Elecciones: gane quien gane, Chile no será el mismo (y está muy bien que así sea)

En el vecino país se vive el proceso eleccionario más importante desde el retorno a la democracia, es la primera elección presidencial tras el estallido social y el elegido deberá gobernar bajo una nueva Constitución. El fin de una época y el recambio generacional.

Edu Gajardo (desde Chile)

Chile no será el mismo país a partir de la elección presidencial de este domingo, la cual terminará de definirse en diciembre en un balotaje. Es que son demasiados los factores que se unen y que forman una ecuación que indica, de manera indefectible, el cambio de una época en el vecino país.

Gane quien gane, Chile será otro país y todo indica que el GPS repite por estos días la palabra "recalculando", a la espera de conocer el nombre de la persona elegida para dirigir el nuevo rumbo de la nación trasandina.

Es que se elige al primer presidente de lo que será la pospandemia y al presidente que debería acomodarse a la nueva Constitución que se comienza a redactar. Será el primer presidente electo tras el estallido social que le mostró a la clase política que la larga etapa de fortalecimiento y transición terminó, dejando atrás a los tradicionales de centroderecha y centroizquierda, para dar paso a nuevas fuerzas políticas que parecen más radicalizadas, pero que a medida que avanza el proceso eleccionario, se van acomodando hacia definir más claros.

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Para nadie es un secreto que Chile tuvo muy buenos resultados macroeconómicos y que sacó de la pobreza a millones de personas en las últimas tres décadas, pero también enfrentó un estallido que -de la manera más dura y violenta- mostró que era necesario un cambio, tanto en la conducción política como en el camino económico.

Por eso, todo apunta a la necesidad de asegurar la gobernabilidad, pero escuchando los cambios que se pidieron a partir de octubre de 2019.

El panorama político es otro, con nuevos rostros y con nuevas generaciones participando de la política y con opciones de acceder a posiciones poder. Eso, sumado a la nueva Constitución, hace que Chile esté construyendo su futuro a partir de numerosos cambios en un proceso que, seguramente, no resultará rápido y que irá en el camino ajustando el rumbo, acomodándose a la nueva realidad.

Mucha razón tienen los que dicen que después de 30 años la ciudadanía trasandina pidió una vuelta de página, con nuevas reglas, con nuevos actores y con los cambios necesarios para hacer una sociedad más justa. Es el fin de la era de los conglomerados que gobernaron desde 1990 para dar paso a nuevas coaliciones que aún no terminan de definirse y posicionarse en un sector fijo del espectro político.

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El cambio que enfrenta Chile tendrá en esta elección un parte del todo que significa la búsqueda de su futuro, a la espera que se completen los otros procesos de reforma que se iniciaron y también aguardando por el fin de la pandemia, que también terminó por condicionar la forma en que todas las naciones definirán los caminos a recorrer.

El GPS se mantiene repitiendo la palabra "recalculando" y seguirá así más allá de diciembre, cuando se sepa el nombre del presidente, pero tras ese período si podrá limitar la cantidad de caminos posibles a tomar, dependiendo de los planes y los consensos que alcance el futuro mandatario trasandino.

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