo, hay que destacar que apostar en contra de esta administración no ha resultado hasta ahora. 

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