Billeteras virtuales y juegos en línea: educación, control y familia

Explica el diputado César Cattaneo en esta nota de opinión: "Como ha señalado el ministro de Educación, Tadeo García Zalazar, en muchos casos los adultos son los primeros facilitadores del acceso de los menores a estas plataformas".

César Cattáneo
Diputado provincial en Mendoza por la UCR

El ecosistema digital avanza a una velocidad que supera no solo nuestra capacidad normativa, sino también la capacidad humana de reaccionar y actuar responsablemente frente a las plataformas y herramientas que utilizamos a diario. Dentro de este universo, los juegos en línea que combinan azar, apuestas y dinero real se han convertido en una preocupación social urgente, especialmente por su impacto en nuestros niños, niñas y adolescentes.

El juego en línea, como toda actividad de apuestas, se convierte en un riesgo real cuando deja de ser una práctica ocasional y se transforma en un hábito compulsivo. Aunque afecta a todas las clases sociales por igual, tiene un impacto particularmente profundo en la adolescencia, especialmente en los varones. El acceso a estos juegos se facilita a través de billeteras virtuales, que permiten realizar transacciones para apuestas o compras dentro de las aplicaciones sin un control efectivo, incrementando así los riesgos de adicción y pérdida de control.

En la sesión del miércoles, la cámara de Diputados de Mendoza aprobó un proyecto de ley que, tras recibir media sanción en el Senado, aborda esta problemática desde una perspectiva clave: el uso de servicios digitales financieros por parte de menores de edad sin supervisión adulta ni conciencia plena de los riesgos involucrados. La iniciativa, impulsada por el senador Félix Gonzales, propone una modificación al artículo 4 de la Ley N° 5547 de Defensa del Consumidor, garantizando a los padres o tutores el acceso total a los movimientos, consumos y transferencias de las cuentas de sus hijos menores. Además, habilita el cierre automático de dichas cuentas en caso de necesidad.

Este tipo de avances legislativos son necesarios y deben ser acompañados, pero es fundamental no perder de vista el verdadero eje del problema: el control comienza en los hogares. Como ha señalado el ministro de Educación, Tadeo García Zalazar, en muchos casos los adultos son los primeros facilitadores del acceso de los menores a estas plataformas. Esta advertencia, valiente y necesaria, pone en evidencia que la problemática no se resuelve únicamente con normas, sino que requiere conciencia y compromiso por parte de quienes tenemos la responsabilidad de guiar y proteger a nuestros hijos.

La facilidad de acceso a medios de pago, la disponibilidad constante de datos en los celulares y el ingreso a múltiples plataformas sin controles ni restricciones reales convierten esta situación en un problema social complejo. Por eso, además de la legislación, es indispensable promover una política integral de concientización, educación financiera, alfabetización digital y prevención en el ámbito familiar, en articulación con los programas educativos de la Dirección General de Escuelas.

Acá la tecnología disponible nos da una mano para ejercer el control parental en celulares, se recomienda utilizar herramientas como Google Family Link ( para Android ) y Tiempo en Pantalla ( para iPhone ) , que permiten limitar aplicaciones, controlar tiempos de uso, ubicar el dispositivo, acceso a páginas, chats, mails y supervisar transacciones. Pero estas herramientas solo son efectivas si van acompañadas de la decisión, dedicación y responsabilidad de los adultos a cargo.

Necesitamos una mirada integral y una tarea conjunta, que involucra no solo a las familias y las escuelas, sino también a los clubes, organizaciones sociales y al Estado en su conjunto. Esta y otras leyes son pasos necesarios, pero serán verdaderamente efectivas si las acompañamos con presencia, educación, compromiso social y responsabilidad comunitaria. La norma es apenas un punto de partida; el desafío es involucrarse y no mirar para otro lado.

Por César Cattáneo, Diputado Provincial

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