¿El final de los feudos? Depende de nosotros

Lo más importante, a pocas horas de conocerse el resultado electoral de estas PASO, y en vistas a que pronto se elegirá gobernador en mi querida Córdoba y en Formosa entre otras provincias, es respondernos si Argentina podrá resolver este sistema cuasi feudal que viene atravesando desde hace tantos años. Escribe Isabel Bohorquez.

Isabel Bohorquez

Hoy se están realizando las elecciones primarias para gobernador en la provincia de Chaco en medio de un tembladeral social y humano, no solamente político. El crimen de Cecilia Strzyzowski ha desatado una tormenta que es difícil de acallar... aunque notorias ausencias en la defensa de las mujeres y en contra de los femicidios dejen en evidencia que el movimiento feminista en Argentina muestra algunos pliegues injustificables. 

Lo más importante, a pocas horas de conocerse el resultado electoral de estas PASO, y en vistas a que pronto se elegirá gobernador en mi querida Córdoba y en Formosa entre otras provincias, es respondernos si Argentina podrá resolver este sistema cuasi feudal que viene atravesando desde hace tantos años. Mi pregunta sobre el fin del feudalismo refiere a qué estamos dispuestos como sociedad a afrontar para que alcancemos un grado de honestidad y templanza en lo social que nos permita resolver nuestros problemas que parecen estructurales y no debieran serlo. No debiéramos ser pobres siendo tan ricos, no debiéramos ser violentos siendo que somos un pueblo pacífico, no debiéramos vivir con miedo y en la inseguridad siendo que crecimos en un territorio que nos recibió a todos sin distinción de razas ni procedencia, no debiéramos ser analfabetos siendo que fuimos un país señero en toda América Latina por el alto grado de escolarización, por nuestras universidades, por ser la promesa del bienestar y el desarrollo... No debiéramos estar como estamos. Nada explica nuestros problemas y nuestra crisis económica, ambiental, educativa, cultural, social...excepto nuestra propia indecencia. Los grupos de poder tanto en lo político como en lo económico que se han enriquecido en Argentina reflejan siempre el mismo factor determinante: nuestra connivencia, nuestra pasividad y nuestra propia hipocresia. 

No comparto que hoy haya políticos que dicen que las últimas décadas estuvieron gobernadas por personas indeseables cuando ellos mismos han estado siendo parte y se han perpetuado en los cargos o sus hijos y parentela. No comparto la desconfianza y el rencor hacia cualquier sector partidario (si es que hoy podemos hacer esa distinción entre tanto cruce aliancista o coyunturas inexplicables de frente electoral) porque la responsabilidad de que nos pasen las cosas que nos pasan es de toda la sociedad y por lo tanto de todos los actores que intervienen. Todos conocemos los linajes y apellidos eternizados o con pretensión de eternizarse por el sólo hecho de que sus progenitores han destacado en el ámbito político. Todos conocemos lo que significa -en términos de cobro de lealtades- el reclamo de la permanencia en los cargos y esto ocurre entre peronistas y radicales, entre grupos de derecha y de izquierda...entre piqueteros y vaya a saber qué cuestión. Todos hemos observado la curva de crecimiento económico de tantos don nadies que al cabo de unos años viven en barrios cerrados y conducen camionetas de alta gama... Y ni qué decir de esos líderes emergentes populares que surgieron reclamando en nombre de los pobres y se volvieron ricos de la noche a la mañana.

¿Entonces?

¿Qué hacemos? ¿Cómo respondemos desde nuestra condición como ciudadanos? ¿El miedo es el argumento y la justificación? ¿La conveniencia? Y lo que es peor: ¿la pobreza? Repudio que la pobreza sea tan manoseada, tergiversada y manipulada por tantos intereses distintos. Culpamos a la pobreza del delito, de la falta de educación, de la sumisión política...

Yo no pienso mi país en términos de clase...creo que debiéramos ir superando esa categoría como forma de entender la realidad. Pensar en términos de clase nos ha detenido en el tiempo, ha servido para manipular intereses en nombre de ...y ha sido un modo tremendamente funcional al interés de los que se han enriquecido o seguido enriqueciendo escondidos detrás de esa escala de mirada social.

Los relatos (derivados de los intereses locales fundamentalmente) generaron décadas de personajes políticos que se alzaron por sobre la dignidad de la gente que representan y han esclavizado, sumido y condenado a la miseria a sus provincias. Miseria no sólo económica sino social, cultural y educativa. Todo ello atentando contra el progreso que dicen procurar.

Es hora de despertar, de abrir los ojos, de hacernos responsables como ciudadanos. Abandonar nuestra propia hipocresía, nuestros egoísmos y nuestras condescendencias.

En cada región, cada provincia tenemos que dejar de ser pasivos frente a las promesas vacías y mirar con atención. Ver. Oír. Exigir. Levantar nuestra voz.

Es la ciudadanía quien puede cambiar el rumbo. Nadie en su lugar. Nadie por nosotros. Pero eso exige también que nosotros seamos más decentes, más responsables, menos indiferentes, más atentos a lo que pasa a nuestro alrededor. Menos ideologizados y poblados de palabras y frases explicativas y más sinceros con cada hecho de la realidad. Más abiertos a la verdad que habita en las circunstancias, en las acciones concretas, en los resultados.

No depende de nadie más que nosotros mismos.

Hoy Chaco, es tu hora de abrir los ojos.

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