Bonos, política y expectativas: por qué los inversores miran con optimismo cauteloso a la Argentina
Pese a la incertidumbre electoral, el respaldo del Tesoro de Estados Unidos y la posibilidad de nuevas líneas de financiamiento alimentan una visión constructiva sobre los bonos soberanos. El verdadero desafío estará en el equilibrio entre política fiscal, monetaria y gobernabilidad parlamentaria.
Estuvimos en las reuniones del FMI en Washington en contacto con analistas e inversores. Nos llevamos la impresión de que el sentimiento por Argentina, luego de los anuncios de líneas de swap de monedas e intervenciones cambiarias del Tesoro de los Estados Unidos, era más constructivo que el sentimiento local.
Existían, por cierto, incertezas, en particular incertidumbre sobre el resultado electoral de las elecciones legislativas de este fin de semana y por sobre todo sobre la capacidad y voluntad del gobierno de reconstruir alianzas y mayorías parlamentarias para avanzar con el presupuesto y una agenda de reformas en temas laborales e impositivos.
El entendimiento es que esa actitud por parte del gobierno argentino se materializaría sea por decisión propia o por aconsejamiento de la administración Trump.
Esta actitud sería en gran medida independiente del resultado electoral, porque los gobernadores estarían dispuestos a conversar, pero claramente el escenario sería más desafiante si el partido gobernante perdiese las elecciones en forma abrumadora, como en la elección local de la provincia de Buenos Aires en septiembre pasado.
Pensamos que en un escenario donde el gobierno obtenga al menos 35% de los votos podría, no sin desafíos, mantener un relevante apoyo de la población e implementar ajustes en las políticas económicas. En particular, los objetivos serían facilitar la recuperación de la actividad económica, mejorar el nivel de las reservas internacionales, reducir la prima de riesgo y acceder al mercado internacional de deuda.
En nuestra opinión, el cómo sería a través de una necesaria revisión del acuerdo alcanzado con el FMI y no por un monitoreo del Tesoro de los Estados Unidos. Creemos que la reconstrucción de alianzas políticas no será inmediata. Pensamos que ese entendimiento tendría su correlato en la aprobación de un presupuesto fiscal para 2026. Posiblemente, haya costos fiscales como mayores transferencias a provincias o un incremento del gasto en obra pública.
También esperamos que se relajen los aspectos más contractivos de la política monetaria, como la desregulación del cumplimiento de encajes bancarios diarios y la falta de un corredor de tasas de política monetaria más efectivo. En nuestra opinión, avanzar con una modificación relevante y rápida del régimen cambiario que no tenga en cuenta un nuevo armado de las políticas monetarias y fiscal, sería muy desafiante.
Por otro lado, si se pudiese dejar de lado el escenario de fuerte derrota electoral del oficialismo, es de esperar que disminuya la demanda de cobertura cambiaria. Sin embargo, la incertidumbre al respecto es alta.
Somos constructivos con los bonos soberanos en el corto plazo por el apoyo financiero del Tesoro de los Estados Unidos y las iniciativas recientes para concretar una línea de financiamiento de bancos internacionales privados y un programa de recompras con apoyo de organismos internacionales.
En el mediano plazo una reducción de la prima de riesgo país, podría ser catalizada por acuerdo de gobernabilidad parlamentaria y recomposición de reservas internacionales. Los bonos GD 35 y 38 son, a nuestro parecer, los más atractivos.
Finalmente, sostenemos que una normalización de la curva de rendimiento de los bonos en pesos daría lugar a retornos interesantes en bonos ajustables por inflación, como el TZX 27 y el bono a tasa fija con vencimiento en 2030, con opción de solicitar rescate anticipado en mayo de 2027.