"Equilibrio fiscal". La nueva máscara de la crueldad

Una opinion de Luis Giachino, referente de La Juan Bautista.

Luis Giachino
Dirigente de "La Juan Bautista"

La vida, es este pequeño paso por el Universo que venimos dando.

La sentimos como eterna. Es lo más importante que tenemos. Pero es apenas "una chispa de luz entre dos abismos de oscuridad". Dicen que fue Schopenhauer quien lo dijo.

Tenemos una sola vida, irrepetible e insustituible. Y se nos escapa de las manos. No tiene vuelta atrás.

Hasta donde se sabe, además de Lázaro, el amigo de Jesús, nadie volvió de la muerte. Porque, después de esto, nada podemos asegurar. Cada uno interpretará lo que cree que va a suceder y hará los análisis espirituales de acuerdo a sus creencias. Eso lo dejamos librado a los vínculos religiosos de cada lector.

Y partiendo de ahí ¿Es el equilibrio fiscal la nueva máscara que le hemos puesto a la crueldad?

Tratemos de ir por partes.

Ningún plan económico puede ser un objetivo de un País. Hoy se implementa uno, mañana será otro. La economía de una Nación, sea la tendencia que sea, nunca puede ser un objetivo. Es un medio para hacer más justa, equitativa y menos dura, la vida de los ciudadanos.

El equilibrio fiscal, no es un objetivo del país. Es un objetivo dentro de un plan económico. Las herramientas no pueden ir en sentido contrario al fin del plan.

Pero, por lo que se puede ver, hemos puesto el carro delante del caballo y hemos puesto a las herramientas como objetivo.

Lo que está ocurriendo es que, si no importan las consecuencias que las medidas dejan sobre aquellos que discurrimos temporalmente por la vida, si no le damos su justa dimensión, las medidas que se implementan pueden terminar siendo perversas.

Porque, al fin y al cabo ¿Qué es el equilibrio fiscal?

Podríamos resumirlo, en no gastar más de lo que ingresa. No mucho más que eso. Ahí termina todo.

Termina todo, pero aparecen dos aspectos relevantes: ingresos y gastos.

¿Cuáles son las fuentes donde se originan los ingresos? ¿Cuáles son los destinos de esos fondos? ¿Qué se financia? ¿Qué no es necesario financiar?

Porque la sábana es corta. Y ahí está el orden con que un Gobierno prioriza.

Cuando los ingresos de una familia no son los suficientes para sostener una vida digna, la determinación de los miembros y de quien sea la cabeza del grupo, los desafía a algo distinto a lo que están haciendo. Reconocer la realidad lleva a enfrentarse a dos dilemas. Cambiar esa realidad o administrarla.

Administrar la pobreza sirve para llevar las cosas mientras se trata de torcer la realidad. Nunca puede ser una forma de vida. La pobreza no se administra, se combate.

Entonces, la solución no está en los gastos, sino en los ingresos. Y ahí, toda la familia se pone de pie, buscan trabajos, se aprenden oficios con el objetivo de salir de esa realidad y transformarla en otra. En una realidad que merezca ser vivida.

Se dijo en la campaña, se repitió después y se sigue diciendo: al deseado equilibrio fiscal lo va a pagar la casta. Pero la realidad, está marcando otra cosa.

Analicemos un poco sacándonos de encima el fanatismo y los dogmatismos.

De los puestos de trabajo que se han perdido en el País, el 25% son trabajadores estatales, supuestamente ñoquis, según lo que argumentan, dicen y repiten quienes llevan adelante los recortes. Pero el restante 75% fue de empleos privados. Fábricas y comercios que cierran o se achican y reducen personal.

De los 600 millones de dólares recaudados de los impuestos a los combustibles líquidos, destinados al mantenimiento de rutas nacionales, nada se ha usado para mantener las rutas. Pasaron directamente a los dineros manejados por la Nación. Y los dineros que tenían un fin específico, no se usan para sostener el destino específico que les dió origen. Han pasado a tener un desvío fiscal. La consecuencia es que después de casi dos años de desfinanciamiento, las rutas nacionales no tienen mantenimiento y los caminos están estallados.

Se intenta disolver la Dirección Nacional de Vialidad; se dice que por motivos de corrupción. Esta lectura puede estar mostrando una parte de la historia. Supongamos que contiene una parte de la verdad. Pero en lugar de corregir, han decidido dinamitar. Porque el equilibrio fiscal no se negocia y lo que funciona mal no se corrige. Se demuele y se privatiza.

Para los jubilado de la mínima, con sus 300 mil pesos de ingresos mensuales, se han retenidos los ajustes por el desacople de la fórmula. Un 7,2% que no les va a llegar.

Los aumentos en garrafas de gas, afectan a los más vulnerables de la sociedad.

Los aumentos en los servicios públicos, afectan a todos por igual.

Los aumentos en los combustibles. Se anuncia y festeja la baja de unos puntos y luego suben más que el doble.

La reducción de impuestos personales a los que más tienen,

El desfinanciamiento a la salud pública, abandono de los enfermos terminales y discapacitados.

El apoyo a los sectores financieros y ninguna ayuda a los planes productivos.

La lista puede seguir, pero, en definitiva, la casta continúa sin problemas y los que no iban a ser ajustados, lo fueron.

El dinero se gasta en sostener los negocios financieros. Se sigue endeudando a la Argentina y a los futuros ciudadanos, sin ningún tipo de límite.

Bueno... el límite es no perder las próximas elecciones.

Si alguien muere por la desintegración de los planes para enfermos de cáncer, transplantados, de discapacitados, por accidentes en rutas, será el objetivo o serán daños colaterales. Pero, para el caso, es lo mismo.

Porque "EL DÉFICIT NO SE NEGOCIA", pero hay vidas que se pierden por esta desalmada frase que se ha transformado en un dogma de fe.

Y volvamos por un momento a lo básico, al principio. Veamos cuál debe ser el objetivo de la economía, de las políticas económicas y de las herramientas utilizadas para llevarlas adelante. Seguramente no es morir por esa causa mientras pasamos por este mundo.

Porque mientras esto ocurre, lo raro nos parece normal.

Vemos que se destinan millones para sostener los negocios financieros de los poderosos. La famosa bicicleta financiera. Eso tiene costos. Y nos parece normal.

Viajar por un mundo, tres veces más barato que acá, es un privilegio que no queremos perder. Nos parece normal. Y tiene un costo.

Cerrar empresas es el precio que hay que pagar para que ingresen importaciones a precio de ganga. Y nos parece que todo será mejor. No mirar las consecuencias, también tiene un costo.

Y si un jubilado tiene que vivir sus últimos días como mendigo, porque ser viejo, es ser desechable, también lo queremos ver cómo normal y tiene un costo.

Las consecuencias del destino de los fondos es el costo que pagamos la sociedad. Todo depende de lo que se prefiera tapar con la sábana corta. Porque mientras se ajusta por el lado de las carencias, se incrementa el presupuesto de gastos reservados de la SIDE para hacer espionaje interno. Y se incrementa el presupuesto que maneja el vocero presidencial para hacer un programa destinado a comunicar que todo anda bien y es mentira la realidad. Ahora, Manuel Adorni conduce "Fake,7,8". Lo mismo que "6,7,8" pero libertario. Y la manada de Trolls tuiteros siguen frente a sus pantallas denostando al estado y cobrando del estado.

El costo es la indigencia social que ya no miramos porque nos hemos acostumbrado a ver compatriotas viviendo en la calle, en las plazas, revolviendo la basura, juntando cartones, empujando un carrito de supermercado por una calle poceada. Porque es a dónde la situación los ha empujado y nos está empujando al resto. Y pese a todo, insisten en seguir peleando. Pero cada vez los objetivos son más primarios. Si alguna vez fue la independencia y después fue el crecimiento, la educación, el desarrollo, esta situación nos ha arrinconado en el objetivo de sobrevivir.

Decía el Libertador General Don José Francisco de San Martín y Matorras, "Cuando la Patria peligra, todo está permitido, menos dejarla perecer".

Dicen estos burócratas de la timba financiera, "Cuando los negocios peligran el déficit se sostiene a costa de las vidas que sea". No hablan de la de ellos, que está garantizada.

Por no comprar reservas, en el momento justo, los argentinos perdimos más de $200 por dólar, podían comprar a $1080 y compraron a $1280. En una de las compras de 300 millones de dólares, suman la brutalidad de 60 mil millones de pesos.

¿Son los jubilados los que producen el déficit? ¿O son los discapacitados?

Estamos siendo engañados.

Repetir consignas se ha transformado en un deporte nacional, entre los argentinos. El verdadero desafío que tenemos es, entre tanta maraña, tratar de pensar y entender.

Porque mientras seguimos esperando ver la luz en el túnel, lo único que se ve, es cada vez más oscuridad. Y la esperanza tiene un límite. Pero nos piden que sigamos aguantando.

La única vida que tenemos no dispone de mucho margen de espera. Es una sola y debemos respetarla. No todo es esperar.

Soñar por un futuro mejor, o añorar un pasado que fue próspero, son síntomas que muestran que la realidad no es la esperada.

Ordenar las cuentas no es solo hacer que los números cuadren. El combo incluye, también, explicar cuál es el orden de prioridades del gobierno. Porque, por ahora, los costos los estaríamos pagando los mismos de siempre. Esos que los votamos y ahora ni nos miran.

Si algo cambiara, debería haber medidas y no discursos y consignas. Por ahora, por lo que se ve y por lo que se hace, todos los recursos (humanos, tecnológicos, pero por sobre todo, económicos) están orientados a ganar las próximas elecciones y consolidar el rumbo. Es decir, que sigamos pagando los mismos y que los beneficios sigan yendo para el mismo lado.

Corresponde que el esfuerzo lo haga el sector financiero.

Y, no lo olvidemos, las herramientas no son un fin. El equilibrio fiscal no es el fin y la crueldad no puede ser el camino.
















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