Cuarentena escolar: lo primero es la familia
A poco de cumplir un mes del aislamiento obligatorio, el papel de la familia en la mediación escolar ha sido preponderante. Y lo seguirá siendo.
La primera reacción de los padres ante el confinamiento obligatorio se resumía en una pregunta: ¿qué vamos hacer con los chicos todo el día encerrados? Sin embargo, la respuesta la fue dando el tiempo, y con creces.
Nadie nace sabiendo como ser padre o madre y menos hoy, ante una realidad marcada por la virtualidad y el exceso de todo. Simple y preciso: demasiadas cosas, demasiado tiempo y demasiada velocidad invaden la cotidianeidad de nuestros menores. Para ello - y por necesidad, claro- la escuela rompió el paradigma tradicional y dio vuelta la forma de enseñar en menos de una semana. El hecho educativo persiste, pero sin el factor que cualifica su esencia: la presencialidad.
No obstante, entraron en juego otras variables muy importantes y de las cuales se conocían parcialmente sus características. Una de ellas, fue el acompañamiento de la familia en el desarrollo de las tareas escolares. Un estudiante de nivel inicial y nivel primario devuelve las tareas solicitadas gracias a que un adulto fué responsable y ofició de mediador para que su hijo/a pueda realizarlas. De otra manera, no podría llevarse a cabo con éxito tal requerimiento.
En nivel secundario, varía esta ecuación. Los jóvenes ya son un poco más atónomos y conocen la virtualidad de manera sobria y , en algunos casos, mejor que sus padres. Por lo que pueden hacerse de las actividades sin depender tanto de un adulto conviviente.
Pero hay más. Así como se logró reconocer la tarea de docentes y directivos que dieron vuelta favorablemente ( y como pudieron) el sistema de enseñanza, también hay que destacar que la mayoría de las familias están a la altura de las circunstancias. Digo la mayoría porque siempre hay excepciones. No es fácil para nadie tener que lidiar con la incertidumbre propia de la coyuntura. No será para siempre, pero mientras tanto hay que aprender a convivir con lo que toca.
Los niños/as perciben estados de ánimo con una velocidad impactante. Y si bien no saben el detalle fino de lo que pasa, en muchos casos la única información que escuchan es la que hablan o ven sus papás.
En efecto, es importante identificar y reconocer lo que está pasando; pero también es necesario ser prudente y -aunque sea realmente difícil- actuar con ecuanimidad.
EL AUTOR. Emanuel Torrico es psicopedagogo.